

Raúl Francisco Leiva Jiménez
A 500 años de una fecha que transformó radicalmente la vida y los destinos de nuestros pueblos originarios centroamericanos
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Nota de la edición:
El siguiente texto es el primer capítulo del artículo «A 500 años de una fecha que transformó radicalmente la vida y los destinos de nuestros pueblos originarios centroamericanos».
Para quienes deseen profundizar en el tema, al final de esta entrega encontrarán el artículo completo en formato PDF.
Esperamos que esta publicación sea de su interés y los invitamos a leer el texto completo.
- Invasión y sus consecuencias inmediatas
En junio de 1524 ocurrió la violenta irrupción española a territorio salvadoreño encabezada por Pedro de Alvarado en alianza o subordinación de numerosos integrantes de etnias de pueblos originarios de lo que hoy es México. Llegaron según diversas fuentes, alrededor de 250 españoles y 6 mil amerindios.
Es conocido que Alvarado enfrentó a pipiles en la batalla de Acajutla, donde fue herido en una pierna y permaneció cojo por el resto de su vida. En su segunda carta de relación dirigida a Hernán Cortés, Alvarado se refirió a ese hecho de esta manera[1]:
“Que me dieron un flechazo que me pasaron la pierna, y entró la flecha por la silla, de la cual herida quedé lisiado, que me quedó una pierna más corta que la otra bien cuatro dedos; y en este pueblo me fue forzado estar cinco días para curarnos”.
El suceso, formó parte de la expansión de la conquista hacia Centroamérica pues recién había culminado la toma y control de la ciudad de Tenochtitlán en agosto de 1521, sede del imperio azteca o mexica por parte de españoles y aliados de otras etnias enemigos de los aztecas, entre ellos, tlaxcaltecas y huejotzingas.
Se registra que en la batalla por Tenochtitlán y otras subsiguientes los ejércitos integrados por miles de combatientes que lucharon y vencieron a los aztecas, estuvieron conformados en un 95-99% por indígenas.
Alvarado había participado como lugarteniente de Cortés en la conquista y destrucción de Tenochtitlán, posteriormente fue enviado por éste a conquistar las ciudades indígenas al sur de México.
Los tlaxcaltecas, llamaron a Alvarado Tonatiuh (El Sol) debido a su piel blanca y cabellos rubios.
A principios de 1524 en su paso por la actual Guatemala, Alvarado sometió a los quichés aliándose con los cachiqueles, enemigos de los primeros. Práctica que los españoles ya habían ejecutado con éxito cuando derrotaron a los mexicas.
A Alvarado se le ha considerado un personaje sanguinario, cruel, y despiadado en diferentes crónicas escritas por españoles que lo acompañaron o conocieron. También en crónicas y códices indígenas como El Memorial de Sololá, el Lienzo de Tlaxcala y el Códice Florentino. Fue un hombre que llegó con la intención de replicar en América el orden medieval que ya era decadente en Europa. Marcado por su intolerancia, deseo de enriquecerse rápidamente, y creencia de que servía fielmente a los intereses de la corona española, calificaba a los indígenas de infieles por atreverse a honrar a sus dioses.
A los indígenas capturados en las batallas los sometía a régimen de esclavitud y eran herrados en el rostro o piernas para su identificación y posterior localización en caso de huida, práctica que se denominó Carimbo. En otro fragmento de su segunda carta de relación enviada a Hernán Cortes en julio de 1524 Alvarado comprueba dicha práctica[2]:
Y desque vi su mal propósito, les envió un mandamiento y requerimiento de parte del Emperador Nuestro Señor, en que les requería y mandaba que no quebrantasen las paces, ni se revelasen, pues ya se habían dado por sus vasallos: donde no, que procedería contra ellos, como traidores alzados y revelados contra el servicio de su Magestad, y que les haría la guerra y todos los que en ella fuesen tomados á vida serían esclavos, y los herrarían; y que si fuesen leales de mí serian favorecidos y amparados como Vasallos de Su Magestad.
Se le señala también como el principal responsable de la Matanza de Toxcatl[3], conocida a la vez como la matanza del Templo Mayor. Este fue un episodio de la Conquista de México ocurrido el 22 de mayo de 1520 según distintos registros indígenas y españoles, en que los españoles dieron muerte a centenares de mexicas (hombres, mujeres) desarmados, en el momento en que se encontraban realizando una ceremonia dedicada al dios de la guerra de los mexicas, que incluía bailes y cánticos[4]. Los nahuas consideraron este hecho como un asesinato premeditado. Pocas semanas después de este suceso sangriento, Moctezuma el emperador azteca era asesinado por los españoles.
Entre las opiniones sobre la conducta de Alvarado se encuentran las siguientes[5]:
- Tlaxcaltecas que acompañaron a Alvarado en su incursión a Centroamérica:
Dejamos desamparados a nuestros padres y madres, hijos y parientes, casas y haciendas y tierras, para venir a conquistar la provincia de Guatemala, debajo del cargo y yugo pesado del capitán y adelantado don Pedro de Alvarado y don Pedro de Portocarrero y Jorge de Alvarado, donde nos desterramos más de 200 leguas de nuestro natural 1000 y más combatientes.
- Cronista dominico Antonio de Remesal:
Porque el adelantado don Pedro de Alvarado más quiso ser temido que amado de todos cuanto le estuvieron sujetos, así indios como españoles. Y por este respeto usó con los unos y con los otros algunas demasías con muy poca justicia ni razón.
- Historiador Hubert Howe Bancroft:
Alvarado era mendaz, traidor y falto de honradez, su porte franco ocultaba el engaño, y pagó con engaños e ingratitudes los favores que recibió. Gozaba en gobernar por el miedo.
George Lovell, profesor emérito de geografía en la Queen’s University, Canadá, al comentar en entrevista[6] su libro: Atemorizar la tierra: Pedro de Alvarado y la conquista de Guatemala, 1520-1541, expresa que, no obstante, la mala fama que tienen todos los conquistadores, Pedro fue aún más cruel que los demás.
“De Alvarado tuvo características de psicópata e incluso sus propios hermanos y amigos terminaron temiéndole”.
Poema de Pablo Neruda dedicado a Alvarado
Alvarado, con garras y cuchillos,
cayó sobre las chozas,
arrasó el patrimonio del orfebre,
raptó la rosa nupcial de la tribu,
agredió razas, predios, religiones,
fue la caja caudal de los ladrones,
el halcón clandestino de la muerte
Enrique Semo, historiador mexicano, nos refiere en su exhaustivo y profundo estudio de la conquista de Mesoamérica, en el apartado denominado catástrofe demográfica y civilizatoria lo siguiente:
“El cataclismo más atroz que sufrieron los amerindios en la conquista fue sin lugar duda la combinación de guerras, destrucción de su tejido social, y las enfermedades y epidemias para las que no tenían inmunidad”[7]
Por todos esos efectos, se estima según cálculos intermedios de especialistas citados por Semo en su trabajo, que la población del centro de México disminuyó en menos de un siglo de 11.2 millones, a poco más de un millón después de la llegada de los españoles de Castilla.
Cuauhtémoc fue torturado y asesinado el 28 de febrero de 1525 por órdenes de Hernán Cortés, al considerarlo conspirador por rumores de un supuesto complot, cuando lo llevaba cautivo durante el viaje a Las Hibueras, Honduras. Así fue como terminó el último Huey Tlatoani mexica. Este 2025 se cumplirán 500 años de ese cruento suceso.
Cortés también abusó y sometió a exigencias, maltratos y tributos desmedidos a los indígenas que poseía como encomendero, los cuales fueron denunciados a su regreso a la Nueva España en 1531, por indígenas de Huejotzingo y Cuernavaca donde tenía propiedades que le habían confiscado miembros de la Primera Audiencia de la Nueva España durante su viaje a España, que logró a su regreso recuperar[8].
Las enfermedades traídas por los europeos fueron principalmente viruela, varicela, sarampión, peste, paperas, y tosferina. La mayoría de ellas excepto la tosferina, se estima, provocaron una mortandad de entre el 80 y 90 % de los infectados.
En una entrevista[9], Semo reafirma lo siguiente, lo cual podemos extender al resto de la América conquistada por los españoles:
“La Conquista, fenómeno extraordinariamente brutal, está en el origen de la nación mexicana y tuvo y tiene consecuencias muy graves en el desarrollo de nuestra sociedad como son el racismo, la violencia crónica de los de arriba contra los de abajo, la destrucción de ciertas culturas y la imposición de otra”.
Era tal el avasallamiento y la intención de destruir la religión y la cultura de los amerindios que de 1524 a 1529 se reporta que en Tenochtitlán y sus inmediaciones se destruyeron 68 templos prehispánicos y sobre ellos se edificaron iglesias. También se utilizaron restos de las edificaciones indígenas en la construcción de las iglesias.
Ejemplo de codicia desmesurada de los españoles que incluyó también a ingleses, está a la base del mito de El Dorado, supuesta ciudad construida de oro y piedras preciosas que se encontraría en selvas colombianas. Decenas de españoles acompañados de centenares de indígenas sometidos, vagaron durante años por selvas colombianas y ecuatorianas en su búsqueda sin encontrarla pues se demostró que no existía. Algunas versiones afirman que un cacique indígena contó esa idea a españoles con el propósito de estimular la búsqueda frenética y obsesiva de esas riquezas, que cobraría centenares de víctimas y no diera resultado positivo alguno. Para los mexicas, el oro por su color y brillo funcionaba como símbolo sagrado ligado al Sol y al fuego. Tenía un valor ceremonial, no comercial.
Enrique Semo también cita en su libro comentado, como una de las causas del desastre amerindio, lo que Elsa Malvido describe en su libro “La población siglos XVI al XX” y que denomina la patología social:
“fueron todos los factores que se desarrollaron en el reino por las condiciones sociales y económicas de sobre explotación que se impusieron a los indios, y en general a los pobres: guerra, alcoholismo suicidio colectivo, negación a la reproducción, desgano vital, hambre, sed, desintegración social, económica y física de su grupo, así como formas distintas de apropiación de las conocidas anteriormente a la conquista”.
Algunos estudios consideran que los aztecas e incas interpretaron la derrota ante españoles y aliados como un abandono por parte de sus dioses y el fin de un ciclo cósmico, denominado el “trauma de la conquista”. Ello se ve reflejado en los siguientes versos de 1524 recuperados por Miguel León Portilla, reconocido historiador mexicano:
Tal vez a nuestra perdición, tal vez a nuestra destrucción, |
Semo también concluye en la entrevista citada, lo siguiente:
“La conversión de los indígenas pretendió borrar el pasado religioso de los pueblos originarios y, consecuentemente, apropiarse de su conciencia, de su memoria, de sus valores, de su relación con la tierra, de su dignidad; una conquista de las mentes”.
Historiadores como el catedrático de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona, Antonio Espino, afirma que en España la conquista de América se ve como un hito histórico, pero que en realidad fue una brutal y sangrienta invasión que debería generar vergüenza; al usar la palabra invasión en vez de conquista explica por qué:
«El verbo invadir es mucho más inequívoco. Implica irrumpir, entrar por la fuerza, así como ocupar anormal e irregularmente un lugar. Y eso es lo que ocurrió en el caso de América»[10].
La conquista de Mesoamérica y América del sur por los españoles no fue inmediata. Tuvieron que transcurrir alrededor de dos siglos para tener un control del vasto territorio.
Bibliografía.
[1] Armas Molina Miguel, Conquista de Guatemala y Cuscatlán por Don Pedro de Alvarado, sin fecha, cita de la Segunda Carta de Alvarado a Cortés fechada en Santiago (Guatemala) el 28 de julio de 1524.
[2] ibid
[3] La matanza representa una parte central de la narrativa del Códice Florentino.
[4] Terraciano Kevin and Sousa Lisa , “La matanza de Toxcatl”. Noticonquista, Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, México. 2019.
[5] Cabezas Carcache Horacio, “Pedro de Alvarado, Gobernador y Adelantado de Guatemala (30/4/1530-4/7/1541), Galán de corazón temerario, rapaz y cruel”, 2019, sin editorial.
[6] Reyna Paz Avendaño en Revista Crónica, abril 22, 2019.
[7] Semo Enrique, “La Conquista, catástrofe de los pueblos originarios, Volumen II, la invasión del Anáhuac, gran septentrión y sur sureste”. Siglo XXI editores, México, 2018.
[8] Martínez José Luis, Hernán Cortes, UNAM, Fondo de Cultura Económica, México. 1990.
[9] http://semanal.jornada.com.mx/2019/03/31/la-conquista-y-los-pueblos-originarios-el-presente-de-una-herida-historica-entrevista-con-enrique-semo-1816.html
[10] Entrevista realizada al autor por Irene Hernández Velasco, Especial para BBC News Mundo, 8 febrero 2022.