memoria
Rafael Lara-Martínez

Rafael Lara-Martínez

Professor Emeritus, New Mexico Tech
rafael.laramartinez@nmt.edu /
https://nmt.academia.edu/RafaelLara
Desde Comala siempre

Hogar — Escuela — Iglesia

"Trayectorias Bioespaciales de Maestras" (2021) de José Luis Ramos R. y María Elena Guardado

El libro «Trayectorias Bioespaciales de Maestras» (Ed. Académica Española, 2021) de José Luis Ramos R. (xozeluizr@gmail.com) y María Elena Guardado (realidadnacionaluca@gmail.com), les plantea un problema serio a los estudios culturales.  No solo cuestiona el concepto de «cultura» que esa disciplina lo restringe a la alta esfera literaria.  También, interroga el sentido propio del «testimonio».  Transcrito por la persona misma, sin intermediario de una figura ilustre, ella obtiene el derecho de narrar lo que vive.  En verdad, herederos discretos de la crítica literaria, los estudios culturales jamás aplican la noción de cultura fuera de ese ámbito de prestigio y, por tanto, limitan la idea misma de testimonio a una novela que transcribe, de manera depurada, una experiencia ajena. 

Por lo contrario, Ramos y Guardado extienden el testimonio hacia toda persona que relate por sí misma su pasado, es decir, su experiencia de vida.  Así, el par de autores reconoce el carácter universal de concederle «una significación» a la vida misma.  Si el testimonio clásico —canonizado durante la guerra civil (1980-1992)—, disloca a quien narra su experiencia de quien la transcribe hasta depurarla en novela, los investigadores resaltan la autoría —valga la redundancia—, de los mismos autores marginados. Gracias a este objetivo, rescatan la vivencia de sus compatriotas estudiantes quienes residen en el departamento de Morazán, al Oriente del país, uno de los más pobres. 

Esta región sufre el trauma que ocasiona la guerra civil.  El trágico enfrentamiento provoca el desarraigo y la migración, además de dejar la cicatriz indeleble de «El Mozote (1981)» que todavía supura injusticia.  Aunque el prólogo de Meno Oostra y la introducción mencionan lo «lenca» —los «orígenes étnicos»—, este rubro queda en el olvido de la «malla curricular» universitaria y de los personajes que narran su vivencia.  Falta aclarar en qué medida el currículo académico oculta la diversidad de las culturas regionales —en escalones semejantes a la geografía, entre la costa, el valle y la montaña—, hasta imponer la idea única de nación. La investigación destaca una «estrategia del recuerdo» que anhela rescatar el pasado personal de una población marginal en el espacio vivido.  Así, pese a reconocer la primacía del tiempo sobre el espacio, esta técnica artística (tekhne) mezcla el dibujo con la escritura en un complejo diseño de palabra e imagen hasta arraigar al sujeto en el espacio-tiempo de su pasado. 

Si los autores subrayan el enlace intrínseco entre el espacio y el tiempo, asombra que la geografía del entorno natural no reciba una atención directa.  En cambio, el título de este breve ensayo —»Hogar — Escuela — Iglesia»—, señala los tres lugares que las testimoniantes indican sin cese.  Las seis personas que dibujan y escriben su experiencia —cinco mujeres y un hombre—, privilegian ese trío como apoyo formativo de su vida.  Por ello, si el sustrato lenca primordial —anterior a lo náhuat en el país—, permanece en el olvido, resulta más revelador de la memoria histórica que ninguna de las participantes recuerde la presencia política del Frente Farabundo Martí por la Liberación Nacional (FMLN) ni del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), su rama más activa en la región.  Solo la segunda entrevista refiere su presencia como obstáculo a la devoción en la iglesia durante el enfrentamiento armado contra el ejército. En cambio, la guerra civil provoca la migración de varios miembros familiares hacia los EUA, quienes apoyan la economía doméstica.   En el destierro, el destino editorial de este libro atestigua la permanencia de la diáspora morazánica como legado perdurable de esa identidad regional, hoy transnacional. 

El libro les otorga la voz a estudiantes universitarias de Educación Básica, quienes provienen de una zona marginal.  He ahí su interés, ya que los estudios culturales los ignoran por su falta de representación en el canon literario.  Pese al ideal de restituir «la voz de los sin voz», existe una disparidad radical entre los estudios culturales que solo admiten su presencia —gracias a la intervención de la literatura canonizada—, y el trabajo de Ramos y Guardado que restituye el testimonio del oprimido en su anhelo de superarse y mejorar la vida social de su comarca. El dilema para una identidad nacional la expresa el desdén por vindicar otras voces, igualmente subalternas, que jamás ascienden al pedestal del canon literario.  Por ello, no extraña que este libro se publique en el extranjero, en demostración del desdén por escuchar al estudiantado marginal.  En seguida, se ofrece un recuadro sintético de esos discursos olvidados por no alcanzar la alta jerarquía literaria.

Se anota que la mitad de las participantes tiene un miembro de la familia en EUA, así como dos pertenecen a iglesias no católicas.  Para la migración, la introducción destaca el éxodo de medio millón de personas como secuela directa de la guerra civil y huella indeleble.  Según las entrevistas, la emigración afecta con mayor resolución la vida doméstica que cualquier compromiso político.  El verdadero compromiso lo suelda el trío Familia-Educación-Fe.  La familia enlaza los otros dos vértices del triángulo, ya que de ella brota la fe y el apoyo a la educación. Sobresalen familias numerosas en las cuales la madre asume las tareas domésticas que —según una división del trabajo por género—, recae en una hija ante su falta, según testifica la primera entrevista.  En general, el grupo recalca la importancia de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) por la oportunidad que les brinda al desarrollo personal y regional. En verdad, se trata de la única institución superior que ofrece la oportunidad de superación académica en esa región de difícil acceso debido a los accidentes geográficos. 

Desprovisto de todo valor simbólico ancestral, las escasas menciones del entorno natural —ríos y cerros—, subrayan esas cimas y quebradas como obstáculos al transporte y, por tanto, a la escuela.  La escuela se describe como lugar de «aprendizaje», al igual que como espacio de interacción social el cual integra el estudiantado a la comunidad local y nacional.  Acaso, en su seno lo local se vuelve nacional, ya que revierte un axioma religioso clásico al no «buscar al vivo entre los muertos» sino «buscar al muerto (figura de prestigio vigente) entre los vivos», para inculcar una idea única de nación.  Las tres iglesias mencionadas también resaltan por su labor pedagógica que enseña valores y educa a las jóvenes a inculcar una didáctica escolar por la catequesis.

En síntesis, gracias a esa triple interacción —»Dios, Familia y UCA», según la quinta testimoniante—, se propicia el progreso personal y regional de Morazán.  Ojalá esta técnica (tekhne) de recolección (Logos) de las vivencias subalternas se aplique a otros departamentos, pueblos y ciudades, en vez de imponer una identidad nacional por la lectura de un canon literario sin un vínculo directo con la vida diaria en 2023.  Ni siquiera de los distintos barrios y colonias de la ciudad capital —en jerarquía socio-económica y laboral—, existe un compendio (Logos) de las experiencias cotidianas, a clasificarse como micro-culturas urbanas.  Menos aún, ese derecho a testimoniar lo reciben los departamentos con una menor concentración académica. 

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