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 2706-5421

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Susana Joma

“Las instituciones educativas deben adecuar su programa curricular para sobreponerse al cambio inminente del uso de la IA”, Liseth Oviedo

Superar el temor a los alcances de la Inteligencia Artificial (IA), hacer cambios en los procesos de enseñanza y de formación docente de cara a esa herramienta tecnológica son parte de los retos que el país tiene que afrontar para no quedar rezagado, según se desprende del reciente estudio denominado “Dilema de la inteligencia artificial: pensamiento crítico y generaciones digitales”, de la investigadora Liseth Oviedo. 

El estudio, publicado en la revista Realidad y Reflexión No. 58 por UFG Editores, de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), hace un análisis del impacto social, los alcances de la inteligencia artificial y cómo debe prepararse el país ante el creciente avance de estas herramientas tecnológicas. 

En el trabajo se expone que de las seis generaciones de personas que ha habido a la fecha (Silenciosa (1930 –1945); Baby Boomers (1946 –1964); X (1965-1980); Millenials (1981- 1995); Z (1996-2012); y la Alpha), las tres primeras muestran recelo ante las repercusiones que tendrá el uso de la IA en el ámbito laboral, aunque también en el caso de los Baby Boomers y Millenials han tenido que ir adoptando el uso de la tecnología en el ámbito laboral. 

En el caso de las generaciones digitales Millenials, Z y Alpha estas ya han adoptado la IA de manera experimental, para responder a sus consultas, planificar itinerarios de viaje, modificar fotografías y simplificar situaciones cotidianas, etc. 

Oviedo, al hablar en entrevista con Disruptiva Media sobre los temores hacia la IA, expone que en su artículo se busca explorar el tema de si esta inteligencia llegaría a suplir el pensamiento humano; lo segundo tendría que ver desde el punto ético en la forma en que va a ser utilizada; y el tercero es el temor de los profesionales con la utilización de esta herramienta. 

La investigadora, quien tiene pregrado en Ciencias Jurídicas y un postgrado en Entornos Virtuales del Aprendizaje, explica que hay tareas que ya pueden hacer las IA de forma automatizada, como atender clientes, redactar documentos, gestiones bancarias; incluso un informe del Banco de Inversión Goldman Sachs, publicado a fines de marzo 2023, señala que esta herramienta podría reemplazar a un cuarto de todos los empleos realizados actualmente por humanos, pero que también creará más productividad y nuevos trabajos. 

Sin embargo, el estudio también enfatiza ventajas que las personas tienen sobre la IA, una de ellas y muy importante es la habilidad del pensamiento crítico, que como tal debe ser aprovechada, impulsada, para no verse desplazado. 

El pensamiento crítico es una de las principales habilidades del ser humano que, hasta el momento, no se ha podido desarrollar en la inteligencia artificial, indica la investigadora del ICTI. 

Además, en este trabajo se evidencia que, actualmente, la IA aún no puede tomar decisiones por sí misma y no posee la capacidad de autoconciencia, algo que es un elemento de vital importancia en el pensamiento crítico. 

El artículo científico explica que el sujeto (persona) que produce conocimientos posee múltiples ideas, siente, edad, experiencias vividas y un intelecto peculiar, pero eso no tiene inteligencia artificial, con lo que esta tiene un pensamiento menos elaborado. “A la inteligencia artificial se le puede dar una ruta de pensamiento, se le puede dar una ruta de estratégica para que realice cierta actividad, pero siempre tiene que ir como decidido, ejecutado. supervisado por el pensamiento humano”, agregó durante entrevista. 

Otro punto de ventaja del humano sobre la IA es   precisamente en el tema de la ética, que según las palabras de la investigadora es la reflexión del propio modelo de vida: acciones, comportamientos actos, en donde la razón tiene un papel importante en la toma de decisiones para comprender, justificar y argumentar. Esta reflexión es un proceso inmersivo de evolución personal. 

“La ética, al igual que el pensamiento crítico, se encuentra reservada para los seres humanos, ya que está principalmente relacionada con el comportamiento de los humanos, e implica la propia argumentación de los motivos de la acción”, agrega. 

Oviedo plantea que de cara a esta nueva realidad que se desprende del avance de la tecnología y los cambios que trae en el mercado laboral “Las instituciones educativas deben adecuar su programa curricular para sobreponerse al cambio inminente del uso de la IA”, para preparar ciudadanos, profesionales que no estén obsoletos frente a estas herramientas, que no sean fácilmente reemplazables por ellas y que por el contrario puedan sacarle provecho. “A primera vista, las carreras STEM (acrónimo en inglés de Science, Technology, Engineering and Mathematics) son las más indicadas para poder trabajar en IA”, cita en el estudio. 

También sostiene que por esta razón es una obligación fundamental para los educadores explorar y maximizar todos los procesos cognitivos de análisis entre los estudiantes, para entrenarlos a no solo ver la información en las redes sociales, sino también contextualizar, contrastar y emitir juicios de valor a partir de la información que se les presenta. 

En este mismo contexto indica que, cada docente, dependiendo de la asignatura, debe ver cómo puede integrar las (IA) de forma estratégica en el proceso de enseñanza para que tanto ellos como los alumnos le saquen provecho, siempre con una visión responsable. 

“El desarrollo de la inteligencia artificial en los procesos de enseñanza – aprendizaje no tiene por qué ser escalofriante. Lo que debe preverse en la actualidad son las limitaciones del uso, establecer criterios para un uso adecuado, aclarar las consideraciones éticas, pedagógicas y legales cuando se utiliza la IA”, precisa. 

Aunque Oviedo destaca que la inteligencia artificial es una herramienta adecuada para desarrollar actividades cotidianas, porque su uso ahorra tiempo, ayuda al perfeccionamiento de procesos, a la optimización de recursos, entre otros beneficios, enfatiza que, en términos éticos, los estudiantes deben aclarar o indicar que ha existido colaboración de inteligencia artificial para elaborar alguna parte o toda una actividad, porque no es una creación propia. 

La IA, en el campo educativo, pone a los docentes el reto de adquirir técnicas que le ayuden a comprobar que el alumno desarrolló la actividad de forma ética. 

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