Óscar Picardo
Estos son los datos educativos de la infamia
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“La educación no es preparación para la vida; la educación es la vida en sí misma”.
John Dewey
Un punto de partida hipotético y perverso de nuestro realidad socioeconómica se podría resumir en estos términos: Nuestro sistema educativo produce dos tipos de ciudadanos, un 10% o menos con oportunidades y un 90% o más condenados a reproducir ciclos de pobreza y exclusión. Veamos datos…
De cada 10 estudiantes que culminan segundo ciclo de educación básica (6to grado); solo 4 llegarán a educación media o bachillerato; de esos 4, solo 2 ingresarán a la universidad; y sólo 1 podrá egresar y graduarse. Es decir 1 de cada 10.
La escolaridad promedio, según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM 2022) es de 7.2 grados; mejoramos un grado cada 10 años. Un dato que no permite atraer inversión extranjera de alto valor agregado.
El grueso de los niños y niñas ingresa tarde al sistema escolar, aproximadamente a los 7 años lo que facilita la repitencia, el rezago y el abandono escolar. La tasa de matricula en el nivel preescolar no llega al 40%.
En la prueba estandarizada internacional ERCE, según el desempeño (MPL-Minimum Proficiency Level I básico, II intermedio bajo, III intermedio alto y IV alto) los resultados de estudiantes salvadoreños son: Matemática 3er grado solo 3.2% están en Nivel IV; Matemática 6to grado solo 1.0% están en nivel IV; Ciencias 6to grado solo 4.0% están en nivel IV. Menos del 3% de los estudiantes tienen un nivel alto de desempeño; menos del 14% un nivel intermedio alto; la gran mayoría están en los niveles intermedio bajo (36%) y mínimo o bajo (47%). Esto coincide con los 23 años de la prueba PAES.
Según los resultados de la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) 2022, dados a conocer la semana pasada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), nos disputamos el sótano con Guatemala, República Dominicana, Paraguay y Camboya, con un score en Matemáticas de 343 en el antepenúltimo lugar, 143 de 146 regiones y países que participaron (81 países y sus regiones); en lectura, escore 365 y lugar 129; y en ciencias escore 373, lugar 135. Asimismo, según este informe, el 18 % de los estudiantes de El Salvador, de entre 15 y 16 años, aseguró haber dejado de comer al menos una vez a la semana porque su familia no tenía dinero para comprar alimentos.
Cuando se mide el tiempo efectivo de aprendizaje -lo medimos en 2008 con Ernesto Schiefelbein- de los 200 días del calendario escolar solo se cumplen efectivamente 100 días o menos; por eso en los 23 años de PAES la media de resultados siempre fue 5 y fracción.
La matrícula total de educación superior es de 190,000 estudiantes, para una población de casi 7 millones, representa aproximadamente el 2.7%. La tasa de eficiencia de graduación en la educación superior es inferior al 5%. Si tomamos una cohorte de 100 estudiantes que ingresaron en el Ciclo I de 2019 y le damos seguimiento por sus 10 niveles o ciclos, al 2023 se han graduado menos del 5%.
Con más de 41 instituciones de educación superior, privadas y públicas, las patentes residentes otorgadas a universidades en los últimos 30 años es: CERO. Quizá habrá alguna que se escapa a las estadísticas, pero incluso 5 o 10 patentes serían insuficientes para pensar el desarrollo productivo del país. Para tener una idea comparativa de patentes universitarias en el hemisferio: Chile 955 patentes, Colombia 480, Costa Rica 44.
La Tasa Interna de Retorno (TIR) del sistema educativo es negativa en todos los niveles, excepto en bachillerato, en dónde se puede dar un salto de calidad de US$ 365 a US$ 500; en el resto de niveles la ratio es negativa, y considerando nuestro mercado laboral desde la perspectiva estructural, estudiar más no siempre implica ganar más.
En 2022, el 75% de los estudiantes de El Salvador tenían una computadora en su hogar, mientras que el 42% tenía Internet. La entrega masiva de computadoras que ha realizado el gobierno ha reducido la brecha digital, pero aún no la cierra. En el sector público, los estudiantes con computadora en su hogar son el 74%, mientras que solo el 32% tiene Internet. 7 de cada 10 no tienen internet…
La Universidad de El Salvador tiene el presupuesto más bajo de la región al comparar con universidades públicas y la más baja inversión en I+D+I: UCR: US$ 613,434,746.80 (US$ 35,837,474.69); USAC: US$ 300,104,065.30 (US$ 3,785,980.17); UNAH: US$ 198,762,841.97 (US$ 2,516,204.06; UTP: US$ 290,317,392.00 (US$ 13,485,691.99; UES US$ 122,637,472.99 (US$ 591,555.00). Con medio millón de dólares para el desarrollo científico poco y nada se puede hacer.
Estos y muchos otros datos -que están reservados- nos dan una radiografía del pasado y una prospectiva preocupante del futuro. Una nación no cambia por su modelo político o económico, sino por las capacidades reales de sus ciudadanos y su incidencia en los diversos sectores productivos.
“La educación es nuestro pasaporte para el futuro, porque el mañana pertenece a la gente que se prepara para el hoy” (Malcolm X); con estos datos y con las decisiones de política pública educativa no queda claro el rumbo; sí sabemos que al menos un 10% de los niños y jóvenes podrán tener una vida digna y bienestar, el problema es que el 90% son muchos o demasiados que queda anclados a reproducir ciclos perversos inhumanos.
Y tomemos nota de algo importante: Quienes suelen leer y comentar este tipo de artículos, conversan con pares socioeconómicos sin lograr entender las dimensiones del problema y cómo solucionarlo; a algunos les parece inverosímil, otros se preocupan y piensan como resolver el problemas, pero al final todo sigue igual. Por cierto, los políticos y autoridades gubernamentales educativas lo manejan como un espejismo, y si me equivoco algo hubiese mejorado, pero todo está intacto.
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