

Óscar Picardo
La hora de los cretinos…
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“La estupidez insiste siempre…”
Albert Camus
“Los cretinos” de Roald Dahl -ilustrado por Quentin Blake- es un libro breve para un público infantil con una pedagogía moral y divertida en dónde se enseña ciudadanía a través de los malos ejemplos de los cretinos y el maltrato, el descuido y la venganza y su antípoda, la convivencia, la empatía y la amabilidad. Un libro que los políticos contemporáneos de manera urgente deberían leer…, antes de El príncipe de Maquiavelo o El Arte de la Guerra de Sun Tzu.
¿Qué es un cretino…? En los diccionarios o en el campo psicológico, un cretino es un sujeto cuyo comportamiento es estúpido o necio. Eso significa que suele comportarse según su parecer sin medir los efectos que podría acarrear en su entorno.
Me da la impresión de que las diversas redes sociales han abierto las puertas de la estupidez humana; al principio parecía que estas aplicaciones democratizarían las comunicaciones y el poder con una transformación digital potente, pero, además de eso, las redes sociales son el principal espacio de expresión de la idiotez humana, no hay dudas y ya el semiólogo Umberto Eco nos advertía en 2015 sobre la legión de idiotas que avanza sin precedentes.
Vivimos el momento de los cretinos…
Hoy en el mundo ridículo y caprichoso de la geopolítica digital observamos a los cretinos en su máximo esplendor, opinando estupideces, creando conflictos o ejecutando proyectos u obras ridículas para complacer a su ego o a sus seguidores; para lograr más engagement y leads; y en esta competencia de estupideces cada día se superan más y más.
El sistema educativo también se ha rendido ante los cretinos; hoy no se puede educar no exigir porque muchos creen que la exigencia puede afectar psicológicamente la autoestima de los niños y niñas. Los docentes tienen miedo y los sistemas de administración escolar se rinden ante las estupideces del bienestar emocional de la niñez. Por si fuera poco, el discurso de inclusión irracional como moda educativa sigue desfigurando lo poco que queda en la pedagogía y didáctica contemporánea.
Aparecen en escena influencers, youtubers, creadores de contenido, quienes son los segundos en la línea jerárquica de los cretinos, enarbolando ridiculeces para incrementar los flujos de consumismo e invertir la mediana estética que teníamos. ¿Ya leyó la letra de “El único” de Ca7riel y Paco Amoroso?, no tiene nada que envidiarle a las porno canciones de Bad Bunny u otros reguetoneros, y son la última alucinación musical con su Tiny Desk. Aquí la fauna es amplia e impresionantemente impredecible, encontramos de todo. Y esto no es un tema de relevo generacional, es algo más sofisticado con cientos de miles de seguidores que se ilustran y educan en el arte de lo ridículo y de lo perverso.
No podemos obviar los challenges, retos o desafíos para exponer gráficamente la estupidez humana. En 2019 publicamos el artículo “La generación de los challenges”, y anotábamos lo siguiente: Puede ser que antes del 2014 ya tengamos alguna experiencia de Challenges, pero si algo marca el inicio de este fenómeno es el “Ice Bucket” (conocido en español como desafío o reto del balde de agua fría o helada) que inició como una campaña publicitaria solidaria con los enfermos de esclerosis lateral amiotrófica, impulsada entre otros por el estadounidense Corey Griffin, y al cual se sumaron figuras de talla global, deportistas, actores, políticos, etcétera. Luego siguieron –en grado de peligrosidad-: Banana Peel Challenge; Choking Game; Planking Challenge; El reto del hielo y la sal; el reto de la Canela; El NekNominate; Kiki Challnge; no Lakin Challenge; Tide Pot Challnge; Condom Challenge; Blue Whale Challenge; entre muchos otros que ponían en grave riesgo la salud de los participantes. La lista es interminable ¿sabe si su hijo ha participado en uno de estos…?
Así la sociedad se fue idiotizando e ingresando en un camino entrópico que ha concluido en procesos democráticos absurdos, votando por personajes políticos con un toque de “súper héroes” que salvarán a las sociedades y al mundo; ejemplos sobran.
En la historia de la humanidad siempre ha habido cretinos, pero antes eran más discretos o estaban menos expuestos; inclusive muchos cretinos sabían que lo eran y actuaban en las sombras o les daba vergüenza exponerse. Hoy parece ser que ser cretino es una virtud y que vale la pena alardear las estupideces.
Quizá el dúo cretino más emblemático en estos momentos es el de Donald Trump y Elon Musk…; quieren comprar Groenlandia, hacer que Canadá se parte de Estados Unidos, recuperar el Canal de Panamá, cambiarle el nombre al Golfo de México… ¿qué otra locura sigue en su saga MAGA?; y lo peor es que hay gente que aplaude estas idioteces. En la lista de cosas cretinas asombrosas incluiría: la campaña política de Javier Milei, fue ridículamente épica, absurda y efectiva; los discursos apoteósicos anti imperialistas de Nicolás Maduro, incluyendo su inglés sin barreras; o los intentos de cooperación del presidente Bukele a España y Costa Rica … algo verdaderamente surreal.
Así estamos, como un cuadro de Salvador Dalí, oníricos, utópicos, distópicos, renacentistas, narcisistas, megalómanos y surreales; a este ritmo de idioteces en poco tiempo la Inteligencia Artificial controlará nuestras vidas sin que nos demos cuenta.
¿Qué sigue…? No lo sabemos, pero debemos estar preparados para cualquier situación absurda y poco a poco plantearnos como resistir o detener a la legión de cretinos, es peligrosamente real y letal.
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