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 2706-5421

simulador virtual
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Susana Joma

Investigación plantea los alcances de los simuladores virtuales para el proceso de la enseñanza

Con la llegada del Internet han surgido estrategias alternativas de enseñanza que hoy en día resultan retadoras para docentes y estudiantes, entre ellas los simuladores virtuales que pueden utilizarse en todos los niveles educativos para impartir contenidos vinculados con la Física, Química, Ciencias Sociales, Matemática, Medicina o Ingeniería; además de plantear soluciones a problemas. 

“Los simuladores son las herramientas o plataformas informáticas que recrean dispositivos y componentes electrónicos de una manera controlada y real, con el fin apoyar el aprendizaje en la Internet de las Cosas”, explica el doctor Víctor Cuchillac, decano de la Facultad de Ingeniería y Sistemas, de la Universidad Francisco Gavidia (UFG). 

Cuchillac, quien este año publicó el estudio “Simuladores virtuales: análisis de experiencias de aprendizaje”, en la revista Realidad y Reflexión No. 59, del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación (ICTI), de la UFG, explicó que el uso de esta modalidad educativa es cada vez más común, sobre todo porque en el marco del crecimiento de la Industria 4.0 y la inminencia de la Industria 5.0, pues las organizaciones tienen necesidad de contar a corto plazo con personal técnico calificado, que permita mantener la innovación, aumentar la rentabilidad y ofrecer productos y servicios de calidad. 

En este estudio Cuchillac plantea las ventajas, desventajas, los retos que los docentes, estudiantes y el mismo sistema educativo de El Salvador tienen al utilizar este tipo de herramientas en el proceso de enseñanza – aprendizaje, además de recomendaciones.  

El académico explicó que para este estudio retomó la experiencia docente que ha tenido con estudiantes del Programa de Jóvenes Talento de la UFG, de las Academias Sabatinas Departamentales del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (MINEDUCYT), y de la Maestría Informática Aplicada en Redes que esta casa de estudios impartió en 2022, carrera que fue transformada en la Maestría de Gestión Estratégica y Tecnología de la Información (MAGETI). 

¿Qué motivó a profundizar en esta metodología? El especialista destaca que fue, en primer lugar, la dificultad que representa enseñar contenidos técnicos a discentes que inician cursos, y el innovar sin equipamiento, por ejemplo, enseñar temas de robótica, sin disponer de los equipos físicos (hardware); en segundo lugar, evaluar qué tan efectiva es la enseñanza con simuladores, porque si bien es cierto que pueden ayudar mucho también tienen limitantes; es decir, hay competencias que solo pueden desarrollarse en los estudiantes durante el contacto con los equipos físicos. 

“Yo soy en parte defensor de los simuladores con algunas restricciones, porque nunca es lo mismo simular algo y nunca tocarlo. Le voy a dar el ejemplo de un motor, virtualmente puede simular que está funcionando normal, hay simuladores en los que uno puede hacer un cortocircuito y no se va a quemar, pero en la vida real no es así, también tenemos efectos de temperatura, fricción, que si en un momento no nos funciona algo el motor tendrá problemas”, explicó durante una reciente entrevista con Disruptiva Media. 

Sostiene que uno de los aportes del estudio apunta, precisamente, a que los centros educativos que utilizan los simuladores virtuales como herramienta de enseñanza tienen que cambiar su metodología, en función de que aquello que los estudiantes aprendan no esté alejado de la realidad que se vive en el mercado laboral. 

El especialista en informática detalla que el uso de los simuladores es más conveniente en el campo de la electrónica, la robótica y en el llamado Internet de las Cosas (IoT), porque en estas disciplinas se manejan muchas variables relacionadas con la física, hidráulica, mecánica y, además ya se están integrando equipos electrónicos en la nube con dispositivos móviles. 

“Existen muchas formas de realizar la simulación como estrategia de aprendizaje, pero en esta investigación se estudió la simulación virtual que señala “la recreación de la realidad representada en una pantalla de computadora. Una simulación que involucra a personas reales que operan sistemas simulados (Sánchez Mendiola et al., 2023, p. 353)”, cita Cuchillac en el artículo científico. 

Explica que en la simulación virtual se pueden utilizar dispositivos hápticos (chalecos, guantes, todo lo relacionado con el tacto), visores para realidad aumentada y realidad virtual, y equipos conectados a un computador como los simuladores de carro o avión. 

Entre las ventajas de esta metodología de simulación virtual, según describe el investigador, están el que el costo de utilizar simuladores para enseñar es menor con respecto al que implica contar con los equipos físicos para realizar las prácticas; otra de las ventajas es que los docentes con los simuladores pueden crear escenarios que permitan que los estudiantes trabajen en equipo, incluso si están en sitios diferentes, lo que favorece democratizar la educación; también el profesor puede ver el tiempo de desarrollo del ejercicio, incluso llevar estadísticas del trabajo de los escolares en tiempo real. 

En cuanto a las desventajas señala que, dependiendo del software que se está utilizando, puede haber una ligera o gran diferencia con la realidad, por ejemplo, puede ser que un simulador permita ver muy bien el comportamiento electrónico, pero no permite evidenciar el comportamiento que tendría el equipo en la práctica real en cuanto a ver la temperatura y se puede quemar.  

El doctor Cuchillac expone que, además, contrario a lo que ocurre cuando se tiene que construir el equipo físico para hacer las prácticas, con los simuladores los escolares no tienen la oportunidad de trabajar algunos aspectos, entre ellos saber planificar un proyecto teniendo en cuenta sus costos, el tiempo que llevará desarrollarlo, no pueden determinar los criterios de diseño, porque todo eso ya lo ha establecido el creador del software de simulación. 

Los retos para enseñar con simuladores no solo implican que las instituciones tengan de los mejores programas y los más actualizados, sino que también los profesores dominen los conocimientos que van a impartir, que sean creativos a pesar de que la currícula oficial ya establezca los contenidos que tienen que trabajar, también supone que los estudiantes tengan conectividad de calidad y las competencias básicas para el aprendizaje. 

“He tenido estudiantes con una baja comprensión lectora, con baja atención, o jóvenes que no quieren pensar sino porque vieron un video en YouTube y lo repiten, (o) hacen los pasos en el simulador de manera automatizada, sin llegar a una dimensión de pensamiento crítico, reflexionar lo que están haciendo; otro reto son las competencias que pueda tener el docente», señala. 

El doctor Cuchillac señala que es bueno que antes de entrar a trabajar con las máquinas físicas se hagan prácticas con los simuladores para evitar daños. “Entre las recomendaciones que podemos brindar están evitar el uso excesivo de este modelo de enseñanza, porque la retroalimentación que debe de dar el profesor es necesaria, así como esa vinculación con la realidad. La actualización constante de los formadores (profesores, facilitadores, instructores) porque los simuladores al ser una tecnología avanzan muy rápidamente. Muchas veces el simulador posee actualizaciones que tal vez el profesor se ha quedado atrás y entonces ya no enseña de manera efectiva”, advierte. 

El docente no desaparece por el momento, y el uso de los simuladores no debe suponer desconfianza o temor a ser desplazado, pues es un recurso que valioso en un profesor motivado e innovador, pues la retroalimentación y motivación humana son vitales en el aprendizaje. 

Otras de las conclusiones de la investigación es que los docentes deben utilizar otro tipo de recursos para sustentar la experiencia de los estudiantes, por ejemplo, asignar lecturas de estudio de casos, ver vídeos de la máquina que el software está simulando, para que tengan una mejor idea del funcionamiento de los equipos físicos. 

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