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Depresión en niños y niñas: una breve revisión

La depresión mayor en la infancia es un tema controversial, tanto por la falta de criterios certeros para el diagnóstico en esta etapa del desarrollo, como por los matices que esta puede llegar a tener y que fácilmente pueden enmascararse con conductas propias o esperadas para la edad de cada niño/a. 

La primera revisión sobre sobre las particularidades sintomáticas del trastorno depresivo mayor en niños/as y adolescentes (Glaser, 1967) hace constar que, no es posible considerar que los criterios diagnósticos utilizados en adultos sean aplicables en niños/as y adolescentesse acentúa un especial énfasis en la búsqueda de síntomas como: relación disfuncional hacia la figura del cuidador, problemas de conducta y delincuencia, fobia escolar, dificultades de aprendizaje y síntomas psicosomáticos. Esto también se constata con los hallazgos encontrados por Cytryn y McKnew (1972) y también por Pearce (1978), en donde evidencian que los síntomas de depresión en los niños y niñas deben ser considerados de acuerdo a la edad de estos, predominando en los preescolares quejas psicosomáticas mientras que en los niños un poco mayores, síntomas más relacionados a los criterios diagnósticos convencionales que encontramos en los manuales de psicopatología. 

Carlson y Cantwel (1980) encontraron que los criterios diagnósticos de depresión mayor pueden ser utilizados en niños/as de 7 años o másaunque también se evidenció que la depresión suele estar enmascarada en los niños/as más pequeños, en formas más sutiles o a través de otros trastornos como el Trastorno de Déficit de Atención, agresividad, anorexia nerviosa, trastornos de ansiedad y conducta disocial; otros estudios (Anderson & McGee, 1994; Birmaher et al., 2002; Kaslow et al., 1984; Lagges & Dunn, 2003; Sørensen et al., 2005) coinciden con estos hallazgosLas anteriores conductas también pueden ser denominadas como comórbidas y han sido relacionadas como fuertes predictoras de tendencias suicidas en niños y adolescentes con depresión mayor (Myers et al., 1991). 

Siguiendo este orden de ideas, la complejidad del reconocimiento y gravedad de la depresión mayor en niños se complica cuando se investiga sobre su etiología. Algunas investigaciones (Guffanti et al., 2016; Kovacs et al., 1997; Kujawa et al., 2011; Marmorstein & Iacono, 2004; McClellan et al., 1990; Olino et al., 2011; Rice et al., 2002; Stein et al., 2000) han encontrado relación entre trastornos afectivos, de abuso de sustancias (predominantemente alcohol), conflictos filio-parentales y trastornos de personalidad en familiares de niños/as que padecen depresión mayor, con énfasis en la relación sanguínea de primer grado.  

Lo anterior, parece sugerir que la depresión mayor en niños/as posee fuertes determinantes genéticos que aún se están descubriendo y que, por tanto, tendrán un gran potencial predictivo en la manifestación del fenómeno en la infancia y de su curso y desarrollo en la adolescencia: incluso en opciones de tratamiento. 

Simultáneamente a las investigaciones realizadas para comprender la depresión mayor en niños/as, se han llevado a cabo otros estudios en cuanto a la aplicación y eficacia de diferentes tratamientos para este fenómeno. No obstante, en la revisión de estos resulta evidente lo heterogéneo de los hallazgos, complicando sin intención, un conocimiento claro de las estrategias terapéuticas que deben ser aplicadas.  

En una exhaustiva investigación de metaanálisis (Ambrosini, 2000) sobre el tratamiento farmacológico de la depresión mayor en niños/as y adolescentes, encontró que los tratamientos con antidepresivos no poseen evidencias suficientes como para ser considerados efectivosel desarrollo hormonal y la maduración diferencial de los sistemas adrenérgicos y serotoninérgicos parecen ser los responsables de estos hallazgos desfavorables, aunque no se descartan los problemas metodológicos (dosificación del fármaco, muestras heterogéneas, entre otras) que subyacen al estudio del fenómeno. 

Con respecto a los tratamientos psicoterapéuticos en la depresión mayor en niños/as y adolescentesotro moderno y amplio metaanálisis (Weisz et al., 2006) encontró que este tipo de tratamiento posee una eficacia modesta, contrario a los resultados sobresalientes que reportan las investigaciones de forma individual, afirmando que los tratamientos psicoterapéuticos no ayudan a superar el problema pero si a prevenir la intervención por el desarrollo de otras afecciones psicológicas; además, se rechazó que las intervenciones cognitivos-conductuales sean más eficaces que otras (no cognitivas)sugiriendo con mucha cautela, que la búsqueda de un cambio en las cogniciones disfuncionales no parecen ser del todo necesario para lograr un beneficio en el paciente, el cual en un relativo corto plazo, demostraron no posee un efecto duradero. 

Por tanto, ante esta incertidumbre en el tratamiento de la depresión mayor en niños/as, surge de forma natural la pregunta ¿Cómo se debe abordar terapéuticamente el fenómeno? La respuesta no es sencilla y las investigaciones así lo han demostrado. Sin embargo, desde un punto de vista empírico, el tratamiento de psicoterapia (especialmente cognitivo-conductual) en paciente con depresión mayor leve o moderada parece dar buenos resultadoscabe agregar que, para ello, también se hace necesario un involucramiento activo de los padres o cuidadores en el proceso de tratamiento, lo que significa un compromiso con el cambio (estilo de crianza, dinámica familiar, entre otras) que, a juicio clínico de este autor impulsa resultados positivos que de otra forma no se podrían obtener. Por otra parte, para el tratamiento de la depresión mayor grave en niños/as se ha observado que un método combinado (farmacoterapia-psicoterapiaes más apropiado y genera resultados auténticos.  

Los tratamientos anteriores requieren investigaciones más formales y sistemáticas, incluso longitudinales que, en nuestro contexto, con el evidente desinterés institucional-gubernamental e incluso académico y profesional, resultaría en una labor inaplicable para una sola persona u organización; sin olvidar, que toda investigación requiere un mínimo financiamientoEste vacío científico, lamentablemente es una deuda con la salud mental que los profesionales y las autoridades de salud continúan sin saldar. 

Referencias 

Ambrosini, P. (2000). A Review of Pharmacotherapy of Major Depression in Children and Adolescents. Psychiatric Services51(5), 627-633.  

Anderson, J. & McGee, R. (1994). Comorbidity of Depression in Children and Adolescents. En Reynolds, W. & Johnston, H. (Eds.), Handbook of Depression in Children and Adolescents (pp. 581-601). Springer US.  

Birmaher, B., Arbelaez, C. & Brent, D. (2002). Course and outcome of child and adolescent major depressive disorder. Child and Adolescent Psychiatric Clinics of North America11(3), 619-637 

Carlson, G. & Cantwel, D. (1980). Unmasking masked depression in children and adolescents. American Journal of Psychiatry137(4), 445-449.  

Cytryn, L. & McKnew, D. (1972). Proposed classification of childhood depression. The American Journal of Psychiatry129(2), 149-155.  

Glaser, K. (1967). Masked Depression in Children and Adolescents. American Journal of Psychotherapy21(3), 565-574.  

Guffanti, G., Gameroff, M., Warner, V., Talati, A., Glatt, C., Wickramaratne, P. & Weissman, M. (2016). Heritability of major depressive and comorbid anxiety disorders in multi-generational families at high risk for depression. American Journal of Medical Genetics Part B: Neuropsychiatric Genetics171(8), 1072-1079.  

Kaslow, N., Rehm, L. & Siegel, A. (1984). Social-cognitive and cognitive correlates of depression in children. Journal of Abnormal Child Psychology12(4), 605-620.  

Kovacs, M., Devlin, B., Pollock, M., Richards, C. & Mukerji, P. (1997). A controlled family history study of childhood-onset depressive disorder. Archives of General Psychiatry54(7), 613-623.  

Kujawa, A., Hajcak, G., Torpey, D., Kim, J. & Klein, D. (2011). Electrocortical reactivity to emotional faces in young children and associations with maternal and paternal depression. Journal of child psychology and psychiatry, and allied disciplines53, 207-215.  

Lagges, A. & Dunn, D. (2003). Depression in children and adolescents. Neurologic Clinics21(4), 953-960.  

Marmorstein, N. & Iacono, W. (2004). Major depression and conduct disorder in youth: Associations with parental psychopathology and parent–child conflict. Journal of Child Psychology and Psychiatry45(2), 377-386.  

McClellan, J., Rubert, M., Reichler, R. & Sylvester, C. (1990). Attention deficit disorder in children at risk for anxiety and depression. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry29(4), 534-539.  

Myers, K., McCauley, E., Calderon, R., Mitchell, J., Burke, P. & Schloredt, K. (1991). Risks for Suicidality in Major Depressive Disorder. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry30(1), 86-94.  

Olino, T., Lopez-Duran, N., Kovacs, M., George, C., Gentzler, A. & Shaw, D. (2011). Developmental trajectories of positive and negative affect in children at high and low familial risk for depressive disorder. Journal of child psychology and psychiatry, and allied disciplines52(7), 792-799.  

Pearce, J. (1978). The Recognition of Depressive Disorder in Children1: Journal of the Royal Society of Medicine17, 494-500.  

Rice, F., Harold, G. & Thapar, A. (2002). The genetic aetiology of childhood depression: A review. Journal of Child Psychology and Psychiatry43(1), 65-79.  

Sørensen, M., Nissen, J., Mors, O. & Thomsen, P. (2005). Age and gender differences in depressive symptomatology and comorbidity: An incident sample of psychiatrically admitted children. Journal of Affective Disorders84(1), 85-91.  

Stein, D., Williamson, D., Birmaher, B., Brent, D., Kaufman, J., Dahl, R., Perel, J. & Ryan, N. (2000). Parent–Child Bonding and Family Functioning in Depressed Children and Children at High Risk and Low Risk for Future Depression. Journal of the American Academy of Child & Adolescent Psychiatry39(11), 1387-1395.  

Weisz, J., McCarty, C. & Valeri, S. (2006). Effects of psychotherapy for depression in children and adolescents: A meta-analysis. Psychological Bulletin132(1), 132-149.  

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