Óscar Picardo
Infames
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En ciencias estadísticas, de enfoque inferencial: respecto a las predicciones o de enfoque paramétrico: en dónde se asume que los datos tienen una determinada distribución, es insostenible creer que podemos pasar de 47 homicidios en tres días a cero homicidios. Los comportamientos de datos a gran escala, sociales o nacionales no funcionan así; algo muy extraño sucede, alguien nos miente o manipula.
Como lo han planteado algunos especialistas, detrás de estos datos hay varias hipótesis: 1) Eficiencia policial y militar: La efectividad y sistemas de inteligencia del accionar militar y policial es muy sofisticado. 2) Negociación: Existen diálogos entre pandillas y autoridades, algo falló en el acuerdo y, luego se volvió a negociar; 3) Cortina de Humo: Se permitió un escenario de caos para presentar una solución efectiva al sacar masivamente a soldados y policías; y 4) Control territorial invertido: Son los pandilleros los que tienen el control territorial y si no se cumplen sus exigencias incrementan los homicidios.
Mientras usted lee y selecciona cual hipótesis le parece más lógica y coherente en base a la evidencia, a la ciencia y a los antecedentes del fenómeno (esto ya había sucedido en 2012); tenemos que anotar un par de ideas complementarias.
En primer lugar, se ha creado una cultura perversa e infame de la extorsión y la negociación. Como bien se sabe, a nivel político y electoral, el control de hechos delictivos, sobre todo homicidios y extorsiones, es un factor clave de la eficiencia gubernamental; todos los gobernantes desde 1999 a la fecha han prometido planes de seguridad ciudadana, y no sólo se han saltado los planes y nos han mentido, sino que, a las espaldas de los ciudadanos, en la oscuridad y en secreto han intentado acuerdos con los líderes pandilleros, para hacernos creer que su eficiencia gubernamental ha controlado el problema de la seguridad; pero esto ha sido un espejismo.
Obispos, pastores, periodistas, líderes guerrilleros, empresarios, políticos, entre muchos otros personajes infames, han sido protagonistas o actores secundarios de esta serie de terror; y lo peor, es que hoy en base a su maldita experiencia se creen especialistas, analistas y críticos, y nos pueden dar oráculos o interpretaciones de lo que está sucediendo.
Quienes hayan sido o quienes hayan participado, en el pasado o en el presente, negociar acuerdos en donde está de por medio este sutil daño colateral de 10 o 20 homicidios diarios, es algo infame; e infame es sinónimo de “muy malvado y carece de honra, crédito y estimación”; y no vayan a sacar el discurso de que pretendían ser mediadores, articuladores, puentes; el típico leitmotiv es estar cerquita del poder o sed de protagonismo.
Sabemos muy bien que el fenómeno de las pandillas es complejo, y que son un producto social que se ha construido mediante una cultura de exclusión y violencia, en donde el Estado y la misma sociedad tiene cuotas de responsabilidad; detrás de cada pandilla hay una historia generacional de migración, de supervivencia, de familias disfuncionales, pobreza, abandono escolar, falta de oportunidades, entre otros aspectos, y nos debemos hacer cargo de ello.
¿Tiene que haber diálogo?, efectivamente sí, pero no negociación ni extorsión. No es posible sentarse en una mesa en dónde la moneda de cambio sea: te bajo o te subo los homicidios si no me cumples. Esto es infame.
El gobierno debería dialogar para diseñar políticas públicas y programas que generen oportunidades para los jóvenes excluidos; esos, que desertan cada año de tercer ciclo; esos seis de cada 10 estudiantes; esos, que van a nutrir la generación de relevo de las pandillas. Pero intercambiar privilegios carcelarios a cambio de menos homicidios, es infame…
En el pasado cercano, los partidos políticos, salvo raras excepciones, negociaron con pandillas el ingreso a las colonias, barrios y cantones controlados por estos grupos para hacer campaña; algunos más sinvergüenzas y aventajados ofrecieron inclusive privilegios, obras y cargos municipales a familiares de pandilleros en caso de ganar las elecciones. Hay grabaciones y fotos de casi todos.
Podrán engañar a la gente con poca escolaridad y bajo nivel cultural, pero a la ciudadanía informada no la engatusan. Ustedes, la clase política de todas las ideologías, son los progenitores y padres putativos de las treguas y de este sistemita perverso de asesinar a salvadoreños y salvadoreñas a costa de sus mezquinos privilegios y cuotas de poder. Ustedes, la clase política, lejos de diseñar soluciones para el bienestar, han sido los causantes del drama de la migración, de esos casi cien mil migrantes y quince mil menores no acompañados que están en la frontera sur de México y Estados Unidos y han salido huyendo de su infierno comunitario.
Cometer un homicidio es algo injustificable, aunque existan motivos de venganza u otros asociados a cualquier argumento de inestabilidad emocional o enojo; pero asesinar gente al azar sólo para subir estadísticas y negociar acuerdos o beneficios, esto es intolerable, perverso e infame. Sean medianamente humanos, reflexionen. Nos cuesta creer que esto sea posible.