Óscar Picardo
Fútbol…
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De fútbol y educación todos sabemos, todos opinamos y todos podemos dar consejos…; son como “ciencias abiertas” en dónde cualquiera tiene “licencia” para definir o pronosticar; obviamente, la mayoría ha tenido una experiencia escolar y ha pateado pelotas en las canchas del barrio o de la escuela. En efecto, el destacado escritor Eduardo Galeano matizaba lo anterior con la afirmación: «El fútbol es la única religión que no tiene ateos».
El fútbol es tan pasional como técnico y táctico en la cancha, el azar y la capacidad económica son variables intervinientes en los resultados, pero lo que sí es esencial y no negociable para lograr un proceso estable y sostenido es una planificación de largo plazo sobre la base de canteras infantiles. Dicho de otro modo: Una buena selección nacional requiere una liga sólida y una liga sólida se sostiene sobre canteras infantiles.
Armar una selección como un rompecabezas es una idea que no suele salir bien; un equipo nacional se desarrolla en un proceso a largo plazo, y los jugadores desde niños tienen que trabajarse en lo físico, en lo deportivo, en lo técnico, en lo psicológico y en lo ético, hasta llegar a una concepción de “equipo”. Pero además, al final deben ser “profesionales del deporte”.
Uruguay, un país pequeño que demográficamente tiene menos de la mitad de la población de El Salvador tiene una tasa de jugadores muy altas –per cápita– en las mejores ligas del mundo; ¿cuál es el secreto? las ligas de “baby fútbol” en los barrios y las canteras o reservas de los grandes equipos, que no son muchos, solo 12 equipos, incluyendo los legendarios Peñarol y Nacional.
Cuando fui niño jugué en el Iriarte de Nuevo París, un equipo de barrio, allí compartía cancha con Carlos “Pato” Aguilera; luego jugué con Robert Siboldi; el Pato era de baja estatura y habilidoso, solo se le educó deportivamente, Siboldi medía 1.90, no era estelar pero lo hicieron un gran portero; y yo era “tronco” (no muy habilidoso), así que me recomendaron seguir estudiando… Al final el Pato y Siboldi llegaron a la selección, el Pato pasó por la liga italiana y Siboldi terminó en el Monterrey. Conclusión: hay jugadores con habilidades motrices desde muy pequeños que se pulen, otros no tan buenos pero con condiciones físicas se hacen jugadores con disciplina y los que no deben dedicarse al fútbol profesional…
En estas ligas infantiles había disciplina, competitividad, entreno y apoyo de las familias; enseñaban a concentrarse y primaba la meritocracia; el puesto en la alineación se ganaba en los entrenos y en saber escuchar al técnico. Efectivamente, era parte del proceso educativo y de la madurez.
Algo importante que tienen las grandes ligas deportivas son los lobistas, empresarios y representantes de jugadores, quienes posicionan a los mejores jugadores en equipos competitivos; un personaje como Paco Casal, con sus luces y sombras, son males necesarios.
Una hoja de ruta para la selecta, para un plazo de no menos de 10 años, supone diseñar ligas infantiles municipales articuladas con las canteras de los equipos de primera división; implica también trabajar el talento y aprovechar el físico de algunos niños y jóvenes; hoy, cualquier selección competitiva tiene porteros, defensas y algunos atacantes con estaturas superiores a 1.85 metros, y esto se planifica y construye.
Sin lugar a dudas esto aplica a todas las disciplinas deportivas, hoy la competitividad global es muy agresiva y si vemos las historias de los grandes atletas hay un factor común, la mayoría inició su carrera a cortísima edad, y de allí en adelante hubo un trabajo sistemático sin pausa, administrando bien las derrotas y éxitos.
También el deporte necesita un sistema educativo alternativo; las carreras deportivas suelen ser cortas, la mayoría de deportistas a los 35 años están de salida; en el camino puede haber una lesión que interrumpa el progreso y todo atleta necesita un “Plan B”; para ello el INDES en coordinación con el Ministerio de Educación deben crear un programa flexible curricular que permita estudiar en diversos escenarios y tiempos, con apoyo de tutores e incorporando homeschooling o educación acelerada, entre otras propuestas.
Hoy en el deporte hay mucha ciencia, ya no funciona al azar, ni se basa en un talento aislado de un deportista, ni mucho menos en andar buscando por el planeta a hijos de salvadoreños que están en un rango medio sin oportunidades en las selecciones de su localidad. Llevamos varias décadas de improvisación y de corrupción, es hora de hacer un viraje y pensar fuera de la caja de siempre.
Y no olvidemos este último consejo de Galeano para la industria del deporte: “El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía”.