

Óscar Picardo
Hablemos de fútbol
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Estamos en la antesala del mundial FIFA 2026, viendo los partidos de la Copa América y de la Eurocopa 2024; partidos mañana y tarde, todos los estilos y posibilidades; valorando quién será el próximo “Balón de Oro”, algo muy difícil de pronosticar, antes había más certeza hoy mucho menos.
No soy un gran fanático de este deporte, pero de vez en cuando me gusta ver algún partido emblemático o clásico; es inevitable resistirse a esta “religión global”; y obviamente viendo no menos de cinco décadas de este deporte tenemos algún criterio para comparar, analizar y comentar. Es más, en materia futbolística, todos tenemos licencia para aconsejar y criticar a dirigentes, entrenadores y jugadores… reflexionemos sobre el fútbol.
El fútbol ha cambiado y mucho, de forma y de fondo; esta semana el experimentado técnico Marcelo Bielsa comentaba: “Entonces imagínese qué ha pasado con el fútbol. El fútbol es propiedad popular… los pobres tienen muy poca capacidad de acceso a la felicidad, porque no disponen de dinero para comprarla, y el fútbol, como es gratuito, les da eso. Ese fútbol, que es una de las pocas cosas que horizontalmente los más pobres mantenían, esa felicidad no la tienen más (…) Qué lástima que lo tenga que decir yo que me va a traer nada más que críticas. Pero usted, como representante del periodismo, ¿por qué no asume, a través de la investigación, desenmascarar las mentiras?”.
Pero profundicemos un poco más en tres escenarios: Jugadores, sistemas de juego y arbitraje:
Jugadores: Hay excepciones…, pero en general lo que vemos es: Cejas depiladas, cortes de cabello exóticos, tintes con toda la gama del Pantone, tatuajes a granel (artísticos y mamarrachos), vendajes sofisticados. Pero esto no es nada en comparación con los “dramas teatrales” y las decenas de volteretas de los jugadores cuando reciben una falta; me tomé la molestia de revisar algunos partidos del pasado para analizar el “tiempo de recuperación de un jugador” -la final de México 70 entre Brasil y Alemania, y la final de España 82 entre Alemania e Italia-, hemos transitado de 5 o 15 segundos en el pasado, hasta 5 minutos en el presente, sin contar que los zapatos de antes eran más criminales que los ergonómicos de ahora. Hoy los jugadores son unos artistas del drama…
Sistema de juego: El nuevo sistema de juego, de mucho toque y recuperación del ataque desde la defensa ha casi eliminado las individualidades y ha generado sistema defensivo de al menos 8 jugadores; por esta razón hay muchos autogoles y además es muy difícil hacer goles. El fútbol está perdiendo al magia y el espectáculo de las jugadas desequilibrantes y prevalecen sistemas de equipo y de un gran estado físico; no lo he medido pero me imagino que se corre mucho más ahora que antes, pero los partidos son más aburridos.
Arbitraje: El uso del VAR (Video Assistant Referee) o Asistencia al Árbitro por Vídeo, implementado por la FIFA con el fin de eliminar los diferentes errores arbitrales, es una herramienta que sigue desconcertando a los aficionados; a veces se utiliza, otras veces no; en ocasiones se utiliza con criterio milimétrico y ridículo para definir un fuera de lugar. En fin, la tecnología aún no convence y afecta la polémica que sigue siendo el alma del fútbol.
Estos tres factores son tratados por la prensa deportiva con una volatilidad espeluznante…; los nuevos foros grupales de análisis pronostican, critican e intentan incidir en una industria millonaria, que es más negocio que deporte, más entretenimiento que fútbol, más espectáculo que referente competitivo.
Eduardo Galeano en “Fútbol a sol y sombra” nos recuerda que el fútbol es el nuevo “Opio de los pueblos”; el deporte se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía; y aquí, en esta narrativa afable, aparece la organización más indomable del planeta con fama gansteril: La FIFA, “los dueños de la pelota…”.
Hace unos años se viralizó un video de un fanático argentino, ante los resultados de la selección, y en su catarsis decía: “Viven en un country, andan en BMW para arriba; los fines de semana andan con las mejores modelos; morfan (comen) bien todos los días; el día anterior durmieron tranquilos en un hotel 5 estrellas; descansan, juegan a la play y pingpong; juegan al fútbol todos los días de su vida; los botines de 3,000, 5,000 o 6,000 dólares; están vendados por un kinesiólogo; están bien comidos, bien entrenados; las medias son de las que no te cortan la circulación; los pantaloncitos son los que no te irritan los genitales; la camisola que te estira la espalda y no transpira, de un precio exorbitante; la pelota es perfecta y cuesta unos 120 euros, inflada con un barómetro a 8 bares; la cancha no tiene un solo pozo (hoyo); el arco tiene siete metros veinte por dos cuarenta; te aplauden cuando salís a la cancha… y no sabes parar una pelota, pegarle bien y hacer un pase corto… y cerraba con una perorata de insultos (#%&/#”)” Pura pasión desenfrenada…
No quisiera perder la oportunidad en esta reflexión para dedicar un par de palabras a nuestra dirigencia deportiva, retomando lo publicado en: https://www.disruptiva.media/futbol-y-politica/ :
Difícilmente tengamos otra oportunidad mejor para ir a un mundial como la de 2026, sin México, Estados Unidos y Canadá en la contienda, pero con una Panamá y Costa Rica crecientes. Hoy sufrimos con islas caribeñas que ni liga de fútbol tienen. ¿Qué sucede…?
Ningún técnico, ni siquiera de clase mundial, va a mejorar nuestro fútbol…; llevamos años pagando seis cifras altas anuales a técnicos que nos venden espejitos. Solo hay cinco caminos efectivos: 1.- Mejorar la Educación Física en las escuelas; 2.- Crear canteras y procesos formativos de fútbol infantil o Baby Fútbol; 3.- Encadenar el fútbol comunitario o infantil con las ligas inferiores profesionales; y 4.- Habilitar muchas canchas en las comunidades. Está ultima idea me la comentó en 2011 Carlos Bilardo en una visita a El Salvador, en una reunión privada nos dijo: el futuro del fútbol está en África, donde hay muchas canchas y espacios para que los niños jueguen. En Latinoamérica el desarrollo inmobiliario está cerrando los espacios deportivos. Los niños de comunidades pobres y desfavorecidas siempre han sido los mejores prospectos, y ahora resulta que tienen que pagar una mensualidad para ir a jugar a un equipo, esto mata el fútbol. Y sí, tenía razón Bilardo, ¿ya han visto las selecciones “Europeas”…?
De niño jugué en las ligas infantiles con Carlos “Pato” Aguilera en el Club Iriarte de Nuevo París y luego con Robert Dante Siboldi en el Empalme Nicolich; como no era tan habilidoso para el deporte ni tenía un físico privilegiado seguí estudiando. Pero conocí uno de los sistemas culturales y deportivos más sofisticados del mundo para crear jugadores profesionales. Aquí en El Salvador, deberíamos tener el doble de jugadores de los que tiene Uruguay en Europa, hay talento, pero no tenemos un ecosistema que los pueda identificar, retener, entrenar y potenciar.
Entre empanadas y mates, allá por 1997, con Horacio Lugo, Alejandro Curbelo y Mario Figueroa Viscarret, en más de una ocasión compartimos ideas de como arreglar el fútbol nacional; tarea pendiente que se quedó en ideas, mientras intenté crear una escuelita de fútbol en la Parroquia Monte Tabor que duró menos de un año por falta de canchas y recursos. Para algunas cosas hay dinero, para otras no…
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