Fidel Arturo López
Dos miradas a la educación salvadoreña en el área rural
Si nos pusiéramos a contar cuántos jóvenes del área rural terminan el bachillerato o se gradúan de la universidad, serían pocos los que estarían en una lista. Cuesta encontrar datos estadísticos fiables; ya que, muchos jóvenes tienen que emigrar de esos lugares para estudiar a nivel de educación superior; además, muchos no tienen planes a futuro de ingresar a una universidad.
Actualmente, con la pandemia, los estudiantes hacen milagros para poder seguir estudiando. Las desigualdades se han hecho más visibles. Un 2% de personas en el área rural no tienen energía eléctrica y, los que tienen acceso a electricidad no tiene acceso a internet. En el área rural, muchas escuelas no cuentan con centros de cómputo ni bibliotecas.
Las presentes entrevistas fueron realizadas a dos directores de escuelas rurales del Occidente de El Salvador. Estas reflejan una realidad de cómo se enfrentan los directores y docentes a las adversidades; ellos mismos desearían cambiar el sistema educativo salvadoreño, el cual, sigue siendo deficiente por falta de recursos económicos y tecnológicos. Omito el nombre de los directores y el nombre de los centros escolares. Juan García, nombre ficticio, es un docente que tiene a cargo la dirección de su escuela desde hace 10 años.
¿Cuántos alumnos matriculados hay en el centro escolar en donde usted es el director?
Las matrículas han venido en una curva de descendencia; ya que, en el 2009 se tenían 80 alumnos, ahora tenemos 45 alumnos desde parvularia hasta sexto grado. Las familias como viven de colonos buscan el área urbana por razones propias, otros huyeron por la situación delincuencial que se vive.
Con respecto a la educación virtual, ¿ha solicitado como director un centro de cómputo al Ministerio de Educación?
No. Lo he pensado nada más.
¿Por qué razón la escuela no tiene centro de cómputo ni internet teniendo energía eléctrica?
Porque, nuestra ubicación geográfica se encuentra en las faldas de una cordillera, la cual viene desde la cordillera de Apaneca y no tenemos internet. Se necesita una antena satelital para poder tener una mejor señal. Los celulares inteligentes dan muy poca señal y, a veces, al intentar abrir videos, los abren con dificultad por la mala señal. Con respecto al centro de cómputo, se ha tenido mucha inseguridad en nuestra comunidad, no hay presencia policial; los policías no quieren caminar, solo vienen si los trae un carro patrulla todo terreno y, a veces, dicen que no están disponibles; ya que, andan en otros lugares. Con respecto a las computadoras, anteriormente, tuvimos computadoras viejitas desactualizadas que nos había donado la alcaldía y otros equipos tecnológicos que se habían comprado con los fondos que transfiere el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (MINEDUCYT) a la escuela. En dos ocasiones se robaron dichos equipos. La primera vez abrieron un hueco en la pared en el aula donde se encontraban las computadoras viejitas con CPU. En la segunda ocasión, abrieron un hueco en la dirección, donde se consideraba algo segura, y se llevaron un CPU, un equipo de sonido y un retroproyector. Me enteré cuando llegué a traer un libro a la dirección. Las casas vecinas están como a dos cuadras de distancia, por lo que nadie manifestó haber escuchado ruidos. Llamé a la PNC y realizó la inspección, tomó fotos y huellas. Al siguiente día nos citaron para entrevistar a un directivo y mi persona para saber si teníamos sospecha de alguien que había robado los equipos. Se llevaron el informe a la Fiscalía de Santa Ana. He tenido una percepción, que el MINEDUCYT ha venido marginando los centros educativos rurales por tener baja matrícula y, consiguen las donaciones, en su mayoría, a los centros educativos que tienen altas matrículas. Puede ser también por el tema presupuestario o no los administraron correctamente; ya que, en el periodo de Sánchez Cerén el programa: “Una niña, Un niño, Una computadora”, solamente a las escuelas con más estudiantes les dieron laptops. A nuestro centro nos lograron donar tabletas, con algunos programas instalados como: juegos educativos, poemas, entre otros. Pero llegaron con la limitante sin internet y eso hace como que no tenga nada, porque se llega a un momento que todo lo exploraron los niños. Como dijo un colega “De nada sirve tener una computadora sin internet y sin impresora.
¿Cómo enfrentó el proceso de enseñanza-aprendizaje con la pandemia?
Siendo bien claros, no estábamos bien preparados para enfrentar esta pandemia en el centro educativo, pero el MINEDUCYT, había anunciado la entrega de guías pedagógicas, que, según programación, no llegaron a la fecha que habían dicho. Tuvieron retraso. Como los docentes somos creativos e ingeniosos, entonces, preparamos la primera guía sacada de unos cuadernillos de texto. La imprimimos, le sacamos copia y fijamos fecha para convocar a los padres de familia. Les comunicamos que se trabajaría con esa modalidad. A los padres de familia les dimos los contactos para explicar en WhatsApp alguna duda que tuvieran. Pero hubo limitantes en las redes, porque los estudiantes no tenían dinero para saldo, no tenían teléfono y la mala señal impedía el acceso. Los maestros nos preparamos en la formación de Google Classroom impartida por el Instituto Nacional de Formación Docente (INFOD) a través del MINEDUCYT.
¿Cómo ve el futuro de los alumnos de centro escolar que usted dirige?
Primero, he tenido la gran experiencia, por el tiempo de estar en esta comunidad, pues, son familia de escasos recursos, viven en colonatos, pocas familias tienen vivienda propia, dependen de la economía de las fincas de café; por esa razón tienen limitantes los padres. Ya no los envían a estudiar bachillerato, casi solo llegan al nivel de Tercer Ciclo. El futuro que les espera a la mayoría de niñas, es que, solo se acompañan y tienen hijos; los varones se van a las fincas a trabajar de jornaleros, son muy pocos los que buscan trabajo en San Salvador para trabajar de obreros.
¿Sabe si algunos de los estudiantes han estudiado bachillerato?
Datos exactos no tengo, pero creo que son muy mínimos los que estudian bachillerato. De unos diez solo unos cinco, tentativo. Y, en la universidad solo he conocido uno que estudia de una promoción de diez bachilleres. Digamos así.
En la segunda entrevista, la directora Karla Jiménez, también nombre ficticio, corroboró que hace falta mucho para tener una educación de calidad en el país, especialmente en las escuelas públicas rurales.
¿Cuántos alumnos matriculados tienen en su escuela?
Son 124 estudiantes, desde parvularia hasta noveno grado. Solo somos dos docentes y en febrero se contratará un interino.
¿Cómo enfrentó el proceso de enseñanza-aprendizaje con la pandemia?
Fue muy difícil porque los niños se atrasaban debido a que no tenían para saldo. Y, cuando ya tenían, me decían que les enviara las guías, y así, poco a poco salimos adelante.
¿Tienen celulares inteligentes sus alumnos o computadoras para aprender en modalidad virtual?
No todos tienen, los que tienen se les arruinan rápido debido que pasan bajando información.
¿Ustedes tienen biblioteca?
No para nada, es un centro escolar que necesita mucha infraestructura. Acá, los sanitarios son de fosa común aún.
¿Cómo ve el futuro de los estudiantes del centro escolar que usted dirige?
Bueno, incierto en este año, debido a que los padres no apoyan al docente en esta forma de enseñanza, ellos quieren enviar a sus hijos de forma presencial, me ha costado convencerlos para que los matriculen.
¿Sabe si algunos de los estudiantes han estudiado bachillerato?
Sí, pero son como tres nada más.
¿Por qué razón no tiene la escuela centro de cómputo?
Pues, con los gobiernos anteriores solo llegaban a medir para construir y luego nada. Solo me llegaron a visitar los de FOMILENIO y luego ya no aparecieron; ni siquiera revisaron en donde instalarían las “lempitas”; además, habían dicho que iban a readecuar la energía eléctrica.
¿Cómo se dividen los grados con su compañera?
La planta docente está de la siguiente manera: a mí, me toca impartir parvularia 4,5 y 6 y primer grado integrado. Todo por la mañana. En la tarde, sexto, séptimo, octavo y noveno grado. A mi compañera le corresponde; segundo y tercer grado integrado por la mañana y por la tarde cuarto y quinto grado. Así es nuestra dignificación, es por eso que se necesitan más docentes en la zona rural que es la que está más abandonada, pero no en todas las zonas, porque hay algunas que tienen hasta cuatro docentes. Le manifiesto que y la población es bien pobre.
¿Qué se necesita para cambiar el sistema educativo?
Que tomen en cuenta educación y que se invierta más para mejorar y dignificar a los docentes, de ahí, todo irá mejor.
En conclusión, para poder cambiar el sistema educativo salvadoreño, en especial en el área rural, se debe invertir en equipo, capacitar a los docentes e integrar a toda la comunidad. Según censo del MINEDUCYT son 3,928 escuelas rurales. Cada una tiene una historia diferente que contar. El año escolar 2021 parece que será igual, la realidad de miles de estudiantes continuará con una educación deficiente por falta de tecnologías educativas. Ya se tenían estadísticas desfavorables para los estudiantes en modalidad presencial, con la pandemia, la situación vino a empeorar la educación salvadoreña. La brecha digital en el área rural es precaria y eso genera que el proceso enseñanza-aprendizaje no sea el óptimo. Los docentes podrán estar capacitados en tecnologías educativas; empero, la economía familiar es el factor principal para no poder llevar óptimamente la educación a miles de discentes, ellos no cuentan con el equipo idóneo. La resiliencia hace que los estudiantes busquen alternativas para aprender, aunque muchos desertan y dejan las aulas. Se necesita más docentes contratados para que no se sigan impartiendo a multigrados. La nueva normalidad ha venido a cambiar y descubrir muchas cosas en el ámbito educativo.