Óscar Picardo
Comparte Disruptiva
El Gobierno y los tres pactos
Los pactos son como acuerdos de lealtad, se trata de ciertos compromisos o reglas para asegurar algo. Pactar puede tener diversas acepciones, desde una agenda de acuerdos mínimos con cierta flexibilidad hasta un enfoque radical o rígido: o estás conmigo, o estás contra mí. Desde el punto de vista político, los pactos son como el ADN de los consensos y disensos; podemos observar pactos transparentes sobre la mesa para acuerdos de nación o reuniones oscuras para encubrir la corrupción y el delito.
En esta reflexión abordamos los pactos desde una perspectiva situacional de país. En efecto, gobernar, gobernabilidad y gobernanza son tres conceptos que apuntan a la búsqueda de equilibrios entre la oferta Estatal y las demandas ciudadanas, y este proceso no escapa a los “pactos” para generar condiciones que minimicen los riesgos y conflictos. Resultaría difícil hacer gobierno con base en espejismos, sin alianzas o sin acuerdos a nivel institucional, nacional e internacional.
Debido a las condiciones de coyuntura actual, podemos imaginarnos tres pactos tan imprescindibles como perversos: a) Con Estados Unidos; b) con la oligarquía; y c) con las pandillas; estos acuerdos corresponden a tres escenarios estratégicos que se comentan a continuación:
1.- Pacto con Estados Unidos: Para y desde El Salvador, la geopolítica actual se debate en tres ejes, los socios de Estados Unidos, los países de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) y China. Los procesos migratorios de salvadoreños hacia Estados Unidos, la gran cantidad de salvadoreños residentes –naturalizados, residentes, TPS y sin documentos-, la relación de cooperación internacional y, sobre todo las remesas, generan suficiente presión para empujar este pacto. Más allá del rol de Estados Unidos en el conflicto armado y de FOMILENIO I y II, ha habido una tradición hegemónica en este pacto, y al parecer se mantendrá.
2.- Pacto con la Oligarquía: La maquinaria empresarial e industrial de El Salvador y la generación de empleo a gran escala, se presenta habitualmente como el motor macroeconómico del país. Este aparato productivo está sustentado en un modelo económico capitalista, neoliberal y dolarizado, cuya arquitectura se ha solidificado en los últimos 30 años –sin reversiones-. El pacto con la oligarquía supone en primera instancia no tocar los cimientos del modelo, pero, sobre todo, salvaguardar los esquemas que garantizan la visión corporativa y acumulación de riqueza a partir de la captura de remesas y los privilegios Fiscales –evasión y elusión fiscal-.
3.- Pacto con las pandillas: El control territorial está en manos de las pandillas. Todos los esquemas fracasados de prevención de violencia y de seguridad ciudadana –incluyendo manos duras, super mano dura, tregua, etcétera- no han podido recuperar los territorios asediados por la extorsión y por la autoridad paralela ejercida por los líderes de la MS 13, Barrio 18, Sureños y Revolucionarios. Hay momentos eventuales de control policial, pero una vez que se retiran todo vuelve a la pseudo-normalidad. En las últimas campañas hemos sido testigos de líderes políticos –de derecha e izquierda- negociando espacios para el marketing político, esto significa que la democracia está secuestrada y se debe pactar.
Pactar, negociar, generar acuerdos o alianzas –o como se le quiera llamar- trata de conciliar intereses para lograr ciertos objetivos; entonces ¿qué se puede buscar en estos pactos?, ¿cuáles pueden ser las pautas de negociación? Veamos algunos escenarios sociológicos de los tres pactos en dos claves:
Con Estados Unidos
Beneficio
Costo
– Garantizar estabilidad migratoria para salvadoreños.
– Recibir fondos de cooperación.
– Mantener Tratado de Libre Comercio.
– Recibir asistencia técnica en diversas áreas.
– Evitar el manejo descontrolado de la política monetaria.
– No permiten relaciones con China (aunque Estados Unidos la mantiene).
– Entregar la soberanía de las decisiones políticas al criterio norteamericano.
– No contar con soberanía en la política monetaria.
– Privilegiar las decisiones políticas desde lo mercantil.
– Riegos belicistas y terroristas por el tipo de socio.
Con la Oligarquía
Beneficio
Costo
– Generación de empleo.
– Garantía de libertades.
– Generación de impuestos.
– Responsabilidad Social Empresarial.
– Monopolios y oligopolios disfrazados de estructuras corporativas.
– Se mantiene la evasión y elusión fiscal.
– Privilegios para empresas “amigas”.
– Visión mercantil salvaje y malos salarios.
– Acumulación descontrolada de capitales.
– Financiamiento de partidos políticos y clientelismo.
Con las pandillas
Beneficio
Costo
– Los pandilleros son seres humanos y producto de un sistema perverso, y se debe dialogar y escuchar.
– Se deben crear oportunidades educativas y productivas.
– Se mantienen los principales delitos, homicidios, extorciones, violaciones.
– El control territorial es anárquico y perverso.
– Se prostituye el manejo de las campañas electorales en base a negociaciones.
Puede ser así o peor… Se podrían ubicar pies de página en cada afirmación con casos ejemplificantes y así podemos entender algunas de las siguientes conclusiones que se reflejan en el país:
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Pese a los criterios econométricos e índices nacionales o internacionales, los porcentajes de pobreza y miseria se mantienen bastante estáticos en las últimas décadas.
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La gente sigue emigrando, se va por miedo o por falta de oportunidades, pero no se detiene la caravana de desesperanza.
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Bajan o suben los homicidios y los desaparecidos, pero sigue siendo peligroso vivir o visitar El Salvador.
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Hay dos sistemas educativos: uno es el de las oportunidades (para menos del 10% de la población), otro es el de la deserción y el fracaso (para el resto). El modelo replica los criterios de pobreza y la riqueza.
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El sistema judicial, al igual que el sistema educativo, tiene dos caras: Una para los que ostentan poder, riqueza y dinero –que lo soslayan-, y otra para el ciudadano común que se somete al rigor de la ley.
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No hay grandes evasores y “elusores” visibles, parece que el fenómeno es como una teoría: ¿será que esto se negocia bajo la mesa?
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La impunidad, la corrupción y el clientelismo político están vigentes como en los años 80. La clase política sigue tan tóxica como en el pasado y se roba a costilla de los pobres.
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Desde 1992 a la fecha debemos reconocer que ya no te asesinan por pensar o escribir… Han descubierto que una cuota de tolerancia no afecta a los capitales e intereses ideológicos.
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Quedan otros “pactos” fuera de análisis, pero igual de polémicos: entre partidos políticos, entre los poderes del Estado, entre gremiales, etcétera. Como sea, debemos observar con agudeza y criticidad “con quiénes” y “cómo” pactan los gobernantes y qué buscan. Los pactos en esencia son gestión gubernamental, y como anotó Peter Drucker: “se puede decir que no hay países subdesarrollados sino mal gestionados.” Veamos los pactos que vienen, si nos sacan de la pobreza o seguimos como hasta ahora.