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 2706-5421

Edadismo
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Susana Joma

Infografías: Gustavo Menjívar

El peso de llegar a los 30 años en El Salvador

En El Salvador estar entre los 18 y 23 años, y ni se diga alcanzar los 30, significa para la mayoría de los salvadoreños entrar en una dinámica de descalificación social, según evidencia un reciente estudio realizado por dos investigadoras de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), bajo el título “Edadismo: los estereotipos de edad, un problema invisibilizado”. 

El estudio académico desarrollado por Cristina Estrada Albeño y Liseth Oviedo de Artero plantea, también, como este fenómeno cultural impacta mucho más al adulto mayor. “Este ensayo tiene como propósito examinar las causas estructurales que subyacen al edadismo, así como su impacto en la vida de las personas, con el fin de generar conciencia, visibilizar el problema, promover una sociedad más inclusiva y equitativa para todas las edades, iniciar el debate sobre el tema y contribuir al conocimiento mediante la exposición de perspectivas interdisciplinarias que integren diferentes campos académicos”, exponen sobre su trabajo que ya está publicado en la Revista Realidad y Reflexión No. 60, de UFG Editores. 

Estrada Albeño, en una entrevista con Disruptiva Media, describió el edadismo como “una discriminación silenciosa, sutil, por cuestiones de edad, que nos coloca estereotipos y paradigmas, y promueve otros actos discriminatorios que (al mismo tiempo) puedan desembocar en una forma interseccional con otros tipos de discriminación”. 

En el ensayo, además de definir el concepto de edadismo, advierten como estos prejuicios fomentan la violación a los derechos humanos y minan el principio de igualdad entre todas las personas. 

La población en estas edades, según advierte, se encuentra en una etapa de la vida en la que pasan de no ser reconocidos o valorados por su poca experiencia como jóvenes, a encontrarse en la adultez muchas veces demasiado capacitados, pero poco cotizados en el mundo laboral. 

Durante el proceso de investigación, que fue netamente cualitativo, observacional y documental, identificaron estereotipos o ideas preconcebidas, tanto negativas como positivas, que predominan respecto a cada uno de estos dos sectores de la población en áreas como la salud y lo laboral. 

En el caso de los jóvenes, por ejemplo, en forma positiva son vistos como personas más sanas, físicamente más activas, fuertes, cálidas, agradables y en el campo laboral, como energéticas, ambiciosas, conocedoras de la tecnología, y más trabajadoras cuando se encuentran en la mediana edad, pero en forma negativa se les considera narcisistas, desleales, con mucha tendencia a asumir riesgos, al consumo de drogas, creídos, perezosos, desmotivados, distraídos. 

La discriminación en los jóvenes coincide con el periodo en que están en las universidades. 

En los adultos mayores, durante el estudio, encontraron que en la parte laboral se identifican como personas confiables, comprometidas, experimentadas, trabajadoras, hábilmente sociables, buenos mentores, líderes y capaces de afrontar cambios, pero también poco competentes e improductivas, desmotivadas, reacias al cambio, más difíciles de capacitar e incapaces de aprender, poco flexibles y competentes tecnológicamente. 

Según manifestó Estrada Albeño, aunque la mayoría piensa que esta población adulta está muy cerrada a todos los cambios, en realidad son de mente más flexibles para poder ser resilientes a los cambios, para tomar estrategias y decisiones mejor pensadas, realistas y de largo plazo. 

En su trabajo analizan la forma en que estos estereotipos o ideas preconcebidas discriminantes afectan el desempeño y desarrollo de estos grupos de población, pero también como esto es un freno para el progreso del país.  

Citando datos de la Organización Mundial de la Salud (2021) sobre el edadismo, se calcula que una de cada dos personas en el mundo tiene actitudes edadistas, lo que empobrece la salud física y mental de las personas mayores, además de reducir su calidad de vida y generar costos económicos significativos para la sociedad. 

“A nivel individual y en el ámbito de la salud mental, el edadismo puede generar un impacto psicológico significativo, manifestándose en forma de baja autoestima, sentimientos de aislamiento, depresión y ansiedad. Estos estados emocionales son frecuentemente consecuencia de la internalización de estereotipos negativos asociados a la edad, los cuales limitan las percepciones de las personas sobre sus propias capacidades y valor”, explican las investigadoras en el estudio. 

La investigadora externó que esta situación está generando que la productividad se vea limitada y que la economía esté decayendo, porque no se está aprovechando el conocimiento y la experiencia del adulto mayor, y tampoco se está aprovechando la innovación, la creatividad y diferentes puntos de vista que aportan los jóvenes. “La parte irónica de nuestro estudio, (es que) nosotros pensamos que en el caso de los adultos mayores (la discriminación) sería a partir de los 60, que es catalogado como adulto mayor, pero en realidad a los 30 empezamos a ver discriminación y eso nos pareció bastante preocupante, porque incluso al revisar algunas ofertas laborales muchas instituciones y empresas privadas están buscando tope de 45”, advierte Estrada Albeño. 

Según detalló, en el rubro de Educación se han encontrado con ofertas laborales en las que ya no están contratando a mayores de 35 años, cuando justo es un campo en el que entre más experiencia y más conocimiento tenga un profesor es mejor valorado en otros países, contrario a lo que ocurre acá. 

“Yo creo que lo que hace falta es un equilibrio, sino se da el equilibrio entre la valoración del adulto mayor, entre la valoración de las personas mayores y los jóvenes en edad productiva no vamos a ir avanzando, y nos vamos a estancar muchísimo más con el desarrollo. ¿Qué produce esto? menos inversión, menos fuentes de trabajo, la economía se desacelera y las crisis vienen”, externó.  

Señaló que, en medio de este fenómeno, el adulto mayor incluso llega a caer en situación de abandono, dado que es un sector que no es tomado en cuenta a la hora de realizar políticas públicas, que aseguren su participación ciudadana, su disfrute del ocio y entretenimiento sano, el aprendizaje de la tecnología para lograr su reinserción en el mundo. 

Sobre el porqué enfocaron su investigación en este tema, afirmó que esto responde a que estamos frente a esa realidad en la que “llegamos a esa etapa de la vida en que pasamos de no ser reconocidos por nuestra poca experiencia como jóvenes a encontrarnos muchas veces demasiado capacitados, pero poco cotizados en el mundo laboral; además de eso el ver la discriminación que sufren los adultos mayores”. 

Según Estrada Albeño, la situación de estereotipación es tal que se piensa que si la persona llega a edad de jubilación ya no hay más para ella, eso implica que tiene menos oportunidad de tener ingresos que le aseguren una vida digna, acceso a servicios de salud y un estilo de vida sano. 

El panorama del adulto mayor, a criterio de la investigadora, se ve agravado porque hay muy poca inversión en la salud de ellos: “muchas veces, aunque suene cruel, se deja morir al adulto mayor porque lo consideramos un estorbo en la sociedad. Entonces considero que es el adulto mayor el que está viéndose más afectado. Irónicamente es una edad a la que muchos llegaríamos”. 

La visión mediática de la edad 

El papel de los medios de comunicación tiene su parte en el estudio. La investigadora destaca que, de forma directa e indirecta, contribuyen a profundizar el temor a la edad, a envejecer: “Vemos mucha televisión, cine, programas, series, publicidad que está muy encaminada a impedir o retrasar el proceso del envejecimiento; las cirugías plásticas, por ejemplo, han crecido mucho, pero lo irónico de esto es de qué me sirve modificar mi cuerpo si no tengo una estabilidad emocional y mental”. 

La preocupación sobre cómo este fenómeno del edadismo impacta en el país está vinculada con el problema de envejecimiento de la población. 

En la entrevista las investigadoras explican cómo, entre 2023 y 2024, El Salvador tuvo poco desarrollo, un contexto en el que los adultos mayores pese a la falta de oportunidades siguieron buscando trabajo para sostenerse, porque tiene muchas responsabilidades financieras que atender. Eso dista de los jóvenes que se muestran más reticentes a estudiar, que no permanecen mucho tiempo en un ambiente laboral. «Pareciera que el sistema está planificado de esa manera, para que ninguno produzca, porque una vez que ninguno produce es más fácil que se puedan implantar nuevas formas económicas, las cuales muchas veces no son de beneficio para un país”, señala. 

En el caso de la investigadora Liseth Guadalupe Oviedo de Artero, advierte que socialmente lo que se enfocan más son los estereotipos negativos, de ahí que una lección que esto le deja es que se debe trabajar en profundizar los positivos, tanto de las personas jóvenes como para las de la tercera edad; algo que cada uno debe de hacer desde el ámbito personal, profesional. “Hay que ir quitando el miedo a la vejez, como el pensar que no voy a tener mejores condiciones laborales, o mejores condiciones económicas”, advierte Oviedo de Artero, con respecto a que cuando se está en la juventud hay que trabajar con pensamiento positivo, actuar en función de garantizar que llegada esa etapa de adulto mayor se tengan mejores condiciones incluso de salud. 

Al conversar con Disruptiva Media, reflexiona que terminar con esa marginación requiere hacer cambios estructurales, porque es preocupante y alarmante que actualmente despidan de los trabajos a las personas porque llegaron a determinada edad sin tener en cuenta la gran experiencia que han acumulado. 

Las investigadoras plantean como parte de sus conclusiones que se deben abrir espacios de diálogo, de donde surjan políticas públicas que empiecen a generar un beneficio para evitar la discriminación por edad; también que se debe educar y sensibilizar sobre el problema que genera el edadismo, algo que se puede hacer desde las escuelas, el trabajo, la comunidad. “La parte de la legislación también es un pilar, porque el promover nuevas leyes que prohíban la discriminación por edad y (que) puedan establecer ciertos mecanismos de protección de las personas afectadas seria de mucho beneficio”, subraya Estrada Albeño. 

En este contexto también lanzan una recomendación a los medios de comunicación para que no promuevan más este modelo de discriminación a partir del miedo a la vejez, que al contrario incorporen contenidos diversos, más realistas, positivos sobre las personas de la tercera edad, sobre todo de las mujeres. Externa que, por ejemplo, no se suele ver mucha representación mediática de la mujer adulta mayor, como sí ocurre con los hombres en edad avanzada que son productores, directores, presentadores o periodistas. 

La investigación de Estrada Albeño y Oviedo de Artero fue inspirado a raíz de su vinculación con un proyecto del Museo Regional de Occidente, que está enfocado en el adulto mayor. Según detallaron están haciendo el esfuerzo de recopilar información que les permite continuar otros estudios de forma cuantitativa, cualitativa mixta. 

Sobre las autoras del estudio: 

Cristina del Carmen Estrada Albeño es licenciada en Ciencias de la Comunicación, graduada de la Universidad Autónoma de Santa Ana; ostenta una Maestría en Entornos Virtuales de Aprendizaje, de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) y, actualmente, funge como docente en el Centro Regional de Occidente de esta casa de estudios. 

Liseth Guadalupe Oviedo de Artero es graduada de la licenciatura en Ciencias Jurídicas de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador; con Maestría en Entornos Virtuales de la UFG y también ejerce la docencia en el Centro Regional de Occidente de esta institución. 

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