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 2706-5421

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Raúl Benítez / Jeser Candray

Los aranceles internacionales y el caso de la Nintendo Switch 2

Los aranceles comerciales son impuestos que un país cobra a los productos que vienen del extranjero. Es decir, cuando algo se importa (como ropa, materias primas, tecnología o comida), el gobierno puede cobrar un extra por traerlo desde otro país.

Estos sirven como una medida para proteger empresas, recaudar dinero o controlar el comercio; este último punto parece ser la estrategia implementada por EE.UU. en su cruzada arancelaria mundial.

Donald Trump, presidente de ese país, implementó su estrategia de aranceles como parte de una política proteccionista bajo el lema «America First». Su objetivo principal, según dijo, es el de el déficit comercial de Estados Unidos, proteger a la industria y presionar a sus socios comerciales para que adoptaran prácticas más favorables a los intereses estadounidenses.

Los aranceles se convirtieron en una herramienta clave para renegociar acuerdos, especialmente con China, México y la Unión Europea, marcando un cambio drástico en la política comercial de EE. UU. respecto a décadas anteriores de apertura y globalización.

Tuit de la Casa Blanca anunciando el "Liberation Day". Esta tabla, en la que se incluye a El Salvador, muestra las tarifas impuestas a todos los países.
Tuit de la Casa Blanca anunciando el «Liberation Day». Esta tabla, en la que se incluye a El Salvador, muestra las tarifas impuestas a todos los países.

El pasado 10 de abril, el gobierno norteamericano decidió poner una pausa a la implementación de aranceles recíprocos, con excepción de China, como medida de mitigación al impacto mundial que estas tarifas tendrían en el mundo y, por supuesto, los mismos EE.UU.

Varias empresas se han visto afectadas, entre ellas Nintendo, una empresa enfocada en la creación de hardware y software para juegos de video. El 2 de abril anunciaron al mundo la Nintendo Switch 2, una consola híbrida (portátil y de sobremesa) con la que esperan repetir el éxito de ventas del modelo anterior. Ese mismo día, con horas de diferencia, el presidente Trump mostraba al mundo un cartel con las tarifas que su país cobraría a los productos importados de todo el globo, una medida que tuvo que hacer que la empresa, de origen japonés, pusiera un alto a las reservas de sus juegos para este año.

Disruptiva conversó con Luan Azevedo, economista brasileño graduado por la Facultad de Administración y Economía en Curitiba, Brasil, para que nos explicara, de manera sencilla, como funciona esta estrategia de precios, y cómo, un producto que fue presentado en $450 podría ver incrementado su precio en esta guerra comercial.

¿Luan, cómo funcionan las tarifas arancelarias entre países y qué objetivos persiguen los gobiernos al implementarlas?
Probablemente has hecho algún viaje en familia en carro por el país y te has encontrado con peajes en algún momento. Las tarifas arancelarias son como “peajes” que un país cobra cuando un producto viene del extranjero. Por ejemplo: si una consola de videojuegos viene de Japón a El Salvador o a Estados Unidos, el gobierno puede cobrar una tasa o impuesto extra para que entre. ¿Y cuál es el objetivo del arancel?  El objetivo es proteger a las empresas del propio país — como decir: “¡Ey, compren lo que se produce aquí, no lo de fuera!” — o recaudar dinero para invertir en bienes públicos, como salud y educación.

¿De qué manera las tarifas aumentan el precio final de productos como la Switch 2?
Imagina que la Switch 2 cuesta 450 dólares. Si un país cobra una tarifa del 20%, el precio subirá a 540 dólares solo por esa tasa. La empresa necesita cobrar más caro para no tener pérdidas, y quien siempre paga ese valor adicional es el consumidor.

¿Las tarifas impuestas por EE.UU. ayudan a proteger las empresas del país o causan problemas?
Depende. En pocos casos tenemos ejemplos que puedan ser beneficiosos. En uno u otro caso, podemos decir que si un país fabrica celulares y el gobierno cobra una tarifa a los celulares importados, más personas pueden comprar el celular fabricado localmente. Eso es lo que Estados Unidos quiere, además de forzar el regreso de industrias estadounidenses ubicadas en Asia al país. Pero, en la mayoría de los casos, puede perjudicar: si los productos del extranjero se vuelven muy caros, eso genera inflación a corto plazo, o los consumidores tienen menos opciones o pagan más por cosas que antes eran baratas. Eso afecta a familias enteras.

¿Cómo el aumento de los costos de producción se convierte en aumento en el precio para el público?
Si la empresa gasta más para fabricar en el país debido al costo de producción de una consola de videojuegos o para traer una consola de Nintendo (por causa de la tarifa), necesita venderla más cara. Es como si tú vendieras pasteles para ganar dinero. Con el aumento en el precio de algún ingrediente del pastel, tendrías que gastar más dinero para hacerlo, por lo tanto, tendrías que cobrar más por rebanada para poder recuperar lo que invertiste. Ese gasto adicional generado por las tarifas para componer el precio del producto final solo genera costos para el consumidor sin un retorno para la sociedad. A eso lo llamamos “peso muerto”, una referencia a que el mercado está siendo ineficiente.

Anuncio de la empresa GameStop avisando sobre el retraso en la reservas de la Nintendo Switch 2.

¿Por qué este caso de Nintendo es bueno para explicar globalización y riesgos?
Porque muestra, de forma sencilla, cómo funciona la ventaja comparativa — una idea antigua de la economía, pero que todavía es válida hoy en día.
Imaginemos que Japón es muy bueno creando videojuegos, como ha sido desde los años 90, pero es más caro fabricar todo allí. En cambio, países como China o Vietnam pueden ensamblar los dispositivos a un costo menor. Entonces Nintendo hace lo siguiente: diseña el Switch en Japón, pero manda a fabricarlo a otro país donde es más barato. Eso es usar la ventaja comparativa a su favor — cada país hace lo que sabe hacer mejor o más barato. Todo se trata de eficiencia económica.
Pero ahí entra el riesgo: si Estados Unidos, uno de los mayores mercados de Nintendo, decide aplicar una tarifa extra de, por ejemplo, 20%, el precio de un Switch puede subir y venderse menos, porque se vuelve más caro para los consumidores.
Entonces Nintendo intentó evitar esto y mudó su fábrica de China a Vietnam. ¡Pero EE.UU. también impuso tarifas a Vietnam! Así que volvió a salir perjudicada. Esto muestra que en un mundo globalizado, donde las empresas trabajan con muchos países, un cambio en un solo lugar (como una nueva tarifa) puede afectar todo.

¿Es fácil para las empresas mudarse de país para evitar esas tarifas?
Es difícil. Las que logran hacerlo son empresas multinacionales que tienen plantas de producción distribuidas por el mundo. Y ni siquiera para ellas es tan simple. Hay que encontrar espacio, contratar personas, capacitar al personal…
Algunas empresas lo consiguen, pero eso requiere tiempo y dinero.

El presidente Trump de forma sorpresiva suspendió al menos 90 días redujo el efecto de los aranceles, ¿por que se dice que de todas maneras el daño ya está hecho en la economía mundial?

A pesar de la suspensión temporal de los aranceles, los impactos de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y otras naciones, especialmente China, ya han dejado huellas profundas en la economía global. Ya existe una incertidumbre que rodeó estas disputas comerciales, lo que comprometió inversiones, desmontó cadenas de suministro y afectó la confianza de los mercados. Muchas empresas, temiendo un agravamiento de los aranceles, postergaron decisiones estratégicas, reestructuraron operaciones o enfrentaron pérdidas significativas debido a la contracción del comercio internacional. Incluso con el alivio momentáneo que trajo la suspensión parcial de los aranceles, los efectos negativos acumulados no desaparecen de inmediato y siguen influyendo en el ritmo de crecimiento de la economía global.

En Estados Unidos, por ejemplo, los consumidores fueron los primeros en sentir el impacto. Los aranceles elevaron los precios de productos importados —como electrónicos, ropa y automóviles—, presionando la inflación interna. A corto plazo, esto puede costar miles de dólares al año a las familias estadounidenses, sin que la recaudación generada por los aranceles compense las pérdidas generales. Además, crece el temor a un escenario de estanflación, caracterizado por bajo crecimiento económico combinado con una alta inflación.

La respuesta de China fue rápida. El país pasó a aplicar aranceles del 34% sobre productos estadounidenses como la soja y el pollo, lo que intensificó aún más la guerra comercial con EE.UU. El impacto fue inmediato en las bolsas globales, que registraron caídas significativas. Canadá y México, blancos iniciales de los aranceles estadounidenses del 25% impuestos en marzo, anunciaron represalias, pero el anuncio de una suspensión temporal de estas tasas trajo algo de alivio. La Unión Europea también está evaluando medidas de respuesta.

Los mercados financieros reaccionaron con una fuerte volatilidad. Podemos notar las consecuencias observando el índice S&P 500, que cayó más del 4%, y las bolsas estadounidenses perdieron más de 7 mil millones de dólares en valor de mercado en pocos días.

Perfil del economista

Luan Azevedo es un economista brasileño. Graduado en Economía por la Facultad de Administración y Economía en Curitiba, Brasil. También es licenciado en Periodismo y con maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Federal de Paraná, en Brasil.

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