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 2706-5421

Las exigencias de transparencias no se deben er como una molestia, sino como un diálogo: Paul Aguilar de SocialTIC - 9
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Rafael Lara-Martínez

Rafael Lara-Martínez
Professor Emeritus, New Mexico Tech
rafael.laramartinez@nmt.edu
Desde Comala siempre…

El silencio, la verdad absorta. Lección ch’ortí’

La más simple revisión del diccionario de una lengua no-indoeuropea confirma una tesis clásica de la lingüística. Más que un mapa del mundo real, el vocabulario responde al dictado de las instituciones sociales. Por esta determinación cultural, toda traducción empaña el precepto original de un término aislado. Más que la obra de un coyote —quien traslada migrantes hacia su destino ilegal— se trata de un secuestro. Las palabras no se dirigen a un rumbo fijo, sino el arbitrio de la nueva redacción las captura al conducirlas a un empleo anterior desconocido.

 

La raíz ch’ortí’ -tz’u’ aclara el dictamen cultural que la filosofía latinoamericana desconoce. En su amplia esfera, se entrelazan la absorción o el chupe, el colibrí, el beso y el silencio, así como la evaporación y la erosión. El dilema por desglosar establece el flujo del sentido nocional que unifica esos vocablos gracias al «sorbo» —si se prefiere lo coloquial, al trago. Se trata del traslado de una cosa hacia un estado distinto de la materia, o hacia la disolución. El silencio expresa la verdad absorta.

 

Para iniciar la discusión, se consideran los cinco (5) términos siguientes en orden estricto. El primero exhibe la raíz en sí, despojada de todo prefijo o sufijo que la modifique. En abstracto, describe la manera en que un líquido se incorpora en otra materia hasta diluirse completamente en su cuerpo, o bien se evapora hacia otro estado gaseoso.

(1) -tz’u’, chupar, absorber

(2) -tz’u-nun, colibrí, chupaflor

(3) -tz’uj-tzi -ti, besar, absorber/lamer labio

(4) -tz’u-max, nahual, espectro que chupa, talvez, absorber-carie/gorgojo

(5) -tzuj-taka, silencio

(se recuerda: /x/ = /sh/ del inglés; /’/ = cierre glotal o saltillo; como lengua ergativa, el ch’ortí’ identifica el sujeto transitivo con el posesivo (mi…) y el objeto transitivo con el sujeto predicativo e intransitivo (yo…), salvo en ciertos contextos sin alusión en este ensayo).

 

Llamado también chupaflor o chupamiel (2), el colibrí recibe ese nombre por el principio descriptivo que designa a la fauna y la flora. Igualmente le sucede al humano a quien se llama según la actividad que realiza para subsistir, o para cumplir una costumbre o un comportamiento habitual. El pájaro se alimenta de flores de las cuales absorbe su comida. E tz’u-nun u-tz’u’-ø u-chab’ir e nichir, «el colibrí chupa la miel de la flor = el chupaflor su-chupar-ello su-miel la flor». Igualmente sucede con el beso apasionado en la boca (3): «U-tz’ujtz’i-ø u-ty-o’b’, se besan, su-absorber-ello su-labio-plural», o bien «u-yajk’u-o inte’ tz’ujtz, su-dar-ello un beso». Su nombre también retrata la transferencia de fluidos —la saliva, en vez del néctar—, durante el encuentro bucal entre dos seres humanos. Este principio descriptivo parece tan generalizado que en náhuat evoca la ingestión de ese mismo acto: -ten-kwa, «boca/abertura-comer, o bien, -ten-chichina, -boca/abertura-chupar. El beso replica la acción del colibrí al succionar un líquido nutritivo ajeno. Por esta correlación, de la misma raíz se derivan tz’upi, «lamer con la lengua, erosionar»; tz’upi u k’ab’; tz’upi u ti’, » absorber labios»; tz’upi e ha’, «absorber/chupar el agua». «E ja’ tama e xukur tz’u’-pa, el agua a través del río disminuyó».

 

Esta chupadera la ejecuta la versión draculesca de un nahual llamado -tz’u’-max, «chupar/absorber-carie/gorgojo» (4), quien sobrevive de la sangre infantil (ídem para una versión ch’otí de la Siguanaba, quien captura niños tiernos). Taka e akb’ar a’ru e tz’u’max, «con la noche chilla/gruñe/grita el Espectro/absorbe-carie». Su presencia de chupaniños se teme en las noches de igual manera que, en la tradición náhuat, el Cipitío riega la epidemia en los caminos y la Siguanaba, la muerte (véase Lyle Campbell, 1985, inédito en el país). Si las Ciencias Sociales los consideran simples mitos, es porque no reflexionan sobre las maneras alternativas de representar los fenómenos naturales, tal cual la epidemia, los huracanes, etc., ni los cataclismos sociales sin un control técnico: la guerra, la inflación, la recesión, el cambio climático, la crisis de energía. Tampoco consideran los sentimientos que —como el calor y el cariño paterno sudoroso, «u-b’urichir, su-sudor/humedad»—, ahuyentan al Espectro chupador.

 

En quinto lugar, destaca el término para el silencio, el cual también describe la succión. Es evidente que comparte un sentido similar con la mentira y con lo falso, esto es, no dice la verdad. Hay varias maneras de ocultarla. El error falsifica la verdad, hasta que se demuestra su descuido. En cambio, la mentira no mienta la verdad; la arropa con el fin de lograr un objetivo concreto. -B’ut’i -jor, «aconsejar mentiras/mentir», expresa una manera de «llenar la cima, la punta» de una falsedad (maj-resyaj) que la recluye en la prisión (maj-kib’). En fin, se reitera, el silencio absorbe la verdad hasta diluirla en la nada. Esta idea de disolución no solo la insinúan los verbos chupar y lamer. «U-tz’u’-ø e ja’, absorbe el agua, su-absorber-ello el agua»; in-tz’u’-ø inte’ tz’ak, «tomo una medicina, mi-absorber-ello una medicina». A la vez, confirma el proceso natural de la evaporación: e k’in u-tz’u’-pes-ø e ut ja’, el sol evapora/seca la fuente/ojo-agua. El vapor reseca las superficies mojadas, así como la erosión responde al efecto de la apropiación social de la naturaleza. Absorto, el silencio señala una esfera de significados muy distinta de la parquedad y del retraimiento humilde. Sin mencionar la verdad, el silencio no la encubre, según lo recomienda la mentira. En cambio, como satélite de la raíz -tz’u’, indica su vocación por ingerirla.

 

La verdad se evapora y, en su estado gaseoso, emigra hacia la lejanía desconocida. «Todo depende del cristal con que se mire». Por la continuidad significativa, absorber, chupar, beber, besar, acallar, evaporar, erosionar, etc., desde la mirada de la pasión amorosa, el colibrí besa la flor como el beso chupa la saliva y el sol acaricia el agua evaporada que transporta al cielo. Empero, en su lado negativo, el acoso cultural erosiona el entorno natural al ingerirlo. La expoliación imita la actividad depredadora del nahual chupaniños, al apoderarse de «la sangre de la tierra», hecha mineral, planta y animal.

 

***

 

Esta lección ch’ortí’ sugiere indagar el silencio de cada disciplina académica, en suplemento de sus aciertos racionales. Si la construcción de carreteras —Los Chorros en El Salvador, por ejemplo—, provoca desastres naturales —fracturas rocosas, deslaves, erosión—, también la invención del saber genera cataclismos similares en la realidad social. No en vano, los estudios culturales acallan aristas esenciales de su terreno de investigación monolingüe. Por la tala desmesurada y la quema de la roza, la nueva (des)colonización occidental no juzga el legado indígena, esencial a su pensamiento. No importar cuántas conferencias se organicen bajo el título de filosofía hispano/ibero/latinoamericana liberadora: mientras no discutan las lenguas indígenas, la vertiente americana de esa disciplina queda encubierta. En El Salvador, el silencio académico sobre las filosofías ancestrales testimonia la erosión que sufre la identidad nacional. «E kojn u-tz’upi-ø e rum, la quebrada su-absorber-ello la tierra/suelo», donde la quebrada despliega la metáfora de las Ciencias Sociales y la tierra señala la herencia Matria absorta. La diversidad cultural se disipa en neblina migratoria que se remonta hacia el infinito difunto, no sin la esperanza del retoño florido.

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