Susana Joma
El retorno a clases en las escuelas y la falta de fondos
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“Imagínese no hemos recibido ni siquiera los recibos de transferencia de cuánto nos van a depositar a cada centro escolar, ni para pago de salario ni para funcionamiento”
Profesor Daniel Rodríguez, Secretario general del Simeduco
Aunque la sombra del COVID-19 aún rige la vida cotidiana, el 2023 arrancó oficialmente este 6 de febrero en los 5,100 centros educativos públicos bajo el modelo de enseñanza totalmente presencial, en lo que representa el retorno a la normalidad luego de tres años de trabajo virtual y semipresencial forzados por la pandemia.
Los centros educativos privados, tal como es tradición, iniciaron la labor académica antes, el 16 de enero.
La ceremonia de inauguración de actividades académicas por parte del gobierno se dio de forma simultánea a la celebración por la renovación de las instalaciones del Centro Escolar Antonio Najarro,en Mejicanos.
El año anterior, según datos del Ministerio de Educación (MINED), la matrícula inicial de alumnos fue de 1.255,171 millones y cerró con 1.271,000, cifras que tanto las autoridades educativas como los sindicatos y gremiales de educadores del sector público esperan se logren superar.
Justo hace un mes, el gobierno, a través de un comunicado de prensa en el que confirmó las clases presencial sin precisar expectativas de matrícula, señaló que ha trabajado “con esmero y compromiso para que el 2023 sea de aprendizaje y desarrollo, donde continuamos transformando la educación para escribir la nueva historia de nuestro país”.
Las esperanzas de crecimiento de la población estudiantil también se perciben en el sistema educativo privado. Javier Hernández, presidente de la Asociación de Colegios Privados de El Salvador (ACPES) subraya que en este sector hay una apuesta importante por alcanzar una matrícula no menor a los 225,000 estudiantes.
“En el sector lograr eso es, digamos, es una apuesta bastante grande, pero significa la gran oportunidad por llenar aquellos vacíos que la pandemia dejó de estudiantes escolarizados en su edad que estaban fuera del sistema”, subraya Hernández.
Desde principios de enero, cuando el MINED habló sobre la vuelta a clases cien por ciento presenciales, gremiales de docentes, entre ellas Simeduco y Bases Magisteriales se pronunciaron con beneplácito tras insistir durante meses en que la virtualidad, pese a que ayudó a paliar los momentos duros de la pandemia, significó un fuerte impacto en los aprendizajes de los escolares.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) también el 24 de enero, a través de la red social Twitter, “aplaudió la decisión gubernamental de abrir las escuelas 100 % de forma presencial, ya que representan para las y los estudiantes un lugar seguro para lograr sus aprendizajes y donde además tienen acceso a servicios de protección, salud, alimentación y atención psicosocial”.
Daniel Rodríguez, secretario general del Simeduco, sostiene que las expectativas para este año han estado enfocadas en que “de una vez por todas nos lanzáramos por la forma presencial”, porque según argumenta desde agosto pasado muchas escuelas, aún sin el aval oficial, comenzaron a sumarse al trabajo cien por ciento presencial.
“El año pasado en la mayoría de escuelas tuvimos la experiencia de tener al 100 % de los estudiantes todos los días y hemos sobrevivido a esta situación”, comentó Rodríguez, en alusión a la pandemia vigente.
Este dirigente sindical, quien ejerce como director del Centro Escolar Cantón El Cedro, en Panchimalco, zona sur de San Salvador, aseveró que “la experiencia de los tres meses anteriores ha servido mucho para que los estudiantes se familiaricen con la presencialidad, y esperamos que ahora que ya se anunció que es presencial al cien por ciento, sin descuidar la multimodalidad, se va a tener mayor cantidad de estudiantes”.
Sin temor a contagios, pero sí a la falta de fondos
Daniel Rodríguez piensa que el regreso a clases este año se verá favorecido porque, al menos en el ámbito escolar, han advertido que el miedo a contagiarse ha ido en disminución, además de que se tratará de seguir con las medidas de bioseguridad.
“Yo creo que se ha superado bastante (el temor); los maestros hemos aprendido a trabajar en medio de la pandemia; la mayoría de los maestros sabe cuidarse, la gran mayoría de maestros se ha colocado todas las vacunas que se han permitido”, insistió al entrevistarlo en vísperas del inicio del año lectivo.
El optimismo de volver a las aulas contrasta con los desafíos en el sistema de enseñanza pública, algunos de ellos ya son viejos, pero se han profundizado, otros más han sido heredados de la pandemia, pero igual se tiene que hacerles frente, como por ejemplo: el déficit de conocimientos entre los educandos, la falta de fondos para pagar los salarios del personal administrativo y la adquisición de insumos destinados a limpieza y el mantenimiento de las instalaciones.
“El mismo tema de todos los años, por ejemplo, ahorita ya pasó todo enero y no se ha pagado a los trabajadores administrativos, que son alrededor de unos 3 mil a 4 mil a nivel nacional”, detalló.
Según el profesor Rodríguez a las escuelas no les han enviado los recibos de las transferencias correspondientes a salarios, tampoco los del presupuesto de funcionamiento, lo cual significa que muchas inician clases con recursos limitados. En ese sentido esperan que se los depositen de manera oportuna para poder paliar las necesidades, que se rompa la práctica de entregarlos tarde.
En el Centro Escolar del Cantón El Cedro, cuando los fondos les llegaron ya al cierre de año, alcanzaron a destinar $700.00 para adquirir material educativo y de bioseguridad, el cual estiman les durarán unos dos meses, pero a partir de abril estarán en apuros para disponer de más.
“Imagínese ahora vamos a estar de forma presencial, los recursos que se gastan son más: papel higiénico, escobas, trapeadores, desinfectantes, Rinso, lejías, papel bond en pliegos, papel en tamaño oficio. Se necesitan (marcadores) pilots, se necesitan renovar pizarras, si se daña una chapa hay que cambiarla, si se daña un chorro hay que cambiarlo, si se arruina la luminaria hay que cambiarla. Entonces ¿qué hacemos nosotros? pues endeudarnos con las ferreterías y cuando uno se endeuda no le venden las cosas al mismo precio”, afirma el director haciendo eco de la preocupación de sus colegas.
Describe que la tardía asignación de fondos no les permite cumplir a cabalidad el plan de actividades que el MINED exige elaborar y desarrollar todo el año; y además les obliga a depender de la colaboración de los padres de familia tras lo cual, de acuerdo con sus palabras, la educación deja de ser gratuita.
“Quizás la más grande expectativa es esa, que esperamos que los presupuestos se depositen a tiempo”, enfatiza.
Refuerzo escolar versus apatía
En la parte académica las esperanzas del nuevo año escolar 2023 están centradas en que tengan una buena respuesta de parte de los estudiantes, que asistan de forma presencial.
“Nosotros estamos claros que tenemos que llevar a la par el año escolar 2023, pero ir reforzando ciertos conocimientos que han quedado vacíos en el periodo de 2020 al 2022”, expone el docente.
¿Cómo se podría llevar adelante un refuerzo con los escolares del sector público? En opinión de Rodríguez el refuerzo no se debe limitar a las primeras semanas del año como suele establecer el MINED, sino tiene que ser de forma permanente para lograr por lo menos rescatar los conocimientos que han quedado débiles en los estudiantes.
Sin embargo, la tarea de elevar la calidad educativa no pinta fácil: El secretario general del Simeduco detalla que el año pasado vivieron la experiencia de que los alumnos, a la sombra de una normativa oficial de promoción automática que cobró fuerza durante la crisis de la pandemia en 2020 y 2021, ya “estaban acostumbrados a quedarse en la casa, a que si no hacían mayor esfuerzo siempre se les ayudaba al final para pasar el año escolar. Así que muchos estudiantes abandonaron el año escolar 2022 porque sintieron la presión en el sentido de que si no se ganaban la nota no aprobaban el año escolar”.
En este año espera que los estudiantes hayan asimilado que deben hacer mayor esfuerzo por ganarse el año escolar, superar la competencia que se les viene en la parte académica, aunque no descarta que más de uno siga apático.
Para Jorge Villegas, secretario general de Bases Magisteriales, la confianza también está puesta en que los escolares asistan a las escuelas y que también se corrija el rumbo de la educación puesto que, a su criterio, si bien la pandemia afecta, pero en este momento es en un porcentaje menor.
Villegas, un veterano docente de Matemática forjado en el seno del antiguo modelo de Escuelas Normales de Profesores, aseveró en forma tajante que elevar el nivel de la enseñanza, del aprendizaje, tiene que pasar porque desde la cartera de Educación se tomen algunas medidas radicales, una de ellas: “que se suspenda de una vez por todas la promoción masiva de los estudiantes”, y si un alumno tiene problemas de aprendizaje en una, dos o tres asignaturas y al final del año no logra mejoras debe repetir el grado.
“Cuando nosotros estudiábamos había reprobación. ¿Qué había que hacer? Había que estudiar para los exámenes extraordinarios, por eso la diferencia en los grados académicos, los conocimientos entre las generaciones anteriores y la actual”, afirma, al tiempo de recordar los bajos niveles de reprobación que los actuales bachilleres tienen cuando se someten a la prueba de ingreso de la universidad de El Salvador (UES).
El secretario general de Bases Magisteriales, quien en 2021 se retiró de las aulas, sostiene que el actual sistema de calificación propicia que los escolares pasen grado sin realizar menor esfuerzo, puesto que el alumno podrá haber obtenido nota cero de calificación en el examen trimestral de conocimientos, pero si logró ganar los 3.5 por tener las clases copiadas en el cuaderno, así como los 3.5 en la llamada actividad integradora entonces tiene asegurados 7 puntos que garantizan promoción.
Recuerda que cuando el ministro Walter Béneke estableció hace 32 años la reforma educativa que dio pie a eliminar la reprobación desde los primeros grados de Educación Básica, era con la idea de evitar frustración en los niños y deserción, al ver como sus pares avanzaban; sin embargo, subraya que tal vez la idea no fue mala, pero falló en que no se estableció un buen sistema paralelo para recuperar al estudiante.
Aclara que hoy en día el espíritu de pedir la eliminación de ese sistema de evaluación no es que todos los estudiantes terminen reprobados, sino que hagan un mayor esfuerzo, sobre todo considerando que en la escuela pública se ha tenido la experiencia de las aulas de apoyo en donde se atendía a estudiantes con problemas de aprendizaje, pero que no fueron aprovechadas por los padres de familia y alumnos.
Expone que cuando al padre de familia, en cada trimestre o al final del año, se le expone la necesidad de que sus hijos reciban clases de refuerzo para mejorar sus conocimientos en determinada asignatura, terminan aceptando que estos no quieran someterse al proceso.
“No estamos pidiendo que haya castigo físico, pero que exista alguna presión en el hogar que el alumno debe cumplir con sus tareas y si no lo hace hay tantas cosas que se le pueden limitar, por ejemplo, que no puede salir a jugar con sus amigos, los juegos, quitarle el teléfono, la televisión como sanción”, puntualiza.
De ahí que en este momento no solo considera clave el papel del Ministerio de Educación y el de sus colegas sino también el de los padres de familia, que ejerzan la autoridad sobre sus hijos para que atiendan las clases y pongan su mejor esfuerzo desde el principio.
“Estamos hablando de que el padre de familia debe de jugar su rol, porque el alumno nunca quiere hacer tareas, jamás quiere hacer tareas”
Jorge Villegas, Secretario general de Bases Magisteriales