Rafael Lara Martínez
Descolonización colonial / El caso de las dos lenguas mayas en El Salvador
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ACTUALIZACIÓN
El problema
Una gran falacia de la moda descolonizadora consiste en ignorar la huella permanente del pasado en el lugar de su vivienda. Mientras no se publique una antología mínima de las mito-poéticas multilingües en las lenguas xinca, poqomam, ch’ortí’, náhuat, lenca, cacaopera, etc., el saber (-mati) de las teorías extranjeras reemplaza el conocer (-ix-mati; saber ocular) práctico de lo propio. Un ejemplo flagrante lo ofrece la incesante búsqueda actual de correspondencias entre el cristianismo y el marxismo, sin interrogar su arraigo mutuo en el entorno geográfico ancestral (véase la identidad colonial entre Quetzalcóatl y Jesucristo, durante la evangelización).
Rara vez se considera como universal el Estar-en (Dasein) un lugar y el Estar-con (Mitsein) una población asentada ahí desde lo antiguo. No se percibe que la noción de «estar-en-un-lugar» resulta de tal alcance que en náhuat y en otras lenguas mesoamericanas existen sufijos locativos: -co/u, -pan, -tan, etc. De ellos se deducen los topónimos y los nombres relacionales, esto es, la categoría que varias gramáticas asimilan a un simple sustantivo o a las preposiciones castellanas, i.e., -ix-pan, «es-enfrente-de, -es-ojo/cara-locativo»; -ix-tem-pan, «es-enfrente-de; -ojo/cara/abertura-locativo/orilla/verja».
A lo sumo, una generalización constante reclama lo maya, sea por el prestigio de lo clásico yucateco, sea por la transcripción colonial del Popol Vuh. Se presupone que la experiencia peninsular, o bien la herencia quiché de los altos de Guatemala resulta suficiente para entender la diversidad cultural de las múltiples regiones geográficas accidentadas. Basta citar el trabajo de Terrence Kaufman para advertir el problema. «The proto-Mayan homeland must have been in a highland zone…in Northern Highland Guatemala…there are exclusively lowland people who are ignorant of any of the flora and fauna found in the highland zone (la tierra natal del proto-maya debe haber sido en una zona de las tierras altas…en las tierras altas del norte de Guatemala (en los Cuchumatanes, alrededor de Soloma…o Uspatán, circa 2200-4200 AC)…hay pobladores exclusivamente de las tierras bajas que ignoran la flora y la fauna de las zonas de las tierras altas)».
Casi siempre referir lo maya implica extender un legado regional privilegiado hacia zonas sin contacto directo. Para El Salvador, esta aplicación la demuestra la mención repetida de lo maya en abstracto, sin referencia a la división lingüística de la familia de lenguas y, más grave aún, en el silencio de las características particulares del poqomam y del ch’ortí’, los únicos idiomas que se habla(ba)n en el territorio nacional.
La familia de lenguas mayas
Sin pretender una maestría en el tema, este ensayo elemental presenta una simple introducción a la diversidad lingüística en su historia. Se advierte la paradoja que, desde mediados del siglo XX —sin el empleo del término descolonizar— la lingüística estadounidense se aboca al estudio de las lenguas de la familia maya con mayor ahínco que las ciencias sociales y la filosofía en El Salvador. Norman McQuown sería uno de los grandes pioneros. Prosiguiendo el trabajo de Kaufman y el libro «The Mayan Languages» de J. Aissen, N. C. England and R. Zavala M. (2017), se establece la correlación siguiente entre la cronología histórica y el árbol genealógico de la familia. Los recuadros anotan la variedad de los idiomas —de la rama occidental (West) a la oriental (East), de las tierras bajas (lowlands) al altiplano (highlands), del norte al sur. Ya para la época clásica la familia de lenguas mayas se halla dividida en ramas bastante diversas, sin contar la variedad de hablas locales y las jerarquías sociales.
- Período arcaico (4000-2000 AC), en el cual se domestican las plantas e inicia la agricultura. El huasteco se separa del proto-maya, dejando el maya del sur. Un dato interesante lo ofrece la ausencia de una palabra proto-maya para el alimento básico —la tortilla y su útil culinario, el comal— ya que su invención sucede luego de la división lingüística de la familia. Para la correlación casi universal entre texto y textil, el proto maya *tz’ihb’ confirma que «escribir» significa también «rayas tejidas en tela».
- Período pre-clásico (2000 AC-250 DC), aparecen la cerámica, la agricultura productiva, los edificios públicos y una marcada diferenciación regional de patrones culturales. Igualmente, aparece la escritura jeroglífica clásica y el calendario. La rama yucateca se separa de la rama maya sur y del maya central (1900 AC). El maya oriental se aparta del maya occidental (1600 AC). Por esta marcada diferenciación «no hay, y nunca hubo, un sistema único maya para nombrar los días. El calendario lo adoptaron los mayas…después de que las lenguas se habían diversificado en las ramas Huasteca (Wa), yucateca (Yu), maya occidental (WM) y maya oriental (EM)». El idioma de la escritura jeroglífica maya se juzga el antecesor de la rama ch’ol
- Proto, Clásico y Postclásico (250 DC-1500 DC) aparece el sistema estatal y la irrigación.
Para El Salvador, la enseñanza parece contundente ya que el maya oriental (EM) se conforma luego de 1500 AC —el sub-grupo gran-quiché (GKi) hacia 500 AC— del cual deriva el poqomam hacia 1000 DC. Para la otra lengua del occidente del país, el ch’ortí’, la separación parece más tajante, ya que el maya sureño (SM) se separa unos 2000 años AC, luego el maya central (CM) hacia 1500 AC, para luego dar origen al maya occidental (WM) 1000 años AC y al gran tzeltal (GTz) hacia la era cristiana, hasta concluir con las lenguas ch’ol (Ch) unos 500 años DC. De tal manera, la separación del ch’ortí’ con el maya-yucateco y el k’ichee’ no sólo data de hace 4000 años, la del poqomam con el k’ichee’ también se fecha de un mínimo de 1500 años. Para Campbell, en reiteración, el proto maya se diversifica «hace 4200 años», el yucateco se separa «circa 3900 AC», el maya oriental (EM) «circa 3600 AC y el maya occidental (WM) «circa 3000 AC» (véase William R. Fowler (UES, 1994), para quien «en 1524», «los grupos étnicos» predominantes son «los pipiles, los mayas-chortís (WM) y los lencas», luego «los mayas-pokomames (EM)…mangue, ulúa y cacaopera).
Conclusión
Se juzga válida la intención decolonial, pero su cometido jamás lo logrará al ignorar la diversidad de las culturas subalternas en el territorio nacional. Sin admitirlas, la descolonización repite el nacionalismo que anhela suprimir la diferencia bajo la rúbrica de un canon monolingüe. Ante la falta de un diálogo entre las distintas ciencias sociales y las humanidades, tampoco la filosofía latinoamericana alcanza una visión totalizadora, al excluir de su currículo académico los logros de las disciplinas aledañas. Es cierto que desde la década de los ochenta —en coincidencia con la guerra civil salvadoreña— existe un auge de los estudios mayas y de la literatura nacional en el extranjero. Pero ambas disciplinas se desarrollan de manera paralela sin un intercambio directo entre el interés literario y testimonial de los estudios culturales, por una parte, y la investigación de las lenguas indígenas, por la otra. Ni los estudios culturales honran su nombre al negar las culturas indígenas de su territorio monolingüe y al hablar de testimonio sin verbos testimoniales en los idiomas ancestrales.
Si el otro no tiene «cara/ojo» —-ix en náhuat— tampoco comparte una gnosis común, co-nocer, -ix-mati, con la intelligentsia académica. Ni siquiera la filosofía respeta su nombre propio al rechazar casi toda filiación (philos) con la sabiduría (sophos) de las lenguas ancestrales. Parecería que la academia funda esferas encerradas al prohibir todo intercambio recíproco entre saberes especializados. Asimismo, hoy que el desarrollo económico se asocia con su nombre inglés —Bypass, Sivarland, Sunset Park, Surf City, etc.— tampoco extraña que la política estatal no aplique la política de la cultura de su mismo régimen.
Descolonización colonial II El caso de las dos lenguas mayas en El Salvador
Distribuciones geográficas aproximadas de los grupos de las lenguas mayas
La enseñanza de Kaufman insiste en señalar que del 750 AC (yucateco, gran tzeltal, gran q’anjoba’l, gran mam y gran k’ichee’) al 250 DC (yucateco, ch’ol, tzeltal, chuj, mam propio, ixilan, k’ichee’ propio, uspateco, poqomam, q’eqchii’) ninguna lengua maya se asienta en el territorio salvadoreño, aun si el poqomam se acerca al país (no se menciona el huasteco ya asentado en la región veracruzana). En cambio, el xinca —desplazado por el poqomam en la época clásica— y el lenca se hallan establecidos desde antaño. La memoria histórica memoriza el olvido al negar el recuerdo de las verdaderas lenguas ancestrales. Como lo impone el sistema educativo nacional —desde la primaria y secundaria hasta la universidad decolonial— toda filiación (philos) cordial (-yul) con el saber (sophos) de esos idiomas debe ignorarse.
Características comunes de la familia maya
No se pretende ninguna maestría en la materia —se dijo— al enumerar los rasgos gramaticales más sobresalientes, sin ahondar en los problemas técnicos de la lingüística académica. Por el periodismo cultural, se trata de difundir la riqueza de una familia de unas treinta lenguas, según Lyle Campbell, que el sentido común, los estudios culturales y la academia —incluida, la descolonización— tienden a uniformizar, i.e., «hablamos romance/latín (rumano, italiano, francés, castellano, catalán, portugués, etc.)». Si el «neoliberalismo» se identifica con la «exclusión» —según la conferencia magistral de Pablo Gentili (UES, agosto de 2022)— a la lectura de averiguar por qué razón la filosofía, los estudios culturales monolingües y la literatura salvadoreña descartan las lenguas indígenas de su currículo liberador.
Este breve ensayo sólo explica los rasgos fonológicos —los sonidos— que discrepan radicalmente del castellano, a la vez de rastrear siete (7) categorías gramaticales claves para la familia maya. Por razones de síntesis pedagógica, los ejemplos los traducen el castellano y el inglés, lenguas accesibles al público en general, en espera de desarrollar las temáticas gramaticales en poqomam y en ch’ortí’, lenguas de El Salvador.
Fonología
Al nivel de la fonología, el rasgo más común de las lenguas mayas lo expresa la diferencia entre consonantes glotalizadas —p’, t’, ty’, tz’, ch’, k’, q’, 7/’— y los mismos sonidos sin saltillo o cierre glotal, escrito con el /7/ o el asterisco /’/. Se anota también la distinción entre /k/ y /q/, sonido alveolar más posterior. Igualmente sucede con la diferencia de dos sonidos palatales /j/ y /h/, cuya distinción más cercana sería el sonido fuerte del castellano y el posterior más débil del inglés. También las vocales se desdoblan en cortas y largas. No sorprendería que la influencia castellana tienda a reducir ambas características de los sistemas fonológicos heterogéneos. Al menos, esta reducción se confirma para las lenguas mayas occidentales (WM), entre la cuales se cuenta el ch’ortí’. Como lo demuestra el náhuat salvadoreño, no sólo desaparecen las cuatro vocales largas y disminuyen a la mitad —a, e i, u, cuatro vocales cortas— también se elimina el cierre glotal, /7, ‘/, ya que este sonido no existe en la lengua hegemónica (véase el ch’ortí’ de Jocatán, sin vocales (v) largas, pero rearticuladas con saltillo v’, ni oposición k/q, si el ch’ortí’ proviene del «maya clásico sureño» es una hipótesis, JS Robertson, 1998).
Otras lenguas mayas –yucateco, lacandón sureño y uspanteco— desarrollan un contraste de tonos que no existen en los otros idiomas, a veces predecible por la cantidad vocálica. Las variedades del xinca confirman la amplia presencia de consonantes glotalizadas (y’, p’, m’, t’, n’, tz’, ch’, l’, r’, k’, , w’, 7/’) —una /l/ sorda— y de las vocales cortas y largas, añadiendo una intermedia entre /i/ y /u/, es decir doce (12) vocales. Igualmente, el xinca ofrece una harmonía vocálica en equilibrio entre las vocales interiores y las exteriores de una misma palabra. La estructura sonora de la familia maya y del xinca se separa de manera más radical del castellano que la fonología del náhuat.
Siete rasgos gramaticales
(1) En común con otras lenguas mesoamericanas —xinca, lenca, náhuat, náhuatl, etc.— la familia maya se caracteriza por la marcación en el centro rector (Head-Marking Language). Este rasgo implica que el sujeto y el objeto (complemento directo) se indican en la misma raíz verbal que constituye una oración completa en sí misma. Sea Sujeto-Verbo —Verbo-Sujeto—, Sujeto/Agente-Verbo-Objeto o Sujeto/Agente-Objeto-Verbo, una sola palabra conforma una oración completa. Los índices pronominales de sujeto u objeto —prefijos en su mayoría, o sufijos— marcan esas funciones gramaticales. En las oraciones predicativas —»yo-(soy)-hombre/alto; hombre/alto-(soy)-yo»— el sujeto lo lleva el sustantivo o el adjetivo, así como la raíz en los verbos intransitivos, «yo-corro; corro-yo». Como en inglés, no hay flexión verbal, «I/you/we/they-run», sino la persona la señala un pre/su-fijo obligatorio. Menos reconocido es el rasgo de la omni-predicación —la palabra simple como oración completa— ya que todo verbo se halla conjugado —»ø-corre/corr(er)»— así como todo sustantivo lleva una marca de sujeto (véase la marca /ø/ para absolutivo de la tercera persona, esto es, el sujeto predicativo e intransitivo).
En el caso de los verbos transitivos, se espera que el sujeto y el objeto (complemento directo) acompañen al verbo o centro-rector: «yo-lo/a-como; yo-como-lo/a» (véase que en xinca no se marca el objeto en el verbo transitivo). Toda frase nominal adicional carece de una marca de su función gramatical y se interpretaría como una oración postpuesta al verbo que exhibe una oración en sí misma: «yo-la-como, la que es carne». Incluso, el tercer argumento —el dativo u objeto indirecto, «yo-te-doy el regalo»— utiliza un sufijo aplicativo —»yo-te-doy-aplicativo el regalo», o bien lo marca el poseedor del objeto directo: yo-(te)-doy tu-regalo». La inclusión de un tercer argumento — X dar/quitar/hacer…-aplicativo algo a alguien— presupone la inclusión del aplicativo.
(2) La gran distinción radical con otras lenguas mesoamericanas —náhuat, xinca, atc.— la expresa la ergatividad de las lenguas mayas. Esta característica significa un pronombre distinto para el sujeto intransitivo («yo-corro») y el predicativo («yo-(soy)-hombre/alto») —»yo-tú-él/ella…«— llamado absolutivo (Grupo B), y otro distinto para el verbo transitivo —»mi-tu-su…»— llamado ergativo (Grupo A). Si la alineación del mismo prefijo (yo-tú-él/ella…) para el sujeto define las lenguas acusativas, la familia maya difiere al exhibir un carácter ergativo distinto. El sujeto del verbo transitivo calca el adjetivo posesivo (mi-tu-su…), así como el objeto directo replica el sujeto intransitivo y predicativo (yo-tú-él/ella…). Esto es, «mi-él/ella-como (Yo-lo/a-como)» o, al revés, «su-yo-come (él/ella me come)» vs. «yo-corro/soy-hombre/alto o él/ella corre/es-hombre/mujer-alto/a». Se insiste en la diferencia entre las lenguas acusativas y los idiomas ergativos, debido al escaso conocimiento al respecto en el país:
Acusativo vs. Ergativo
(náhuat…) (lenguas mayas)
Sujeto predicativo = vs. Sujeto predicativo =
sujeto intransitivo = sujeto intransitivo (Aspecto-Verbo-Absolutivo / Aspecto- Absolutivo-Verbo) =
sujeto transitivo objeto transitivo (Grupo B, absolutivo)
≠ ≠
objeto transitivo sujeto transitivo = posesivo (Grupo A, ergativo)
(Aspecto-Ergativo-Verbo-absolutivo / Aspecto-Ergativo- Absolutivo-Verbo)
Yo-soy-hombre/alto Yo-soy-hombre/alto
Yo-corro Yo-corro
Yo-lo/a-como vs. Mi-él/ella-como/Mi-como-él/ella
(Él/Ella-me-come) (Su-Yo-come/Su-come-Yo).
(se omite el xinca que presenta características particulares: lengua acusativa, pero con verbos a marcas disímiles, según la voluntad o el control del sujeto sobre la acción: de agente, correr, a paciente, dormir. Sería de un trabajo adicional comentar lo propio al poqomam y al ch’ortí’ (tres grupos de pronombres), al igual que otras filiaciones según la participación del sujeto en la acción verbal).
Para cada lengua maya en particular debe determinarse cómo se produce una escisión en el sistema ergativo, el cual lo reorganiza según las reglas acusativas. Se supone que este cambio lo motiva el aspecto, las oraciones subordinadas, el tipo de argumento o el verbo mismo, etc. Además, los verbos incluyen varias formas pasivas —personal, impersonal u otra— anti-pasivo las cuales expresan la complejidad de voces para un mismo verbo (el xinca tiene un anti-pasivo, es decir, el sujeto del verbo transitivo es paciente).
(3) A esta tipología se agrega otro rasgo esencial del verbo, cuya marca primordial no es el tiempo (tense) sino el aspecto. Esta primacía aspectual también la indica el xinca. Las dos oraciones siguientes en inglés señalan la diferencia: «I am doing vs. I am done», es decir, «estoy haciendo (acción no terminada) vs. ya terminé (estoy hecho, acción terminada)». El mismo tiempo presente contrapone el gerundio o acción en proceso con el participio o acción completa. El tiempo (presente-pasado-futuro) lo indica un adverbio o el simple contexto que engloba la oración en un discurso. Este contraste —imperfectivo («-ing form») vs. perfectivo («-ed form»)— lo reitera el xinca cuya marca obligatoria en el verbo es imperfectiva o perfectiva, ya que el tiempo lo expresa una palabra adverbial independiente y optativa.
Otra oración en inglés marca la pauta cómo una lengua europea ejemplifica el uso del adverbio para el tiempo futuro, mientras el gerundio señala el modo, es decir, la intencionalidad actual. «I’m going to ABQ tomorrow/next week» dice literalmente «estoy yendo a Albuquerque mañana/la próxima semana». Esto es, «tengo la intención presente de ir a Albuquerque mañana/la próxima semana». La lingüística elemental enseña lo complejo del trío Tiempo-Aspecto-Modo (TAM), al sugerir cómo el habla privilegia uno u otro vértice del triángulo equilátero. A la supuesta preeminencia del tiempo verbal, la familia maya y el xinca oponen el aspecto y el adverbio temporal. Si el castellano sugiere «voy a El Salvador en noviembre», «esto ya lo escribí mañana» (J. Cortázar), el xinca insiste «yo-(estoy)-bebiendo/I-(am)-drinking pasado/futuro», «yo-(estoy)-bebido/I-(am)-drunk pasado/futuro».
(4) Además, la familia maya ofrece una gran variedad de direccionales y de posicionales, cuya diferencia remite a la oposición entre movimiento y estación. Derivados de los verbos de movimiento —»ir, venir, subir, bajar…»— los primeros pueden entenderse por su semejanza a las postposiciones del inglés que marcan el vector. «Call back, come in, go out, run up, walk down», etc. Para el castellano del suroeste de EE. UU., por la adaptación regular de la lengua subalterna a la hegemónica, no extraña que la lengua coloquial calque las expresiones del inglés como «voy pa’rriba/bajo/dentro/fuera», hasta el extremo de «estamos pa’trás de la quebrada, regresamos de vacaciones, we’re back from the break». La mayoría de las lenguas mayas prosigue esta indicación del vector, al señalar el movimiento de los objetos en el espacio. Asimismo, los direccionales se añaden a los verbos que el castellano juzga reflexivos —»I sit down; I stand up»— al igual que a los verbos transitivos, «I ate it up».
En contrapartida, ausente en el inglés, los posicionales aluden a la postura de un objeto fijo, como «predicados estáticos». «Estoy parado, sentado, hincado, a cuclillas, empinado…» ejemplificarían colocaciones que —gracias a raíces monosílabas— describen la posición estacional de un objeto. También, los posicionales aluden a la colocación («montón, rimero»), la forma («redondo») y a ciertas propiedades físicas («pequeño, ancho, húmedo…»), formando una red compleja de sustantivos, adjetivos y verbos. Esta disposición del objeto o figura, en un marco referencial, afecta la manera en que varias lenguas de la familia maya describen su localización o Estar-en-de-cierta manera (sentado, arrodillado…). Habría tantas maneras de «Estar-en (Dasein)» en un lugar como posiciones posibles de la figura.
(5) Sólo la influencia del castellano motiva la formación de preposiciones. El xinca, algunas lenguas mayas y el náhuat señalan un sistema híbrido en el cual los antiguos nombres relacionales aún subsisten. Basta un ejemplo simple para entender la diferencia. «Tú-estás conmigo (you-are with-me)» lo glosa la paráfrasis «tú-(eres)-mi-compañía (you-are-my-company)». Así, la preposición «con (with)» queda sustituida por el sustantivo «compañía», el cual presupone una correlación entre el sujeto (tú) y el poseedor (mi, Grupo A, ergativo). Otra paráfrasis ejemplifica la diferencia: «it-is-written by Rafael (ø-es(tá)-escrito por Rafael = it-is-written it-is-his-cause Rafael (es(tá)-escrito ø-es-su-causa Rafael)».
Esta misma regla —ausencia de preposición— la aplican los sufijos locativos, o bien los nombres relacionales locativos. El ejemplo más simple se traduciría «yo-estoy es-su-dentro mi-casa», el cual podría sustituirse de la siguiente manera para «yo-estoy-su-frente/atrás/lado/bajo/arriba/esquina…» para glosar otras posiciones simples de esa figura (yo) con respecto a una base (la casa). También hay una variedad en el uso de un marco egocéntrico —»a la derecha, a la izquierda de»— o geocéntrico —»al norte/sur de»— al igual que «hacia arriba/abajo de la loma», o bien el marco referencial lo delimita un monumento local, «al lado de la catedral». Estos marcos referenciales pueden combinarse con predicados posicionales que describen el estado de la figura (yo) con respecto a la base (casa). Por tanto, el verbo de «yo-estoy es-su-dentro mi-casa» depende de si «estoy sentado/acostado/arrodillado en el suelo», etc.
Para proseguir, sea «tú-estás enfrente de mí», o bien un topónimo (nombre de lugar), «yo-estoy en Chalchuapa(n)», el locativo mismo descarta el uso de la preposición, por ejemplo -pan en náhuat. «Tú-estás «en-el-lugar-de mi ojo», o «yo-estoy en-el-lugar-de Chalchua». De nuevo, la presión del castellano —lengua hegemónica— obliga a interpretar el locativo como un simple sustantivo que necesita una preposición para establecer su función gramatical en la oración. Ya dada en sí misma, la redundancia la expresan «tú-estás-en / en el lugar de mi ojo» e «yo-estoy-en / en-el-lugar-de Chalchua». Para rematar la cuestión locativa, los verbos de movimiento aplican la ley de marcación en el centro rector, por la cual «ir» supone un movimiento prospectivo (->|) y «venir», otro retrospectivo (|->), sin necesidad de incluir una preposición o, en todo caso, la misma preposición (i.e., ich en. yucateco): «voy/vengo Chalchua-pa(n)». A menudo esta indistinción se interpreta como fusión del locativo con el trayecto (path).
Para el caso del náhuat salvadoreño, la discrepancia radical con el sustantivo resulta tan obvia que el locativo corresponde a una frase preposicional (in, on, at…) y, por tanto, ningún topónimo podría funcionar como sujeto de una oración. No se diría «Chalchuapa está de fiesta», sino «(en) Chalchuapa hay fiesta», tampoco «Chalchuapa vota por este partido» sino «(en) Chalchuapa se/la gente vota por este partido». Existe una diferencia radical entre la entidad y el lugar.
(6) Asimismo, se presentan clasificadores nominales que catalogan los objetos en inanimado, animales (dos o cuatro pies), humanos, etc., en algunas lenguas, o bien en su materia, madera, papel, etc., en su dimensión, largos, bidimensional, volumen o tridimensional. También, existen clasificadores por medidas como botellas, cargas, puñados, etc. Sea la forma, la figura, el contenido, la materia, la edad o el estatus social, etc. es necesario aclarar para cada lengua cuál tipo de clasificadores se utiliza. Incluso un mismo idioma puede establecer varios sistemas de clasificar, uno por conteo (largo, redondo, montón, etc.) y otro por determinación de un sustantivo (animal y productos derivados, masculino, femenino, etc.). Más complejo, las lenguas exhiben clasificadores relacionados a la acción —soplar, anudar, etc.— al igual que a la posición. Acaso, el náhuat salvadoreño reduplica este carácter clasificador en las múltiples maneras de expresar el plural, sea por un simple número antecedido, por reduplicación o por varios sufijos según el sustantivo.
(7) También, según Kaufman, el proto maya identifica la palabra para «hombre —*winaq— como el término para el número veinte (20). Esta identidad establece un sistema numérico vigesimal (20), el cual remite a las cuatro (4) extremidades, a cinco (5, ma:-kwi-l, «lo que se man-tiene», en náhuat) dedos cada una: 4×5 = una cuenta en náhuat y en náhuatl. Según lo describe el cuadro siguiente, este conteo genera una divergencia entre el sistema decimal de las dos manos —10-100-1000, es decir, 10x10x10x.…— y el vigesimal que añade los pies, 20-400-8000, es decir, 20x20x20x…
Decimal (10) Vigesimal (20)
10 5×2
… 20 (4×5)
100 (10×10) 5×20
4×100 400 (20×20)
…
1000 (10x10x10) 2×400+10×20
…
8×1000 8000 (20x20x20).
Final
Al cabo, las lenguas de la familia maya se caracterizan por un mínimo de siete (7) rasgos enumerados a continuación, ya que el ensayo sólo presenta una breve ilustración.
1) marcación en el centro rector y palabra-oración
2) ergatividad
3) marca de aspecto
4) direccionales y posicionales
5) nombres relacionales, preposiciones y locativos
6) clasificadores numerales y nominales
7) sistema vigesimal.
Sin pretender una descripción totalizadora, estas categorías gramaticales deben especificarse en su carácter concreto para cada una de las lenguas. En especial, si la tarea descolonizadora y la filosofía latinoamericana desean realmente asentarse en el territorio salvadoreño, deben clarificar cómo esta gramática elemental la concretizan el poqomam y el ch’ortí’ e incluso ampliarla. Adrede, el ensayo acalla la posesión compleja, las palabras afectivas o expresivas, el instrumental, el causativo, la episteme de las partes del cuerpo, las oraciones relativas y subordinadas, el uso de coplas morfológicas y sintácticas paralelas en vez de la rima y la métrica en la poética occidental, etc. Más allá de la lingüística, faltan las múltiples mito-poéticas, cuya verdad (aletheia), acto de des-encubrir, subraya su antónimo, el olvido (lethe) y la simple opinión (doxa) en su ilusión (apeté) de identidad única por la literatura monolingüe.
Por esta omisión, junto a los estudios culturales, la descolonización declara su rechazo a dialogar con los idiomas subalternos. De la historia oficial a la historia crítica —de derecha a izquierda— el conocimiento elemental de la diversidad lingüística nacional traiciona el cometido de arraigar la filosofía latinoamericana en el territorio salvadoreño. Si Campbell asegura que, desde 1980 hay un incremento «dramático» de «la documentación de las lenguas mayas» —»en avance de…otras familias lingüísticas»— en 2022 este desarrollo no deja huella alguna en El Salvador. No sólo en Chile, «el reconocimiento de los pueblos indígenas» causa un escozor político que motiva un rechazo de la nueva constitución (4 de septiembre de 2022). En anticipo teórico, la filosofía salvadoreña niega entablar un diálogo con las filosofías indígenas, excluidas de su currículo.
A la lectura le queda de tarea pendiente desglosar esos rasgos —y otros acallados por este ensayo— en las lenguas de El Salvador —xinca, lenca…— al igual que averiguar si los departamentos de literatura, filosofía, antropología, etc. imparten cursos de ese legado ancestral. Parece que no existe una comunicación elemental entre la literatura monolingüe y las narrativas indígenas —según los estudios culturales sin cultura indígena— entre la filosofía latinoamericana y las filosofías indígenas, entre la antropología holística y la lingüística. En fin, no hay comunicación alguna entre el indigenismo académico-literario y las lenguas indígenas en su territorio ancestral. Esta falta de diálogo no sólo atestigua el encierro de las disciplinas académicas. También demuestra el rezago de la educación elemental que, a nivel nacional, en 2022 no rebasa la escuela primaria (https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/promedio-escolaridad-el-salvador-septimo-grado/992411/2022/).
(https://citeseerx.ist.psu.edu/viewdoc/download?doi=10.1.1.733.1348&rep=rep1&type=pdf).