TercerMundo

El Tercer Mundo…

El ”Tercer Mundo”, concepto creado por el economista francés Alfred Sauvy en 1952, se suele utilizar para etiquetar a los países periféricos o subdesarrollados; el lenguaje diplomático prefiere utilizar “países en vías de desarrollo”, así como recurrimos a artificios semánticos para llamar a las debilidades “oportunidades de mejora” o a lo deficiente “necesita mejorar”. 

El Tercer Mundo, hoy arcaísmo de la postguerra, de la guerra fría y de los postulados racistas ocultos, va más allá de los peores índices de desarrollo de gran atraso económico-social, el analfabetismo, el hambre, la delincuencia, las carencias hospitalarias y de salud pública, las viviendas y servicios sanitarios precarios o una escasa expectativa de vida. 

Existe en efecto una cultura democrática tercermundista construida sobre la base de la ignorancia y la baja escolaridad de los pueblos; y a la vez, es una herramienta, para que ciertos grupos de poder -político y económico- aprovechen la oportunidad, roben, saqueen y ejerzan la corrupción de modo descarado. 

Vale la pena señalar, como ya lo hemos hecho en otros artículos específicos, que este tercermundismo tiene la complicidad dominante de los cooperantes internacionales; agencias que hacen filantropía, caridad o responsabilidad social, sobre la base de indicadores mentirosos de desempeño, a sabiendas que nada va a cambiar o mejorar. 

El axioma del “Tercer Mundo” posee condiciones o características evidentes; Latinoamérica, con sus bemoles, es un laboratorio predictivo y prospectivo del fracaso; veamos los diez rasgos del tercer mundo a continuación: 

1.- Escolaridad baja y sistema educativo precario: Esta es una condición fundamental; el grupo que se beneficia de tercermundismo necesita un caldo de cultivo de ignorancia; gente ingenua, fácilmente sujeta al engaño y con aspiraciones mínimas. Todo lo demás vendrá por añadidura.  

2.- Clase política corrupta: Los políticos corruptos son los directores o gestores del tercermundismo; son una especie de combustible para que todo fluya. Ellos diseñan las mentiras, roban, se victimizan y en el mejor de los casos huyen al primer mundo; de hecho la mayoría allí educa a sus hijos. 

3.- Empresarios voraces: El tercer mundo también cuenta con un grupo de empresarios voraces, quienes aprovechan el caos para mejorar sus finanzas; a veces se acercan a la clase política para solicitar favores, proteger sus oligopolios u obtener beneficios fiscales. Los millonarios del tercer mundo no hacen filantropía, solo ejercen una responsabilidad social demacrada e ineficiente; migajas. 

4.- Estadísticos y datos sin valor: No hay datos, y si los hay no tienen valor, están maquillados o desactualizados; los datos son evidencia y permiten medir, y en este escenario tercermundista a nadie le interesa saber lo que sucede; si mides puedes controlar, mejorar o evidenciar el pandemónium.  

5.- Academia desnaturalizada: La academia del tercer mundo está anclada en el pasado, en la vieja racionalidad aristotélica y newtoniana; no hay patentes, no hay investigación relevante, la docencia está pauperizada. Es un simple ascensor social (Martín Baró) pero defectuoso. Forma a célebres consumidores y aprendices de corruptos; los profesionales decentes son una minoría. 

6.- La nostálgica como elemento central: El tercer mundo vive de la nostalgia, de ciertos ideales muy imaginarios; de creer que tenemos el segundo mejor himno del mundo (sin saber dónde fue el concurso); de ir a una copa mundial de la FIFA; o de celebrar y magnificar actos cotidianos y costumbristas. 

7.- Política de la ocurrencia: La ocurrencia reina, copiamos cosas que funcionan en otros países, pero mal copiados o descontextualizados; no hay un proyecto de largo plazo ni visión de futuro. A los políticos se les ocurren cosas pero para mejorar su imagen o reputación con criterio electoral; y las ideas mesiánicas cada vez son más disruptivas, estridentes o locas, pero esto funciona en el imaginario de pobreza. Siempre convivimos con la “satisfacción vicariante”, proyectándonos en algo o en alguien en base a nuestras carencias.  

8.- Ausencia de planificación: No hay plan, da lo mismo a que lugar ir, le dijo el Gato a Alicia (Lewis Carroll); navegamos al garete en las encrespadas aguas de la globalidad con la brújula dañada y sin mapa. En el tercer mundo se vive el presente, el hoy, impera el oportunismo, mañana quién sabe; y los planes implican ideas de futuro. 

9.- Sistemas de justicia e impunidad: No hay país del tercer mundo que tenga un sistema de justicia basado en el Estado de derecho y en la seguridad jurídica; la justicia es parte del sistema de corrupción y produce industrialmente impunidad. Hecha la ley, hecha la trampa, jueces a la medida, uso de la justicia para perseguir a los enemigos, y un largo etcétera de oprobio jurídico.   

10.- Repetir errores: Tropezamos dos, tres y cien veces con la misma piedra; solo un pequeño ajuste moral y estamos listos para volver a caer en la trampa y repetir errores o elegir gobernantes que sabemos que van a robar y se nota en el perfil político. Somos una verdadera máquina de cometer errores. 

¿Le suena la descripción…? 

Anotaba Hannah Arendt “El tercer mundo no es una realidad sino una ideología. «Sobre la violencia» (1970), y la ideología es un sistema que encubre intereses de algunos, que debemos desenmascarar o desideologizar.  

El premio Nóbel de economía Joseph Stiglitz en «Cómo hacer que funcione la globalización» (2006) afirma: “Con frecuencia, los países en vías de desarrollo se encuentran atrapados entre dos opciones desagradables: la suspensión de pagos, que conlleva el temor al colapso de la economía, o la aceptación de ayuda (préstamos), que conlleva la pérdida de la soberanía económica”. Al parecer estamos condenados, y nuestra escatología nos indica: acostúmbrate, súmate o huye…  

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor. 

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