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José Adalberto López

José Adalberto López

EN LA ACADEMIA… ¿SIN SER ACADÉMICO?

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En El Salvador, actualmente la academia está incorporada en la realidad social, política y económica, lo cual no constituye un fenómeno solo de nuestro país, más bien es una realidad de América Latina.

¿Quiénes conforman la academia?

En El Salvador, actualmente la academia está incorporada en la realidad social, política y económica, lo cual no constituye un fenómeno solo de nuestro país, más bien es una realidad de América Latina. Si bien es cierto, en nuestro país nacieron con el conflicto armado y en un principio fueron consideradas algunas como «academias de garaje». En la historia tienen sus orígenes en la edad media, donde la iglesia es la responsable del renacimiento de la ley del derecho, el renacimiento del interés por la cultura antigua, el despertar del pensamiento teológico, la detonación de la arquitectura, arte y, por supuesto, el crecimiento de las instituciones educativas, no solo de los  monjes, clérigos, sino también de seculares y ciudadanos que expresaron sus pensamientos en el nacimiento de las nuevas ciudades.

Las universidades, tal como las conocemos, algunas aun con profesorado, estudiantes y grados académicos fueron un producto de la Alta Edad Media. La palabra universidad se deriva de la palabra latina universitas, que significa corporación o gremio, y hace referencia a un gremio de maestros o estudiantes. Las universidades medievales eran gremios educativos o corporaciones que formaban a individuos instruidos y capacitados. La educación en la Alta Edad Media descansaba en las escuelas monásticas, había veinte en el año 900, pero para el año 1000, su número había crecido cuando menos hasta doscientas, ya que cada ciudad con una biblioteca en su catedral se sentía obligada a establecer una. Las más famosas catedralicias fueron las de Chartres, Reims, París, Laon y Soissons, todas ubicadas en Francia que era, en verdad, el centro intelectual de Europa en el siglo XII. La primera universidad europea apareció en Bolonia, su fundación coincidió con la renovación del interés por el derecho romano, donde descansa el derecho latinoamericano,  sobre todo por el redescubrimiento del código de derecho civil de Justiniano, que es copia del derecho civil latinoamericano, posteriormente se reconocieron otras como la Universidad de París, La Universidad de Oxford y Universidad de Cambridge. En la Alta Edad Media, los reyes, papas y príncipes rivalizaron en la fundación de nuevas universidades. A finales de la Edad Media había ochenta universidades en Europa, la mayoría de ellas localizadas en Inglaterra, Francia, Italia y Alemania.

En El Salvador tenemos inscritas en el ministerio de Educación más de 35 Universidades, Institutos especializados y escuelas de Educación Superior,  de las cuales muchas de ellas están en asociaciones para el fortalecimiento e innovación; además hay una fuerte representación de la academia en el gobierno como por ejemplo en: la Defensoría del Consumidor, Banco Central de Reserva, Instituto de Acceso a la Información, Autoridad Marítima Portuaria, Dirección General de Medicamentos, entre otros,  por mandato de ley en dichas instituciones hay un representante de la academia titular y suplente acreditados, con lo que se reconoce la importancia y el papel fundamental que la misma está desempeñando a nivel nacional.

En mi caso particular,  tengo 16 años de haber ingresado a la academia, iniciando mis horas sociales con la figura de instructor de cátedra, cursando nivel I, II y avanzado,  con ello quedó una semilla por la docencia universitaria, al estar graduado y haber tenido la oportunidad de ingresar como catedrático de la Facultad de Ciencias Jurídicas de una universidad privada, me permitió dar mis  primeros pasos en dicho ámbito. Al año siguiente inicié el estudio de la Maestría en Docencia Universitaria, la cual finalicé en 2005. Para el año 2006, se me permitió trabajar en la Universidad Francisco Gavidia como docente impartiendo materias y cursos, actualmente soy docente de pregrado y posgrado, pero esto no me convierte en académico, el hecho de estar laborando en y para la academia no implica formar parte del selecto mundo académico. Irónicamente al pensar abandonar la academia y embarcarme en otros proyectos es que se amplía mi visión de las grandes oportunidades que permite la academia, no solo de crecimiento profesional, sino intelectual, como: opinar, conocer y participar en la coyuntura de la realidad nacional, ser impulsor de leyes, normas, divulgar, implantar, vincularse con las nuevas generaciones, ver desde fuera y con una visión neutral los ámbitos más importantes de la realidad nacional como la política, lo social, lo económico y tengo la posibilidad de crear aportes de investigaciones,  de la realidad nacional, fortalecer la economía del país a través de Centro de Desarrollo de Mediana y Pequeña Empresas (CDMYPES) e incubadoras, crear tecnología a través de Tecnologías Innovadoras para la Industria, contribuir al acceso de la justicia a través de los centros de prácticas jurídicas y/o socorros jurídicos, clínicas psicológicas, proyección social y empresarial, apoyar en la formación de profesionales competentes, innovadores y éticos, no solo de las carreras presenciales, sino también las virtuales, de pregrado y posgrados, cursos y educación continua.

La miopía no es visual, es intelectual al no aprovechar estas plataformas para coadyuvar a cambiar la realidad social, económica, cultural y, por qué no decirlo, la realidad política nacional. Actualmente tengo el honor de ser miembro del Consejo Consultivo de la Defensoría del Consumidor en representación de las universidades privadas, donde pretendo que la participación de la academia deje un legado que permita que cuando otros lleguen, aporten participativamente en el desarrollo de un El Salvador mejor, para posicionarnos en un mundo globalizado. Como conclusión retomo las palabras de Dr. e Ingeniero Mario Antonio Ruíz Ramírez, “Ser académico no es trabajar en la academia, ser académico es crear, participar en los procesos de transformación de la realidad social, política y económica de El Salvador; el hombre entre más se prepara, Dios más lo usa”.