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 2706-5421

humanos

El círculo vicioso de la extinción humana…

Esta no es una reflexión “anti-capitalista”, sino ética, que busca revisar nuestra conducta colectiva y proponer algo de “auto-control” a nuestra forma de vida, pensando en el futuro y en la herencia que le dejamos a nuestros hijos y nietos.  

Los recursos naturales de nuestro planeta no son infinitos; y pese al progreso científico y tecnológico que vivimos, caminamos aceleradamente hacia un caos, rumbo a la extinción humana. En efecto, la creatividad colectiva humana está chocando dialécticamente con la estupidez humana. 

Lo anterior está sustentado en una hipótesis, configurada por cuatro vectores:   

  1. Crecimiento económico progresivo: Hacer dinero 
  1. Consumo desmedido: Comprar y vender 
  1. Obsolescencia programada: Facilitar el consumo 
  1. Deterioro acelerado medioambiental: Basura 

Las naciones y sus economías buscan crecer, lineal y progresivamente. Las empresas también, no entienden otro lenguaje que no sea maximizar sus utilidades. ¿No hay límites?, ¿siempre debemos crecer y ganar?, ¿no debería haber espacios y tiempos de estabilidad?  

Buscamos crecer y ganar para tener más y comprar más; la gente aspira a estar al día con los últimos modelos de todo (vehículo, móvil, ropa, etcétera); si no hay efectivo se recurre a tarjetas de crédito y a endeudamiento. Si no compro, no existo… 

La mayoría de los productos que ingresan al mercado están diseñados y fabricados con una obsolescencia programada; lo que se busca es que dure poco, para inducir a comprar de nuevo. Así, todo se orienta a nuevos materiales y polímeros. Los vehículos, móviles, laptops, etcétera no duran más de cinco años. 

Lo anterior genera un volumen de desechos de grandes dimensiones; cantidades industriales de plásticos inundan los basureros, predios, ríos y el océano. El sistema no tiene capacidad de absorber tanta basura, y pese a los esfuerzos de reciclaje y reutilización, la basura nos circunscribe y confina. 

Obviamente, todos los seres humanos buscamos el bienestar, tener una vivienda digna, una alimentación balanceada, salud, servicios educativos de calidad y recursos para el ocio y recreación. Una vida con bienestar demanda recursos, salario o ingresos suficientes y a la vez cierta disciplina doméstica que implica capacidad de ahorro, planificación y definición de prioridades. 

Alguien podría pensar o decir que si no hay crecimiento económico y utilidades suficientes es imposible lograr el bienestar. Pero el problema no está en el equilibrio entre oferta y demanda, sino en la búsqueda acelerada de expansión. 

Existen “sistemas” empresariales o económicos que crecen exponencialmente, y está bien porque generan empleos, pero a la vez ocasionan acumulaciones de capital o nodos desproporcionados, los cuales son atenuados por sistemas fiscales distributivos. Aquí incorporamos un nuevo vector: la ineficiencia y la corrupción de los aparatos Estatales (Por ejemplo, en países en vías de desarrollo o pobres, mucha gente paga impuestos, pero también tienen que pagar seguridad privada, salud privada, educación privada). 

A veces la responsabilidad social empresarial, la generosidad o la solidaridad generan algunos equilibrios mínimos, pero son excepciones. Necesitamos eco-sistemas sociales y económicos más justos, más equilibrados y sobre todo más responsables y humanos. 

¿Cómo cambiamos o frenamos este círculo vicioso?: 1.- Las empresas deberían ser un poco más sobrias con su crecimiento y expansión; y mientras van creciendo deberían cuidar que también crezca su personal y sus comunidades. 2.- Debemos educar el consumo, que sea más responsable y ecuánimeesta es una tarea educativa familiar y escolar. 3.- El Estado debe exigir a los productores industriales que amplíen sus plazos de obsolescencia y mejoren la calidad de los materiales que producen. 4.- Insistir en la reutilización y reciclaje, estimular y castigar sobre el uso de polímeros.    

Caminamos lento pero seguro al despeñadero. Así como vamos, probablemente en 50 o cien años estaremos en un caos, nosotros no lo viviremos, pero nuestros descendientes sí, deberíamos hacer algo ya, estamos siempre a tiempo.  

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