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Susana Joma

“Tenemos alumnos de segundo año de bachillerato que no pueden hacer sumas, ni restas…”, señalan profesores de centros públicos

Profesores que trabajan en instituciones de educación media del sector público de la zona occidental del país coinciden en su preocupación ante marcadas deficiencias que al inicio del año escolar 2025 han identificado en los estudiantes de ese nivel, sobre todo en matemática, sin quedar atrás lectura y escritura.

“Lastimosamente tenemos alumnos de segundo año de bachillerato que no pueden hacer sumas, ni restas, ni multiplicación, ni mucho menos división de fracciones; entonces con bachillerato tenemos que regresar a esto también que es un tema de sexto grado y así sucesivamente”, afirmó la profesora Xiomara de Martínez, al hablar de las experiencias que enfrentan con el inicio de un nuevo año lectivo.

La educadora, quien da clases a alumnos de primero y segundo año de bachillerato en una de las instituciones educativas públicas de la zona occidental, afirmó también que “inclusive las tablas (de multiplicar) es un tema grave ahora con los chicos de bachillerato. Tenemos que dedicar unas dos clases para estar repasando», para comenzar con ellos otros temas del nivel correspondiente.

De Martínez externó que son los alumnos que durante la pandemia estaban en quinto y sexto grado los que están presentando estas deficiencias al llegar a la Educación Media, es decir los que recibían clases en la modalidad en línea, con auxilio de guías y videos de YouTube.

A su criterio los problemas que arrastran los alumnos también tienen que ver con que son pocos los que tienen un compromiso real cuando se trata de autoaprendizaje, como se requería en la pandemia, a esa situación se suma el que muchos escolares en Educación Básica se acomodaron a que sus profesores, atendiendo directrices oficiales, siempre los pasaban de grado, independientemente de si tenían, o no, los conocimientos y las competencias requeridas, pero ahora les está costando porque en Educación Básica tienen que pasar el grado por mérito, ante lo cual es necesario crearles nuevamente la cultura de la responsabilidad.

En su día a día la profesora Xiomara atiende la asignatura de Matemática con dos secciones de primer año de bachillerato y dos de segundo año, que rondan cerca de 130 alumnos. En ese contexto advierte que el principal reto al que se enfrentan es el de lograr que los estudiantes le pierdan el miedo a la materia y que ellos vean que equivocarse no está mal, que no todo se da a la primera oportunidad.

José Santos Vásquez, otro experimentado profesor que imparte matemática en el bachillerato de un centro educativo de la zona occidental, coincidió en que muchos de los alumnos que atiende “tienen una dificultad bastante grande” para aprender los nuevos contenidos de esa asignatura. “Esos dos años de pandemia les afectó un montón. Y es que los que están ahorita en bachillerato son los que estaban en cuarto, quinto grado, en donde miran temas que son base, lo de la multiplicación, lo del máximo común divisor, lo de la Geometría, y por eso ahorita algunas de las unidades de matemáticas para ellos están bastante difíciles, críticas, porque les falta mucho (conocimiento básico)”, subrayó el docente coincidiendo con las palabras de su colega.

Vásquez también sostuvo que le ha tocado estar dando bastante repaso a los estudiantes para poder nivelarlos un poco, porque de lo contrario no puede continuar desarrollando los contenidos de matemática que se ven en bachillerato. “Están bastante deficientes (los jóvenes), hasta de lectura, tienen una letra muy mala”, indicó.

Comentó que estos estudiantes, que rondan los 16 y 17 años, tienen problemas para interpretar, lo que afecta a la hora de resolver los ejercicios: “A veces con la calculadora hacen la operación matemática, pero el análisis de lo que se les pregunta en el ejercicio no lo pueden hacer”. El educador teme que la situación de enseñanza será mucho más complicada para la planta docente de Educación Media cuando lleguen los alumnos que durante la pandemia estaban en primer grado.

Una de las cosas que el educador lamenta es que no puedan atender a los escolares en los grados según su nivel de conocimiento, porque el Ministerio de Educación ha establecido que deben estar en el grado según la edad, pone como ejemplo que, si un niño tiene ocho años, aunque no sepa leer ni escribir tiene que estar en segundo grado y no en primero donde se obtiene ese conocimiento.

Las deficiencias en los alumnos son tales que, según expuso el profesor Vásquez, en algunos casos tienen que pedir apoyo a los colegas que están en el programa Régimen de Docentes Auxiliares Inclusivos (DAI), para que les ayuden con el refuerzo; en otros casos se apoyan con estudiantes que están en servicio social estudiantil.

 El DAI es un programa que el Ministerio de Educación (MINED) lanzó y funciona para primero y segundo ciclo de Educación Básica, en aras de solventar vacíos en el aprendizaje de los escolares.

El profesor Vásquez dijo que en la escuela en donde trabaja, durante las pruebas diagnósticas hechas a los estudiantes en el inicio de año, tuvieron que echar mano de alumnos de tercer año de bachillerato para que ayudaran a estudiantes de educación básica, que no sabían leer, a resolver esa evaluación. En ese caso los escolares que sirvieron como auxiliares iban leyendo las preguntas a los niños, pero en el caso de algunas cosas de matemáticas los estudiantes evaluados no las pudieron resolver.

Se requieren mejoras en los textos 

La profesora Xiomara de Martínez advirtió que hay necesidad de que los libros de ESMATE, utilizados por los estudiantes de las escuelas públicas, sean objeto de una mejora, pues considera que “no están contextualizados” y debido a ello los estudiantes no lo entienden al momento de abrirlos.

Señaló que los textos de la asignatura de Matemática tienen lenguaje técnico que los escolares no dominan. En su caso dice que ella trata de trabajar junto con los estudiantes conceptos más sencillos para que puedan aprender a resolver los ejercicios; además, trata de que los escolares no solo aprendan el método de resolución de problemas que está en el libro, sino que incluso les enseña una segunda fórmula que les resulte más fácil para llegar a la misma respuesta, al final ellos decidirán cuál les conviene.

El profesor Denis Ramírez, también docente de matemática de un centro de enseñanza público de la ciudad de Santa Ana, tras subrayar que los resultados de las pruebas internacionales cada vez muestran que en relación con las matemáticas no hemos mejorado en relación con otros países, manifestó que se deben hacer cambios, incluyendo también mejorar los libros de ESMATE.

Ramírez subrayó que los ejercicios están planteados en forma muy monótona, porque la mayoría de los ejercicios ayudan a comprender la cuestión mecánica de la matemática, pero no el análisis más fuerte y eso es lo que pone a los estudiantes salvadoreños en desventaja en pruebas como PISA.

“Ahora que ya está bien fundamentado lo del Programa ESMATE deberían hacerse algunas correcciones, claro cambiar un libro de la noche a la mañana es bastante complicado, pero (se pueden) hacer unas adecuaciones en relación con algunos tiempos”, detalló.

En este contexto señala que es necesario que se haga una consulta abierta en la que participen especialistas, profesores, representantes de gremios docentes, para revisar cómo se está sirviendo la matemática desde el currículo general y determinar qué pasos dar, porque siempre se han aplicado modelos de enseñanza que vienen de otros países, con contextos diferentes y su adaptación al país solo ha sido trabajada por especialistas que no tienen experiencias en el aula.

¿Realmente están aprendiendo los alumnos?

El doctor Jeser Candray, especialista en educación matemática, comentó que durante una reciente capacitación con maestros logró conocer cómo los docentes de aula están luchando precisamente con los vacíos que arrastran los estudiantes en cuanto a las operaciones matemáticas básicas, pero también con las limitaciones que ellos tienen para ayudar a llenarlos.

Candray, quien también es investigador de la Dirección de Proyectos y Transferencia Tecnológica (DTT), de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), recapituló que, de acuerdo con los testimonios de los educadores, son los niños de las zonas rurales los que tienen más deficiencias académicas como se puede observar cuando llegan a los institutos de enseñanza media ubicados en los cascos urbanos.

“La otra cosa que detectaron (los profesores) en la aparte de matemática fue como una limitación que tienen ellos ahora con respecto a los libros que les están entregando, en el sentido de que algunas veces sienten que la programación es muy cuadrada para lo que ellos pudiesen dar, por ejemplo, dicen (que) a principio de año hay que dar una semana, o dos semanas de refuerzo, pero eso es insuficiente para todas las dificultades que van trayendo”, precisó.

¿Cómo impacta el que un niño llegue al bachillerato con esas grandes debilidades académicas? Candray sostuvo al respecto que esto puede generar un retraso en el cumplimiento del currículo, por esas semanas que tienen que dedicar a reforzar al alumno. Esto implica que si el año inicia con la expectativa de cubrir el 80 % de currículo al final puede terminarse cumpliendo con un 20 % o 30 %.

El especialista expuso que, pese a los esfuerzos de los profesores, es difícil que en esas dos semanas de refuerzo se logre cubrir todos los vacíos que lleva el alumno, eso complica al docente para avanzar con el desarrollo de los temas en el tiempo que se los establece el MINED.

Candray externó que los profesores actualmente están entre la espada y la pared porque muchos quisieran dedicar más tiempo a los alumnos para subsanar esas deficiencias, pero no pueden hacerlo precisamente debido a que las autoridades del MINED y los directores de las escuelas exigen cumplir al pie de la letra con los tiempos de desarrollo de los contenidos de las asignaturas. Sino lo hacen son cuestionados como malos maestros. No obstante, en medio de esta situación está también atrapado el alumno que a duras penas si acaso logran ir aprendiendo los nuevos temas del bachillerato.

“Lo que yo les decía a los profesores es que algunas veces se hace un pacto de silencio entre el profesor y los estudiantes, (como decir) yo voy a fingir que ustedes están aprendiendo y ustedes fingen que yo les estoy enseñando bien. Eso pasa muchas veces en las escuelas, porque se cumple (con ir estudiando) las hojitas de libro, pero en realidad no hay aprendizaje y si estos niños han tenido dificultades con los conceptos básicos es posible que no haya un aprendizaje mayor, a profundidad de otros conceptos matemáticos.  Nos quedamos nada más en lo algorítmico, que es casi 100 % operaciones matemáticas, que al aprender algoritmos no se aprenden otras competencias matemáticas”, puntualizó el investigador.

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