Óscar Picardo
Interpretando encuestas para Dummies…
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Lo hemos repetido muchas veces, y vale la pena volver a hacerlo: 1) Una encuesta es una fotografía del momento, no es una herramienta para adivinar el futuro, sino para valorar tendencias; 2) La opinión pública cambia, es dinámica, emocional y, se afecta por sucesos o campañas; y 3) Interpretar una encuesta no es sólo “ver gráficas”, sino trabajar con bases de datos y cruces de variables.
La opinión no es conocimiento –episteme– ni dogma, es “doxa”, según Platón es un tipo de conocimiento “fenoménico”, no preciso y posiblemente engañoso o laxo –entre la “eikasia” y la “pistis”, imaginación o creencia-. Dicho de otro modo, la opinión no es una manifestación de tipo matemático-racional sino emocional.
Las encuestas y/o estudios de opinión pública (descriptivos, analíticos, referenciales, seguimiento, tracking diario o estudios de salida) –generalmente de corte probabilístico, aleatorio, polietápico, estratificado– presentan tendencias de un elemento muy difuso, cotidiano, volátil y cambiante (doxa, vox populi, rumor, reputación, murmuración, apariencia, hábitos, expectativas, evaluaciones, costumbres, imágenes, etc.). Eso que llamamos la “opinión pública” (Rousseau, 1750) y que generalmente choca con el despotismo semi-ilustrado de la clase política contemporánea, es una valoración o posicionamiento de una comunidad, sociedad o nación expresado sobre un momento, evento o problema.
En la actualidad, la opinión pública está muy afectada por las tecnologías y redes sociales, lo que llamamos “Social Informatics” (Bob Kling, 2003); lo cual, la vuelve más dinámica y más vulnerable. Un video, una imagen, un meme, una fake news, pueden revertir inmediatamente un punto de vista. Recomiendo ver en Netflix The Social Dilema o leer el siguiente artículo:
https://www.researchgate.net/publication/334687897_Informatica_Social_aplicada_Caso_El_Salvador
Los estudios de opinión pública en el campo político democrático –sobre la base de una ficha técnica demográfica y estadística- “registran” en una muestra representativa los antagonismos ciudadanos entre la razón y la publicidad y los resultados de manipulaciones (J. Habermas). Estos estudios presentan “tendencias” o “percepciones” y no la verdad absoluta.
La mayoría de políticos y pseudoanalistas partidarios, que hablan mucho, sin conocer detalles estadísticos o manipulando los que aparecen en algunas gráficas o notas de prensa mal redactadas, critican algunos resultados cuando no están alineados con sus intereses. Obviamente existen estudios de opinión pagados y manipulados con la intención de influir en la ciudadanía, pero eso se nota… Las casas encuestadoras académicas trabajan en base a criterios científicos y no están disponibles al mejor postor.
Las últimas cuatro encuestas de 2020, del Centro de Estudios Ciudadanos (CEC) de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), están indicando una tendencia. Frente a estos datos hay posturas razonables, pero también inverosímiles o estúpidas; habrá quien utilice los gráficos como más le convenga para propósitos políticos electorales y otros que se dedican a descalificar porque no vieron lo que querían ver (es simplemente vergonzoso). Quien tenga oídos que oiga…
Existen tres errores típicos a la hora de leer e interpretar encuestas electorales: a) hacer encuestas a la medida y pagadas para escuchar lo que quiero escuchar; b) cuando un resultado de un estudio de opinión serio es adverso criticar, afirmando que el estudio es pagado o que la verdadera encuesta será el día de las elecciones; c) no utilizar los resultados y tablas estadísticas de las encuestas (Data) para corregir campañas o tendencias.
En el pasado algunos estudios de opinión serios no coincidieron plenamente con resultados electorales, y esto generalmente sucede por dos razones: a) cuando efectivamente la gente cambia de opinión por el propio curso de la campaña; o b) cuando la supervisión de campo en el levantamiento de datos no fue rigurosa (hay problemas de acceso a los dos segmentos extremos socio-económicos) o cuando un vector político interviene radicalmente en una zona poblacional; no obstante, este tipo de errores o circunstancias pueden prevenirse cuando se planifica bien, y creo que en cada encuesta se aprende algo nuevo para mejorar.
Vale la pena señalar que en el contexto salvadoreño, con limitada conectividad y con una correlación marcada entre pobreza y acceso limitado a los servicios básicos el modelo PAPI (Paper and Pencil Interview) es más útil y seguro que los modelos CATI (Computer Assited Telephone Interview) y (CAWI: Computer Assited Web Interview), esto supone un mayor trabajo de campo y más inversión, garantizando que los encuestadores lleguen a casas en caseríos y colonias y eviten encuestar sólo en centros comerciales o en cabeceras departamentales.
Finalmente, a los políticos y a los que tienen que opinar demás o les pagan por opinar, les sugerimos ser más cautos, y a utilizar mejor la información, revisen bases de datos, realicen cruce de variables; también busquen alinear varios estudios del pasado. Es mucho pedir pero hagan el intento.