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 2706-5421

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Dr. Raúl Velis

Cuando lo femenino y lo masculino se enfrentan, lo femenino siempre pierde…

En un video de menos de un minuto, que desde el 5 de septiembre recorre las redes sociales, se puede apreciar a un grupo de mujeres congregadas en el monumento a La Constitución: vestidas con ropas negras, con sus rostros tapados y armadas con algunas maltrechas parafernalias que el conocimiento popular relaciona con la brujería, proclaman un “hechizo” en contra del presidente Nayib Bukele, su clan y sus cómplices. Esta burda manifestación solo ha servido para dos cosas: contribuir a la concepción negativa de la feminidad como algo místico, ignorante y delirante; y brindar una oportunidad perfecta para que las figuras de poder a las que estaba dirigido este “ataque” pudieran victimizarse y presentarse como la masculinidad racional y temerosa de Dios.

La feminidad vista como algo negativo o causante de desgracias se remonta a los orígenes de la cultura helénica-judeocristiana (pensemos en los paralelismos entre la Eva del Génesis y la Pandora de los mitos griegos). Pero esta concepción de los femenino como algo “malo” necesitaba en el imaginario colectivo una contra parte positiva, una fuerza equivalente para que puedan enfrentarse en igualdad de condiciones para que, finalmente, lo positivo terminara triunfando sobre lo negativo; evidentemente, este rol sería asumido por el varón.

Este conflicto entre lo femenino visto como algo negativo, y lo masculino como su contraparte positiva, ciertamente no es algo nuevo: podemos encontrar sus raíces en el mismo pensamiento helénico. Ya en la Odisea de Homero vemos un claro enfrentamiento entre lo femenino negativo (las sirenas) y lo masculino positivo (Odiseo); tenemos a un Odiseo viril, valiente e ingenioso, y luego a las sirenas, consideradas como mágicas, seductoras y antropófagas. Estas últimas, al verse vencidas por el masculino ingenio de Odiseo, y ante la inefectividad de sus cantos para atraer y matar a Odiseo y sus compañeros, terminarán suicidándose en un acto de rabia e histeria.

El arquetipo de lo femenino relacionado a la magia, a lo desconocido y a lo potencialmente mortal, se siguió consolidando en estas culturas antiguas del Mediterráneo, sobre todo porque en estas culturas la magia y la religión estaban prácticamente entre mezcladas. Este arquetipo de lo femenino-negativo es meramente un constructo social masculino, ya que el varón vio a la mujer como un ser mágico, incomprensible, misterioso y potencialmente mortal. Será precisamente desde la ignorancia masculina sobre la naturaleza antropológica de la mujer, que se consolidará la figura de la “bruja”, figura que será especialmente temida durante la oscura época de la Santa Inquisición y que será “valientemente” combatida por los jueces e inquisidores (todos varones, evidentemente).

Si bien es cierto en nuestro país no experimentamos nada como la Inquisición, el término “bruja” no nos es desconocido. A muchos de nosotros la palabra “bruja” nos podría evocar a una mujer de risa malvada, nariz verrugosa y sombrero puntiagudo; pero si le preguntáramos a nuestros padres y abuelos, ellos nos describirían una bruja como una señora de edad avanzada, conocida por todos en el pueblo o la colonia, y de conductas malhumoradas y poco tradicionales que se relacionan con lo mágico, lo desconocido y lo potencialmente mortal. Aunque parezca risible, aún hoy en día son abundantes las historias sobre brujas (sobre todo al interior del país) capaces de convertirse a voluntad en animales que pueden causar estragos en los bienes materiales, o en la salud de las personas a las que atacan.

Con los acontecimientos desarrollados durante la protesta que se llevó a cabo en el monumento de La Constitución, y las posteriores reacciones de políticos y personas que simpatizan con el partido político Nuevas Ideas, queda en evidencia que el arquetipo de la bruja (lo femenino-negativo), sigue estando muy presente en nuestro consciente colectivo como sociedad.

Después de que se hiciera viral el video, en donde se puede ver como algunas mujeres vestidas de negro entonan una “maldición” contra el presidente Bukele, la respuesta del primer ciudadano del Estado no se hizo esperar, tampoco las muestras de apoyo de todos sus funcionarios y simpatizantes. A punta de citas bíblicas y el #YoBendigoAlPresidente han convertido al presidente Bukele en el varón virtuoso y temeroso del Señor, que se enfrenta valientemente a un grupo de malvadas brujas, contribuyendo a la consolidación de su imagen pseudo-mesiánica, y aprovechando oportunistamente el conflicto entre lo femenino-negativo y lo masculino-positivo.

La organización que convocó esta protesta-aquelarre se describe en su perfil de Twitter como “activistas feministas”, lo cual solo contribuye más a la satanización de la figura femenina. Aunque, la sátira no ha faltado en todo este circo mediático, junto con los mensajes bíblicos y estampas virtuales de cuanto santo uno pueda imaginarse que se han publicado en apoyo al presidente Bukele, los mensajes de odio son los que más me preocupan personalmente. Hay varios tweets de los simpatizantes del presidente en donde se puede leer mensajes como “abortistas y brujas” y muchas otras expresiones de odio que no puedo, ni quiero replicar en este escrito.

Quisiera finalizar este escrito con dos observaciones puntuales:

Si bien es cierto la asociación feminista que llevó a cabo la protesta lucha por los derechos de las mujeres salvadoreñas principalmente mediante un activismo a través de las artes, con todo esto que provocó su manifestación contra el gobierno “el tiro les salió por la culata”. La puesta en escena de la protesta adoleció de una falta de visión estratégica, sobre todo debido al contexto machista de nuestro país; les dieron suficiente material a los simpatizantes del partido en el poder para generar más odio y burlas contra el trabajo social de la organización, al presentarse como lo femenino-negativo (mujer-feminista-bruja). En efecto, este espectáculo encarnó el estereotipo de lo femenino-negativo (quisiera creer que fue de manera involuntaria), y para lo único que sirvió este montaje fue para fortalecer, aún más, la figura de pseudo-mesías del presidente, transformándolo a él en el típico estereotipo de lo masculino-positivo.

Si la oposición política (ya sea de derecha o de izquierda) del presidente Bukele está inmiscuida en todo esto su participación solamente se merecería dos calificativos; lamentable porque no lograron afectar en lo más mínimo la imagen del presidente (que asumo era lo que ellos querían) sino todo lo contrario, ahora está más fortalecido que antes, arropado con tweets de citas bíblicas y regodeándose en el estereotipo de lo masculino-positivo (varón-racional-temeroso de Dios); y patético porque la oposición política en lugar de esconderse detrás de una asociación feminista, debería ser capaz de debatir políticamente, con ideas claras, argumentos basados en la verdad y retórica para persuadir al pueblo sobre los peligros de los potencialmente nocivos cambios políticos que se nos están imponiendo actualmente en El salvador.

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