Óscar Picardo
Estadios y masas…
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Más allá del deporte y del espectáculo, los estadios son verdaderos laboratorios para observar, estudiar y analizar los comportamientos en masa, en dónde se diluye y casi desaparece la identidad individual y emerge el comportamiento colectivo, con sus histerias, fervores, fanatismos, alegrías y tragedias.
Todo lo sucedido, antes, durante y después del último episodio en el estadio Cuscatlán, en el marco del partido Alianza – FAS, fue lamentable; sobre todo el deceso de 12 personas y la centena de heridos. En medio de la tragedia apareció el otro lado de la estupidez humana en las redes sociales: fotos, videos, textos, acusaciones, juicios y cacería de brujas.
¿Quiénes son los responsables de esta situación anárquica y dramática?; quizás demasiados actores y sobre todo un contexto complejo, comenzando por: 1) Nuestra cultura alérgica al orden, 2) Falta de planificación, 3) Subestimar riesgos, 4) Resolver todo a la fuerza, 5) Improvisar, entre otros aspectos. Pero luego vienen los chivos expiatorios: ¿la dirigencia del Alianza?, ¿los jugadores?, ¿las barras?, ¿la PNC?, ¿EDESSA?, ¿FESFUT?, ¿el personal de salud que se quejó en redes sociales?. Efectivamente y lamentablemente, se necesita que ruede alguna cabeza. Para al fin terminar en juicios y castigos, generalmente absurdos.
El comportamiento de masas en los estadios y espacios similares es un fenómeno complejo que se activa por un dinamismo de contagio; se genera una atmósfera de influencia que puede repercutir en diversos ambientes políticos, religiosos o deportivos. Obviamente, la cultura de dicho grupo está completamente relacionada con los valores que la masa comparte. La idea de psicología de masas se centra en la inexistencia de autonomía dentro de un grupo ya operando. Una persona que forma parte de una masa deja de ser independiente y se subordina al grupo al que pertenece.
Desde el punto de vista sociológico, los aportes de Emile Durkheim definieron el concepto de “anomia”, una alienación que se desarrolla cuando el ser humano no tiene la sensación de pertenecer a una comunidad determinada. Durkheim hacía hincapié en que la causa de aquello era una ruptura de orden social, alterado por los cambios de la división del trabajo social.
Desde la psicología, los aportes de Gustave Le Bon, Sigmund Freud, Alfred Adler, William McDougall, George Herbert Mead, Kurt Lewin, plantearon el problema de la “psicología colectiva o de masas” desde las fuerzas sociales, la naturaleza social del individuo, las relaciones y representaciones con la alteridad.
La formulación del “alma de las masas” parte de tres características: 1) Sentimiento de poder invencible: el ser humano deja de lado sus responsabilidades ya que los sentimientos le unen a una masa que se expresa de forma anónima. El individuo al entrar en el grupo queda subordinado a condiciones grupales y desaparece la conciencia moral, 2) Contagio de sentimiento y forma de actuar; el interés colectivo pasa a ser el rasgo más importante, 3) Sugestionabilidad: es la causa más importante. El ser humano se contagia y pasa a ser cooptado por las acciones de los otros, no teniendo conciencia de sus actos y se hace impulsivo, voluble y excitable.
Ignacio Martín-Baró, en sus notas de 1976, plantea el apartado “Psicología Social de los grupos”; aquí distingue macro grupos y micro grupos a partir de marcos de significación; luego explica que el “paradigma de la facilitación social o determinismo social” (influencia positiva o negativa) o, en cualquier caso, del influjo en la conducta de un individuo de la presencia de los demás, pone de manifiesto que la conducta a partir de la realidad del grupo no es la misma que la conducta considerada a partir del individuo, ya que la presencia de otros aumenta el nivel de excitación del sujeto, es decir, su motivación o proporcionar indicios sobre las respuestas apropiadas o incorrectas, como en el caso de la imitación o el aprendizaje vicario.
Desde el punto de vista emocional, los sentimientos de la masa son simples y exaltados. La masa no existe sin un trigger, líder o activador; los grupos colectivos se sienten atraídos por este elemento y al unirse a la masa, presentan un bajo rendimiento intelectual, al no ejercitar su mente por sí mismos; los individuos una vez pasan al grupo colectivo estos pasaran a ser dominados.
En la actualidad las tecnologías de la comunicación y redes sociales agregan un ingrediente más a este fenómeno de masas desde el punto de vista persuasivo, antagonizando las disonancias y facilitando la movilidad de actores; léase las famosas “primaveras” que impulsan a ciertos grupos a reunificarse.
Por último, la relación entre racionalidad y la realidad del comportamiento de la masa, sitúa tanto al agresor como la víctima en un escenario complejo. La acción violenta de las masas se suele hallar fundamentada en motivaciones psicológicamente inconscientes. Un denominador común de todos los fenómenos de masas es el amor u odio poco discriminativo.
Dicho todo lo anterior, las autoridades y dirigentes deben prestar mayor atención a la planificación y seguridad de eventos masivos; sobre todo a la gestión logística, abriendo compartimientos para los desplazamientos para fragmentar los grupos. Consideremos además los aspectos atmosféricos o clima. Una ola de calor en un ambiente semi cerrado o una tormenta pueden causar estampidas. Creemos que desde esta triste experiencia -que pudo ser peor- los responsables de organizar eventos aprendieron algo.
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