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 2706-5421

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Susana Joma / Marvin Díaz

La cara oculta de la salud mental en El Salvador

El suicido es una problemática de salud mental que sigue retando a las familias, a la sociedad y al propio sistema de salud pública de El Salvador, como evidenció la reciente muerte de un joven estudiante universitario el pasado 2 de octubre de 2023, un hecho que conmocionó a miles de salvadoreños luego de que las imágenes fueran replicadas en las redes sociales. 

Para Jesús David Martínez Jurado, especialista en psiquiatría y salud mental, el suicidio como se define como “matarse a sí mismo, es el acto letal que representa el deseo de morir de una persona, es una muerte autoinfligida con evidencias explícitas de que una persona deseaba morir”. 

Martínez Jurado señala que el suicidio afecta en todos los sectores de la población y que, si bien “las mujeres lo intentan más, los hombres lo logran en mayor porcentaje y utilizan métodos más violentos”. 

Las estadísticas del Instituto de Medicina Legal (IML) reportaron que en 2021 ocurrieron un total de 517 suicidios, por arriba de los 446 registrados en 2020 y los 444 en 2019, tal como cita un reportaje publicado por El Diario de Hoy en mayo pasado, bajo el título “Hay una emergencia de salud mental entre los salvadoreños, según expertos”. En el país, tal como indican los datos del IML, los hombres de entre los 20 y 60 años son los que más cometen suicidio por medio de ahorcamiento, intoxicación, uso de armas de fuego o blanca. 

Los datos oficiales también apuntan que en El Salvador ocurren 9 suicidios cada semana. 

La problemática del suicidio en el país es compleja, va más allá de nuestros ojos, considerando que la misma Encuesta Nacional de Salud Mental 2022, del Instituto de Salud del Ministerio de Salud, mostró que 10.3 % de personas adultas presentan signos significativos de estrés postraumático y 21 % algún grado de depresión; mientras 4 de cada 10 adolescentes muestran síntomas de depresión mayor. 

Jarbas Barbosa, director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), citó el pasado septiembre, con motivo del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, que este es “una importante preocupación de salud pública para la Región de las Américas”. Barbosa indicó que “De manera alarmante, la Región (de las Américas) experimentó un aumento del 17 % en la tasa de suicidio entre 2000 y 2019, lo que la convierte en la región de la Organización Mundial de la Salud que presencia un aumento.  

Coincidente con los datos de país, a nivel de las Américas hay aproximadamente 3.5 suicidios masculinos por cada suicidio femenino. 

Factores de riesgo 

“Algunas personas tienen ideas suicidas que nunca llevan a cabo, otras hacen planes durante días, semanas o años, sin llegar a actuar, otras se quitan la vida de forma impulsiva sin premeditación.  Hay quienes realizan un intento de suicidio posterior a un (evento) estresor como la muerte de un ser querido, la pérdida del empleo, una decepción amorosa; y hay otras personas que lo realizan porque han perdido el sentido de la vida, incluso hay casos en los que no se llega a identificar una causa”, asevera Martínez Jurado. 

Otro especialista en salud mental, José Roberto Lizama, sostiene que el país mantiene una tasa alta de suicidios y en las emergencias de los hospitales es una razón frecuente de atención. 

Lizama sostiene que “la conducta del suicida denota varios objetivos, entre otros, puede ser ‘una especie de mensaje’.  Puede ser sacrificatoria [sic], como la persona que se inmola; ‘de castigo’, en represalia a quienes no reciben el mensaje que el suicida ha pregonado; ‘salvación’, quien se suicida por deudas y argumenta que ‘vale más muerto que vivo’; ‘con finalidad a morir’, aquella persona que no ve otro gozo que no sea el de su fenecimiento”, subraya. 

El doctor Óscar Picardo, especialista educativo, en su artículo “Carta al suicida…”, señala que los intentos de suicidio y el suicidio también pueden estar asociados a otros factores que afectan a las personas, como: trastorno bipolar o límite de la personalidad; depresión, consumo de drogas o alcohol, esquizofrenia, historial de abuso sexual, físico y emocional. 

Picardo, también especialista en neurociencia, explica que las personas en estado depresivo pueden caer en esto cuando sienten “que se les cierra las salidas, o cuando se ve acorralada por una circunstancia o cuando hay un desgaste emocional severo. Son diversas situaciones frente a la cual las personas toman esta decisión, que es bastante difícil, que no es una decisión abrupta, generalmente es calculada, salvo que exista una patología…”. 

Acción contra un mal silencioso 

A criterio de Martínez Jurado, como forma de prevenir es necesario que, a nivel de familia, de amigos, compañeros se preste atención a los estados de ánimo, llanto, tristeza, el aislamiento, los problemas; se deben tomar en serio los comentarios y amenazas de suicidio, no tomarlos a broma ni descalificarlos diciendo que quieren llamar la atención o que la persona es débil. Se debe estar dispuesto a escuchar sin hacer reproches y recomendar que se busque atención profesional. 

En una entrevista televisiva en TCS Noticias, la psicóloga Margarita Weil, sostuvo que todos enfrentamos momentos difíciles que nos pueden cambiar la vida, pero cuando un problema llega a permanecer en una persona y generar un trauma grande que lo sobrepasa pueden darse alteraciones químicas en el cerebro y eso no necesariamente se da porque se heredó la depresión, y en este caso la intervención tiene que ser tanto con atención psicológica como con medicamento indicado por médicos, y tiene que ser un proceso que requiere de disciplina, en el que el paciente asuma su tratamiento y que las familias y amigos lo apoyen para que lo lleve adelante. 

Según comentó la psicóloga, algunas de estas situaciones están vinculadas con estrés postraumas, como ocurre a personas que están expuestas a mucha violencia, estrés, presión, “por ejemplo, los cuerpos policiales, y nosotros tenemos que en el último año 56 policías se han suicidado, que es una cifra significativa dentro de una población”. 

Durante su intervención Weil señaló que en el caso de El Salvador hay un subregistro calculado de 1,500 suicidios de personas al año: “Estamos hablando de más de tres suicidios al día que no nos damos cuenta”. Esto porque según palabras de la psicóloga hay personas que han sido diagnosticadas con enfermedades crónicas graves que disfrazan su suicidio dejando de consumir sus medicamentos recetados, o al contrario ingiriendo altas dosis, pero en el registro puede decir que murió de un infarto. 

El doctor Martínez Jurado manifiesta que hay varias opciones para que las personas con problemas de manejo de emociones puedan buscar ayuda oportuna, entre ellos los servicios de psicología de las unidades de salud, clínicas asociadas a universidades, servicios privados de psicología y psiquiatría, incluso en clínicas de salud mental que son patrocinadas por organizaciones religiosas. 

En la actualidad, según externó el doctor José Roberto Lizama, el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) brinda atención telefónica no solo para derechohabientes sino para toda la población. Se puede acceder a esos servicios las 24 horas del día, los siete días de la semana en el 7071-1302 y de 7:00 a.m. de la mañana a 3:30 p.m. de la tarde de lunes a viernes en el 2591-6557. 

Según lo expuesto por el doctor Picardo, “hablar con alguien, con un especialista (psicólogo o psiquiatra), permite un proceso de catarsis, liberar emociones reprimidas, permite ver otras opciones que quizás la persona no había visto, o encontrar una guía que le ayude a superar y retroalimentar la dimensión racional sobre la emocional, que a veces la misma soledad, la misma depresión imposibilita ese diálogo…” 

Impacto en la familia y sociedad 

La muerte de un ser querido tiene diversos impactos en las familias. El doctor Lizama explica que esto depende de muchas cosas, por ejemplo, si hubo gestos previos, si hubo nota, las circunstancias usadas por el suicida, pero independientemente del contexto en que se dé el hecho es frecuente ver en las familias “un acuerdo de silencio” por el tema del dogma de fe, la condena del alma de la persona. 

Al respecto el Martínez Jurado agrega que “el duelo por un ser querido que falleció por suicidio es más cruento que un duelo por un ser querido que falleció por otras causas; y tiene más riesgo de presentar complicaciones, como episodios depresivos u otros cuadros psiquiátricos, incluso tienen un riesgo aumentado de intentar suicidarse»; también subraya que “lo ideal es que familiares, amigos y allegados busquen también ayuda profesional y que se les puede brindar un acompañamiento adecuado”. 

Consultado sobre cómo puede impactar a un adulto, adolescente o niño las imágenes crudas en redes sociales de una persona que se suicidó, como ocurrió con el caso de la semana anterior, el psiquiatra sostiene que, si bien es un tema que no se debe de ocultar, más bien hay que visibilizarlo para contribuir a la prevención, de igual forma es necesario manejar correctamente la información al respecto, evitando el hostigamiento, respetando la identidad por medio del anonimato de la persona y el de la familia. 

“En el peor de los casos la información mal manejada podría afectar la salud mental de los niños y adultos (generar) confusión, ansiedad y cuadros depresivos, incluso generar una epidemia de suicidios, y en el mejor de los casos el aumento de la vigilancia, la mejora del acceso a los servicios de salud mental y la disminución del estigma”, afirma. 

En este punto el psiquiatra considera que abordar un caso de suicidio, tal como aconteció a nivel de redes sociales la semana anterior, resulta ser “un trauma a la colectividad”, porque es un espectáculo chocante. El lugar, la escenificación y la ocasión sugieren que deseaba ser reconocido”. 

En opinión del doctor Jurado Martínez, quien además es psicoterapeuta y psicoanalista, al hablar de suicidio “siempre se debe de incluir un mensaje de advertencia antes de presentar el contenido; se debe de mostrar cómo obtener ayuda de los servicios de apoyo, mostrar el valor positivo potencial del apoyo de amigos, familiares y otras personas y no describir el acto o método de suicidio”.    

La psicóloga hizo notar que está bien que los medios informen sobre suicidio, educar, pero no con el tipo de imágenes que se esparcieron en redes sociales por la muerte del joven, porque “dañan muchísimo a la familia, pero usted no sabe cómo glorifica (eso) el suicidio para cierto tipo de personas…”. Según afirma, con esto “estamos generando incluso mayor riesgo para este grupo específico de jóvenes personas que dicen: en ese momento me van a valorar, en ese momento se van a dar cuenta que sí y aunque sea ese minuto voy a ser importante para la gente”. 

La profesional de la Psicología también fue tajante al señalar que “El manejo de esto (tema del suicidio) es tan con pinzas y no lo estamos sabiendo hacer”. 

El doctor Martínez Jurado recordó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha recomendado a todos los países tomar una serie de acciones: promover la conciencia de que el suicidio es problema de salud pública que puede prevenirse; desarrollar un sistema de apoyo de gran alcance para la prevención del suicidio; promover las iniciativas para disminuir el acceso a medios letales y métodos de autolesión; mejorar el acceso a los servicios de salud mental; mejorar y generalizar los sistemas de vigilancia. 

Sin embargo, todo indica que el reto en materia de salud mental en el país es grande puesto que a principios de este año el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) disponía solamente de 50 psicólogos activos a nivel nacional, entre tanto el Ministerio de Salud en diciembre de 2018 solo daba cuenta de 147 psicólogos y 32 psiquiatras, la mitad de ellos concentrados en San Salvador, como señaló un artículo del diario Colatino publicado el 23 de septiembre de este año. 

 El abordaje ético periodístico  

Desde muy temprano, el pasado 2 de octubre, las redes sociales de Facebook y de “X” fueron inundada por videos y fotografías del estudiante de periodismo de la Universidad de El Salvador, José Luis Bernal Santos, en una pasarela ubicada en la San Antonio Abad, cerca del Instituto Francisco Morazán, en San Salvador.  

Las imágenes, crudas, se viralizaron en cuentas oficiales de medios de comunicación y páginas dedicadas a la difusión de información. Según la presidenta de la Asociación de Periodista de El Salvador (APES), Angélica Cárcamos, las publicaciones de este tipo de contenido carece de métodos periodísticos, ya que solamente buscan los clickbait (ciber anzuelos) para atraer la atención de las audiencias y generar morbo y sensacionalismo de un hecho noticioso.  

Cárcamos considera importante que el abordaje periodístico sobre el suicidio, violencia sexual u otro hecho de violencia, deben ser trabajados con un “alto estándar ético” porque se está informando de una situación difícil de una víctima.  

El publicar o viralizar imágenes de víctimas puede inducir que otras personas repliquen acciones suicidas o violentas, según analizó la presidenta de la APES.  

“Sin querer compartimos imágenes crudas; esto puede dar la sensación de inducir a otras personas que puede tener tendencias suicidas a realizar este patrón. Hay que tener cuidado porque si seguimos masificando ese tipo de contenido la tendencia es que puedan estar viendo a personas con tendencia suicidas y es una forma como inducirles”, explica.  

La presidenta criticó el poco rigor periodístico que tuvieron los medios de comunicación al informar sobre el deceso de José Luis Bernal Santos; lamentó que los periodistas no esperaron la información oficial ni respetaron la intimidad de los familiares de la víctima. 

Cárcamo enfatizó en el respeto a los sobrevivientes, familias y fuentes involucrados en un hecho noticioso. “Respetar ante todo a los sobrevivientes de este tipo de hechos y no obligar a la gente a hablar de temas sensibles”, agregó.  

La APES cuenta con un Código de Ética Periodística, el cual describe recomendaciones para el abordaje de hechos noticiosos y las fuentes de información. El manual recomienda no revictimizar, a través de videos y fotografías, a las personas; asimismo, respetar la decisión de las familias o víctima, no obligarla a hablar; no exacerba el morbo ni el sensacionalismo.  

Finalmente, la presidenta de la APES comentó que el Estado salvadoreño no cuenta con mecanismos de atención y salud mental. “El gobierno debería poner las barbas en remojo sobre el tema de la urgente necesidad de políticas afectivas de salud mental”. 

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