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El Gobierno y los tres pactos

Los pactos son como acuerdos de lealtad, se trata de ciertos compromisos o reglas para asegurar algo. Pactar puede tener diversas acepciones, desde una agenda de acuerdos mínimos con cierta flexibilidad hasta un enfoque radical o rígido: o estás conmigo, o estás contra mí. Desde el punto de vista político, los pactos son como el ADN de los consensos y disensos; podemos observar pactos transparentes sobre la mesa para acuerdos de nación o reuniones oscuras para encubrir la corrupción y el delito.

En esta reflexión abordamos los pactos desde una perspectiva situacional de país. En efecto, gobernar, gobernabilidad y gobernanza son tres conceptos que apuntan a la búsqueda de equilibrios entre la oferta Estatal y las demandas ciudadanas, y este proceso no escapa a los “pactos” para generar condiciones que minimicen los riesgos y conflictos. Resultaría difícil hacer gobierno con base en espejismos, sin alianzas o sin acuerdos a nivel institucional, nacional e internacional.

Debido a las condiciones de coyuntura actual, podemos imaginarnos tres pactos tan imprescindibles como perversos: a) Con Estados Unidos; b) con la oligarquía; y c) con las pandillas; estos acuerdos corresponden a tres escenarios estratégicos que se comentan a continuación:

1.- Pacto con Estados Unidos: Para y desde El Salvador, la geopolítica actual se debate en tres ejes, los socios de Estados Unidos, los países de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA) y China. Los procesos migratorios de salvadoreños hacia Estados Unidos, la gran cantidad de salvadoreños residentes –naturalizados, residentes, TPS y sin documentos-, la relación de cooperación internacional y, sobre todo las remesas, generan suficiente presión para empujar este pacto. Más allá del rol de Estados Unidos en el conflicto armado y de FOMILENIO I y II, ha habido una tradición hegemónica en este pacto, y al parecer se mantendrá.

2.- Pacto con la Oligarquía: La maquinaria empresarial e industrial de El Salvador y la generación de empleo a gran escala, se presenta habitualmente como el motor macroeconómico del país. Este aparato productivo está sustentado en un modelo económico capitalista, neoliberal y dolarizado, cuya arquitectura se ha solidificado en los últimos 30 años –sin reversiones-. El pacto con la oligarquía supone en primera instancia no tocar los cimientos del modelo, pero, sobre todo, salvaguardar los esquemas que garantizan la visión corporativa y acumulación de riqueza a partir de la captura de remesas y los privilegios Fiscales –evasión y elusión fiscal-.

3.- Pacto con las pandillas: El control territorial está en manos de las pandillas. Todos los esquemas fracasados de prevención de violencia y de seguridad ciudadana –incluyendo manos duras, super mano dura, tregua, etcétera- no han podido recuperar los territorios asediados por la extorsión y por la autoridad paralela ejercida por los líderes de la MS 13, Barrio 18, Sureños y Revolucionarios. Hay momentos eventuales de control policial, pero una vez que se retiran todo vuelve a la pseudo-normalidad. En las últimas campañas hemos sido testigos de líderes políticos –de derecha e izquierda- negociando espacios para el marketing político, esto significa que la democracia está secuestrada y se debe pactar.      

Pactar, negociar, generar acuerdos o alianzas –o como se le quiera llamar- trata de conciliar intereses para lograr ciertos objetivos; entonces ¿qué se puede buscar en estos pactos?, ¿cuáles pueden ser las pautas de negociación? Veamos algunos escenarios sociológicos de los tres pactos en dos claves:


Con Estados Unidos

Beneficio

Costo

– Garantizar estabilidad migratoria para salvadoreños.

– Recibir fondos de cooperación.

– Mantener Tratado de Libre Comercio.

– Recibir asistencia técnica en diversas áreas.

– Evitar el manejo descontrolado de la política monetaria.

– No permiten relaciones con China (aunque Estados Unidos la mantiene).

– Entregar la soberanía de las decisiones políticas al criterio norteamericano.

– No contar con soberanía en la política monetaria.

– Privilegiar las decisiones políticas desde lo mercantil.

– Riegos belicistas y terroristas por el tipo de socio.

 


Con la Oligarquía

Beneficio

Costo

– Generación de empleo.

– Garantía de libertades.

– Generación de impuestos.

– Responsabilidad Social Empresarial.

– Monopolios y oligopolios disfrazados de estructuras corporativas.

– Se mantiene la evasión y elusión fiscal.

– Privilegios para empresas “amigas”.

– Visión mercantil salvaje y malos salarios.

– Acumulación descontrolada de capitales.

– Financiamiento de partidos políticos y clientelismo.

 

 


Con las pandillas

Beneficio

Costo

– Los pandilleros son seres humanos y producto de un sistema perverso, y se debe dialogar y escuchar.

– Se deben crear oportunidades educativas y productivas.

– Se mantienen los principales delitos, homicidios, extorciones, violaciones.

– El control territorial es anárquico y perverso.

– Se prostituye el manejo de las campañas electorales en base a negociaciones.

 

 

Puede ser así o peor… Se podrían ubicar pies de página en cada afirmación con casos ejemplificantes y así podemos entender algunas de las siguientes conclusiones que se reflejan en el país:

    • Pese a los criterios econométricos e índices nacionales o internacionales, los porcentajes de pobreza y miseria se mantienen bastante estáticos en las últimas décadas.

    • La gente sigue emigrando, se va por miedo o por falta de oportunidades, pero no se detiene la caravana de desesperanza.

    • Bajan o suben los homicidios y los desaparecidos, pero sigue siendo peligroso vivir o visitar El Salvador.

    • Hay dos sistemas educativos: uno es el de las oportunidades (para menos del 10% de la población), otro es el de la deserción y el fracaso (para el resto). El modelo replica los criterios de pobreza y la riqueza.

    • El sistema judicial, al igual que el sistema educativo, tiene dos caras: Una para los que ostentan poder, riqueza y dinero –que lo soslayan-, y otra para el ciudadano común que se somete al rigor de la ley.

    • No hay grandes evasores y “elusores” visibles, parece que el fenómeno es como una teoría: ¿será que esto se negocia bajo la mesa?

    • La impunidad, la corrupción y el clientelismo político están vigentes como en los años 80. La clase política sigue tan tóxica como en el pasado y se roba a costilla de los pobres.

    • Desde 1992 a la fecha debemos reconocer que ya no te asesinan por pensar o escribir… Han descubierto que una cuota de tolerancia no afecta a los capitales e intereses ideológicos.

Quedan otros “pactos” fuera de análisis, pero igual de polémicos: entre partidos políticos, entre los poderes del Estado, entre gremiales, etcétera. Como sea, debemos observar con agudeza y criticidad “con quiénes” y “cómo” pactan los gobernantes y qué buscan. Los pactos en esencia son gestión gubernamental, y como anotó Peter Drucker: “se puede decir que no hay países subdesarrollados sino mal gestionados.” Veamos los pactos que vienen, si nos sacan de la pobreza o seguimos como hasta ahora.