Balmore Pacheco

Cómo surgen y por qué fracasan las políticas públicas

Las políticas públicas surgen por lo general en respuesta a un problema y a su elevación a la esfera pública, muchas veces expresada en forma de conflicto (huelgas, protestas callejeras, escándalos mediáticos, entre otros)Esto no significa que el conflicto sea el justificativo sine qua non para que un gobierno intervenga en la satisfacción de una necesidad o demanda de algún sector de la sociedad o de toda ella. Tampoco significa que todos los problemas que aquejan a la sociedad tienen la connotación de interés público y mucho menos se les dé la relevancia y atención por parte de los poderes del Estado. Vemos con frecuencia que muchos de los problemas y necesidades sentidas de la población usualmente no tienen la visibilidad ni son parte del ideario colectivo como para provocar la intervención de esos actores de poder, volviendo agudos y crónicos esos problemas. 

En el planteamiento de Subirats (1992), un problema cobra relevancia pública cuando se presenta una o varias de las circunstancias siguientes: i) el tema ha alcanzado proporciones de crisis y, por tanto, no puede continuar siendo ignorado por los poderes públicos; ii) el problema ha adquirido características peculiares o significativas que lo diferencian de una problemática cotidiana; iii) el asunto provoca una seria situación emotiva que atrae la atención de los medios de comunicación; iv) el tema que originalmente tenía dimensiones limitadas va adquiriendo importancia global; v) el problema desencadena en cuestiones relacionadas con legitimidad y afectan al núcleo sensible del poder público; y vi) el tema alcanza gran notoriedad pública por conectar con tendencias o valores de moda. 

Adicionalmente a estos factores, siempre en la línea de lo que Subirat plantea, el ascenso de un problema a un tema de agenda pública, precisa además de la intervención de aquellos actores sociales que tienen cierta influencia en la formación de esta, entre ellos: los grupos organizados representativos de intereses sociales, los partidos políticos, los sectores influyentes del aparato burocrático, los creadores de opinión, los sectores afectados por el problema, entre otros. En tal sentido, el ascenso de un problema a asunto público dependerá en buena medida del nivel y tipo de organización de estos actores sociales, así como de su capacidad política de ejercer influencia. 

Es precisamente esta trama de factores y actores los que intervienen en la conformación de las políticas públicas, pero de igual manera la que puede provocar que estas fracasen, pues con frecuencia los problemas abordados desde lo público no responden a necesidades sentidas de la sociedad, ni a un genuino análisis técnico, ni a voces legítimas que las demandan, sino a intereses de sectores específicos, que en virtud de su poder fáctico, su fuerza mediática y su capacidad de manipular opinión (grandes medios de comunicación tradicionales, casas encuestadoras y en la actualidad las fábricas de troles), los que determinan la agenda pública y los temas de política pública.  

La vulnerabilidad de un pueblo a la manipulación mezquina de los poderes fácticos –y no fácticos también– en los temas de política pública, sin duda se ven afectados por los niveles educativos de la población. Una población con capacidad para acceder e interpretar información, sin duda es menos proclive a ser engañada y manipulada. Gobiernos con orientación populista tienen su caldo de cultivo precisamente en grupos poblacionales de menor instrucción. 

Otro factor que amenaza el éxito de las políticas públicas, en países con debilidad institucional y problemas fiscales –como es el caso de El Salvador– es el hecho de que estas se limitan a declaraciones públicas con alto contenido de marketing (abundancia y frecuencia de spots publicitarios), en el mejor de los casos respaldadas en análisis técnicos robustos y bien fundamentados, pero carentes del financiamiento que requiere su concreción y sostenibilidad para el logro de sus resultados. Muchas políticas públicas en educación, seguridad, vivienda, salud y otros sectores nacen muertas por la falta de financiamiento. 

Finalmente, un elemento adicional por el que fracasan las políticas públicas podría decirse es que estas muchas veces responden a agendas de corto plazo, siendo abordados los síntomas y no las causas estructurales que están a la base de los problemas y necesidades que enfrenta la sociedad. Este es el caso del exceso, por ejemplo, de programas de subsidio, con los que mezquina o ingenuamente, se pretende resolver problemas de acceso a servicios o bienes de primera necesidad, pero sin generar capacidades en la población que los vuelva auto sostenibles. 

En conclusión, el proceso de conformación de políticas públicas requiere que estas sean abordadas desde un enfoque técnico y político, de manera que se garantice por una parte un contenido programático coherente, y por otra, el financiamiento respectivo para su ejecución y sostenibilidad necesaria. A la base de ello deberá estar un acuerdo nacional, que defina una agenda de actuación pública debidamente consensuada entre los diferentes sectores y actores legítimos de la sociedad. 

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