Mauricio Manzano
Educar las potencias humanas para la efectividad y asertividad
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El medio más eficaz para solucionar muchas dificultades sociales y personales es brindar y recibir una educación de calidad. Existen diversas concepciones respecto a la educación de calidad, no obstante, todos los especialistas educativos coinciden que debe ser una educación integral, que sea capaz de impulsar y desarrollar las potencias: cognitiva racional, afectiva emocional y actitudinal procedimental, es decir, instruir la razón, las afecciones y los actos para tener mayor afectividad y asertividad.
La educación cognitiva racional es la que estimula el despliegue de la razón mediante la obtención y selección de información primaria, es decir, información reciente, original y producto del trabajo intelectual, esta información nos acerca a la verdad de los acontecimientos tal cual se presentan. Existe otro tipo de información secundaria que no goza del rigor académico y que tienden a confundir o situar el pensamiento en direcciones preestablecidas, estas fuentes, vestigios de nuestro tiempo, hay que saberlas tratar y rechazar porque no favorecen a liberar la razón de la nuez del disfraz. Educar la razón significa saber seleccionar, procesar y marginar e inferir datos. Significa saber analizar críticamente los acontecimientos.
Además, una educación de calidad debe formar los afectos. Cuando se habla de los afectos se refiere a sentimientos como: las emociones, pasiones, miedos, etc. La afectividad tiene un peso enorme en la vida de las personas, en ocasiones determina decisiones y actitudes que pueden favorecer o desfavorecer el crecimiento, la trasformación y realización de la persona humana. Estos afectos tienen sus propios códigos que la dinamizan, se trata de conocer esos códigos y reorientarlos. Conocer: primero, apegos, esa inclinación especial por algo o alguien; segundo, la expansión, hacia donde nos conducen; y por último, la elasticidad, es posible transfórmalos. La educación de los afectas demanda conocer su funcionamiento, ordenarlos y cambiarlos mediante actitudes concretas y, de esta forma, como dice Adela Cortina (2013) “labrarse en buen carácter”.
Entre la razón y la afección no existe confrontación. El ser humano es un todo coherente, un cuerpo armónico, no existe separación ni contradicción entre cerebro, afectos, actitudes y aptitudes. De hecho, estas últimas, la actitud y la aptitud, son la representación de las dos primeras, son la escritura que revela el grado de instrucción y unicidad de la razón y la afección. La actitud es una cualidad del carácter, una manera de estar, proceder y producir que se armoniza con la asertividad que es una aptitud que permite a la persona comunicar sus puntos de vista desde los equilibrios entre las potencias humanas.
La unicidad de las potencias configura un carácter que determina la asertividad. El carácter indica la naturaleza y esencia propia de una persona que lo distingue de las demás. El carácter puede ser personal, pero también se puede configurar un carácter de nación, y ese carácter asertivo y efectivo lo puede construir una educación integral que fomente las potencias humanas y las oriente, como dice Delors, Jacques (1994) aprender a conocer, hacer, convivir y ser.
En fin, una razón instruida es más difícil de engañar y someter, porque analiza críticamente los sucesos, uno de los grandes problemas que experimentamos, al menos en El Salvador, es la incapacidad de descodificar los mensajes discursivos de sectores que esconden la verdad. Asimismo, una afectividad formada conoce las causas de sus emociones y pasiones pues ha pasada por el filtro de la razón y es más difícil que controlen nuestra subjetividad. Y el desarrollo de estas dos potencias, por un lado, reduce el oportunismo de quienes se aprovechas de esta pobreza cognitiva y afectiva para imponer sus ideas, y por otro, nos vuelve mas efectivos asertivos.