

Óscar Picardo
El ajedrecista
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- , Disruptores
“Aquellos que dicen que entienden el Ajedrez, no entienden nada”.
GM Robert Hubner
Había una vez…un ajedrecista. Aprendió a mover piezas, practicó algunos movimientos básicos y algunas reglas del juego, pero nunca le enseñaron el arte de administrar las victorias y derrotas, tampoco el significado de táctica y estrategia, ni la diferencia entre batallas y guerras; no se podía esperar mucho de una escuela de mediana calidad y con un mediocre maestro de ajedrez.
Pero lo más grave, en que en su mente se creía un maestro, y cada vez que hacía un movimiento o establecía uno de esos jaques de casualidad o de mala muerte, el coro de sus amigos y aduladores del aplaudía; y no, no era por ser buen ajedrecista, era simplemente porque tenía limitados adversarios, también poder y dinero; por cierto, poder y dinero mal habido… que atraen a los bajitos de estatura moral como moscas.
El ajedrez es un arte que supone estrategia, táctica, prospectiva, pensamiento abstracto y la estética en el juego; es «el deporte ciencia» o mejor “juego, arte, ciencia y deporte”, en dónde los jugadores crean obras maestras en el tablero. El ajedrez exige una mente creativa y estratégica. Los jugadores deben planificar movimientos, anticipar las jugadas del oponente, y desarrollar pensamiento estratégico casi cubista; la estrategia es como voy al campo de batalla y la táctica es como me muevo en el cambio de batalla.
Pero este ajedrecista, mal perdedor, pendenciero y movedor de piezas, sólo pretendía ganar y humillar a sus oponentes; y casualmente sólo se encontraba o buscaba a otros malos jugadores, parecidos a él; malos jugadores, que no sabían lo que hacían, que creían sabe jugar, pero sólo movían piezas, fáciles de vencer.
Por cierto, no existe el “ajedrez de un paso”, pero sí el “passant”, una jugada particular que permite a un peón capturar un peón enemigo que ha avanzado dos casillas en su primera jugada y que al hacerlo se encuentra en la casilla adyacente al peón propio. Esta captura se realiza como si el peón enemigo solo hubiera avanzado una casilla, y solo es posible en la jugada inmediatamente posterior al movimiento del peón enemigo.
Se le atribuye a Confucio, pensador chino del S. VI a.C. la expresión: “El camino de la verdad es ancho y fácil de hallar. El único inconveniente estriba en que las personas no lo buscan”. La ignorancia es un gran obstáculo, y aplica también al ajedrez…
Las Leyes del Ajedrez FIDE, 2018 en su artículo 1 (Naturaleza y objetivos de la partida de ajedrez) señalan: La partida de ajedrez se juega entre dos adversarios que mueven alternativamente sus propias piezas sobre un tablero cuadrado, llamado “tablero de ajedrez”; y el artículo 1.4 agrega: “El objetivo de cada jugador es situar al rey de su adversario “bajo ataque”, de tal forma que el adversario no disponga de ningún movimiento legal. Aquí hay simpleza, pero para llegar a esto se requiere algo más…
Según el Dr. Uvencio Blanco: «El ajedrez está en el origen de obras notables que constituyen pruebas reales por su belleza, armonía y síntesis de alto intelecto humano; obras indestructibles, que el paso del tiempo hace cada vez más vigorosas. Un legado que se transmite de generación en generación.
Para que un individuo pueda sentir tales emociones provenientes de, por ejemplo, un estudio de E. Podosyants, G. Kasparyan o H. Rinck, debe tener conocimiento previo de ajedrez, sus leyes, normas generales y aspectos particulares como los relacionados con la composición ajedrecística. Siendo el ajedrez un juego de tipo intelectual, es imprescindible un conocimiento anterior; a veces hasta especializado”.
Entonces nos podríamos plantearnos la pregunta: ¿Quién es un buen ajedrecista?, hay dos puntos de vista:
Una dimensión de tipo intelectualista, basada en los siguientes principios:
- El que sabe aprovechar las derrotas: “De pocas partidas he aprendido tanto como de la mayoría de mis derrotas”. (J. R. Capablanca)
- El que se arriesga y ejecuta: “En el Ajedrez, como en la vida, la mejor jugada es siempre la que se realiza”. (S. Tarrasch)
- El que planifica con ideas lo que va a realizar: “La belleza de un movimiento no se refleja sólo en su apariencia, sino en el pensamiento detrás de él”. (S. Tarrasch)
- El que no subestima a los pequeños: “El peón es la causa más frecuente de la derrota”. (W. Steinitz)
- El que sabe utilizar el cerebro: “El Ajedrez se juega con la mente, no con las manos” (IIya Kahn). “La estrategia es cosa de reflexión, la táctica es cosa de percepción”. (Max Euwe)
- “El que reflexiona: Veo en la lucha ajedrecística un modelo pasmosamente exacto de la vida humana, con su trajín diario, sus crisis y sus incesantes altibajos”. (G. Kasparov). “En el Ajedrez, como en la vida, el adversario más peligroso es uno mismo”. (V. Smislov)
Otra dimensión más de corte militarista, sustentada en las siguientes reglas:
- El que comprende la dinámica del juego: “Para competir en Ajedrez es preciso, ante todo, conocer la naturaleza humana y comprender la Psicología del contrario”. (A. Alekhine). “En el tablero de Ajedrez luchan personas y no figuras”. (Lasker)
- El que tiene determinación estratégica: “Solo el jugador con la iniciativa tiene el derecho a atacar”. (W. Steinitz). “Un mal plan es mejor que no tener ningún plan”. (GM Frank Marshall)
- El que sabe ceder para ganar: “No nos podemos resistir a la fascinación de un sacrificio ya que la pasión por los sacrificios es parte de la naturaleza de un jugador de Ajedrez” (Rudolf Spielmann)
- El que sabe decidir: “El Ajedrez nos recuerda que el mundo es un conjunto de posibilidades casi infinitas y que hay que decidirse por una”. (Luis Ignacio Helguera).
- El que posee una visión holística: “Codicia, Venganza, Ambición, Miedo, Belleza, Ansiedad. No, no es una película, es una partida de Ajedrez”. (Juan P. Miracca)
Pero al final hay un principio más esencial definido por el padre de la escuela soviética de ajedrez Mijail Botvinnik: “Quien desee llegar a ser un gran jugador deberá perfeccionarse en el campo del análisis”, porque el ajedrez es arte, imaginación y cálculo y no sólo mover piezas y gritar victorias…
Por último, recordamos los siete pecados capitales del Ajedrez según S. Tartakower: “Superficialidad, Voracidad, Pusilanimidad, Inconsecuencia, Dilapidación del tiempo, Pasividad y Bloqueo”; puede aplicarse a la vida real…
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