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Claudia Meyer

Claudia Meyer

Investigadora Asociada en Industrias Creativas
Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación, ICTI-UFG.

Hacia la economía de la cultura en El Salvador

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Los planes de gobierno presentados por los diferentes candidatos en la reciente campaña electoral por la presidencia, abordaron de forma breve (en comparación con otros temas como educación, economía o seguridad), las propuestas en el ámbito cultural; éstas tienen puntos en común, como la formación, la dinamización y/o preservación de espacios culturales, la seguridad social para los artistas, generación de nuevos espacios o rutas para la difusión, y fondos concursables para desarrollo de proyectos.

El hablar de cultura remite pensar en su abordaje tradicional, como el folklore, costumbres, gastronomía, fiestas patronales y manifestaciones artísticas; gestionado desde una instancia que ha velado, casi siempre, por su preservación y difusión, ya sea vista como un fin en sí misma o como un medio (una herramienta) para otros propósitos; en la gestión presidencial saliente hemos visto la cultura como herramienta, la cultura para el buen vivir, tal y como lo refiere el documento: ‘El Salvador productivo, educado y seguro. Plan quinquenal de desarrollo 2014-2019 –PQD 2014-2019- (2015)’: “La cultura, por su parte, adquiere un rol central como fuerza motora para impulsar los cambios sociales, políticos y económicos, así como los valores y relaciones que predominan en la sociedad salvadoreña y en la relación entre la sociedad, el Estado, la economía y la naturaleza” (p. 26).

Ya sea que la cultura se gestione desde el Estado como medio o como fin, hoy más que nunca es determinante considerar su dimensión económica: es necesario pasar de hablar de industrias culturales a economía creativa. Sobre ello el Banco Interamericano de Desarrollo (BID / 2017) nos dice que la economía creativa o la economía naranja se refiere a “el grupo de actividades a través de las cuales las ideas se transforman en bienes y servicios culturales y creativos, cuyo valor está o podría estar protegido por derechos de propiedad intelectual”. Esta nueva noción cobija dentro de sí, tanto las industrias creativas, las actividades tradicionales y artísticas, e inclusive actividades de apoyo creativo como el marketing, diseños de productos o de empaques.

Al hablar de valor, es necesario manejar datos, saber cómo se produce esa generación de valor: si la economía creativa se refiere a todos aquellos sectores que basan su operación en la creatividad y en la propiedad intelectual, esta operación desarrolla su propia cadena de valor a partir del ciclo de creación, producción, difusión, exhibición y consumo de contenidos creativos, requiriendo cada una de esas etapas actores especializados; cada una de estas fases y la definición de los contenidos o etapas vinculadas a cada una de ellas, proporciona una guía clara de qué tipo de actividades se encuentran inmersas en estas; necesitando tanto recurso humano como equipo, llevando a su vez a pensar en todo un esquema de proveedores, servicios, disciplinas relacionadas a cada uno de los elementos dentro y alrededor en la cadena de valor. Y hablar de cadenas de valor comprende una alta noción económica al referirse a elementos comerciales, como de producción e ingresos. Sobre ésta visión de cadenas de valor, Naciones Unidas (2010), nos dice que: “Este modelo de cadena de producción creativa es donde las ideas creativas iniciales son combinadas con otras para producir un bien o servicio creativo que luego pasa a través de etapas de valor agregado, hasta que finalmente entra al mercado para ser distribuido por diversos canales y llegue así al consumidor final”. La UNESCO (2008), propuso un modelo de ciclo de producción cultural, como un genérico para todas las disciplinas culturales:

Fuente: Cuadernos sobre desarrollo humano No. 9, PNUD El Salvador (2009).

El esquema parte de considerar la oferta y demanda como los puntos extremos, que determina tanto el origen como el destino de un circuito de producción cultural; ambos términos son netamente económicos, pero no por ello excluyentes de actividades como la archivística y preservación (preservación y resguardo de la memoria, de los productos y manifestaciones culturales), y de la educación vista como participación de público crítico, versado en la cultura desde la óptica del consumo y por ende su valoración.

El levantamiento de cadenas de valor (producto de un esquema como el de la cadena de producción), es la foto fija de un momento exacto: la radiografía de cómo actualmente funciona un sector o sectores dentro de la economía creativa, pudiendo ver como resultados cuáles elementos son ausentes, cuáles necesitan ser fortalecidos o cuáles, por el momento, pueden ser prescindibles acorde a las prioridades de Estado; al tener esa foto fija, el Estado contaría con una herramienta de diagnóstico que le permitiría la formulación de políticas, planes y estrategias para incidir en puntos clave y hacer pasar el estado inicial de esa cadena a uno más favorable; un ejemplo a grandes rasgos, el levantamiento de la cadena de valor de largometrajes de cine ficción en El Salvador: dicha cadena nos diría de qué forma se crean, se producen, se postproducen, se distribuyen y consumen los largometrajes de ficción en el país, cuánto talento humano está inmerso en estas actividades, qué procesos se realizan dentro y fuera del país, qué dificultades afrontan, cuáles vendrían a ser los eslabones más débiles o inexistentes de esta cadena, y así sucesivamente.

Esta cadena de valor puede ampliarse, idóneamente, en sus alcances; por ejemplo:

  • Vinculando cuál es y de qué tipo es la oferta formativa actual ya sea en elementos de creación, producción, distribución o consumo.
  • Qué tipo de legislación se encuentra vigente que potencie o dinamice algún sector, o que inclusive lo limite a la fecha.
  • Qué proveedores se encuentran presentes y cuáles son sus condiciones de pago y servicio.
  • Cuáles son las materias primas disponibles y sus formas de adquisición.
  • Cuáles tecnologías se encuentran inmersas en los procesos, qué tipos de software son los usados y qué empresas o servicios en línea son los disponibles para venta y asistencia técnica de los mismos.
  • Cuáles empresas existen a la fecha que puedan fungir, según experiencia, como proveedores de servicios de marketing, publicidad y sucedáneos para actividades artísticas.
  • Qué asociaciones o fundaciones se encuentran activamente operando en cada sector.
  • Cuáles son otros sectores conectados a un sector, por ejemplo el de música con el de danza, y de qué forma suceden esos puntos de contacto y en qué momento de la cadena de valor.
  • Lo crucial: cuánto se paga/cobra por servicios de creación, producción, distribución, difusión en actividades culturales, por cada sector.

Recién el Infod (el Instituto Nacional de Formación Docente), presentó los resultados de un mapeo de artistas en El Salvador. Esta recolección de datos, realizada en 2018, se hizo en línea en un país donde, según cifras del Banco Mundial (2013), un promedio de 23 personas de cada cien, utilizan internet. El mapeo realizado bajo esta brecha digital, arroja que de 816 encuestas válidas (460 solo en San Salvador), 175 personas refieren que su ocupación principal que les genera un ingreso regular es la docencia (21%). ¿Habrá solo 816 artistas en El Salvador?, ¿podremos tener algún día un censo amplio de artistas en el país y que abarque todas las disciplinas?. Pero, ¿por qué es tan importante éste dato?, fácil, porque viene a ser la cifra de talento humano disponible que a su vez habría que saber si son creadores, productores, distribuidores  y en qué sector laboran: danza, teatro, videojuegos, música, audiovisuales, etc. Otra fuente de información adicional a la del Infod podría ser el Registro nacional de las personas naturales; por ejemplo, hasta el 22 de enero de 2019, registra 30 personas que según DUI son actores y otras 21 actrices, lo que no sabemos es si: ¿son de teatro o audiovisuales o ambos? El examen de profesiones ya es una data inicial con la que se puede empezar a trabajar y analizar.

Si el recurso principal de esta dinámica de cadenas de valor, es el capital humano, si no conocemos su estadio y alcance ¿cómo hablar de planes de formación en artes si no contamos con una línea base de talento humano y sus condiciones actuales de profesionalización?, si toda esta masa actual la dirigimos a formarse en artes, a especializarse, ¿dónde están las proyecciones de futuros estudiantes a quiénes esta masa de docentes dará clases?, ¿dónde están las salidas profesionales y el entorno favorable que le permita a un profesional en videojuegos trabajar haciéndolos y no desarrollando sitios web? Sin tener esta línea base, ¿bajo qué criterios se priorizó que las primeras 60 becas FANTEL en formación artística se destinasen exclusivamente para teatro y danza?, ¿para cuántos grupos o colectivos se dinamizarán los espacios culturales?, ¿tienen las condiciones específicas que requieren las presentaciones  musicales o el teatro?, ¿aguantarán la presión de una agenda apretada o caso contrario no habrá grupos o artistas disponibles?

Luego el dignificar la profesión artística pasa obviamente por el tema salarial, además de la cobertura social, ¿bajo qué criterios se asigna un sueldo o un salario para un actor, una bailarina, un diseñador de joyas, un animador?, ¿hay estándares en el mercado actual?, ¿o es la dinámica del “sálvese quien pueda” cobrando poco y bajando así solo porque sí las tarifas de todo el sector?

Y el problema siguen siendo los datos: tenemos una medición del aporte cultural al PIB en 2009 en el Cuaderno de Desarrollo Humano No. 9, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en El Salvador (PNUD) –única cifra disponible a la fecha, una estimación de 1.4 %, hace 10 años; al 2014 el documento The Economic Impact of The Creative Industries in the Americas, reporta data sobre industrias creativas para el país: para Cultural Heritage existe una data moderada, y en el caso de Arts and Crafts no se reporta data disponible (p. 62).

¿De qué otras formas puede originarse la data? Un punto de partida es la Clasificación de actividades económicas de El Salvador Rev. 4.0 (CLAEES 4.0); según la Dirección General de Estadística y Censo, “Para que los organismos públicos o privados de un país puedan llevar a cabo sus diferentes operaciones estadísticas, es necesario que trabajen bajo estándares internacionales, de tal manera que sea posible el desarrollo de estudios, análisis e investigaciones comparables tanto al interior como en el exterior del país” (p. 4), y en este sentido se vuelve necesario contar con clasificadores estándar para realizar estas mediciones. El CLAEES se encuentra “basado en la Clasificación Industrial Internacional Uniforme de todas las Actividades Económicas, revisión 4.0, que la División de Estadística de las Naciones Unidas ha establecido como referencia mundial.” (p. 4). La Clasificación Industrial Internacional Uniforme, conocida como CIIU, “tiene por finalidad establecer una clasificación uniforme de las actividades económicas productivas. Su propósito principal es ofrecer un conjunto de categorías de actividades que se pueda utilizar para la reunión y presentación de estadísticas de acuerdo con esas actividades”. (p. 6)
Es a partir del CLAEES en el que todas las economías productivas se encuentran registradas e identificadas mediante los códigos CIIU.

Nuestro CLAESS cuenta con 21 secciones generales, que va desde la letra «A» a la «U», y cada sección se encuentra formada por un grupo de CIIU; éstos códigos están desagregados en profundidad desde dos hasta siete dígitos, por ejemplo: la sección «J» del documento corresponde a las actividades económicas de información y comunicaciones; el CIIU 58 dentro de esa sección trata las actividades de edición, el CIIU 5811 la edición de libros; el CIIU 58110 la edición de libros, folletos, partituras y otras ediciones distintas a estas; y el CIIU 5811001 la edición de libros, folletos, partituras y otras ediciones distintas a estas enciclopedias, diccionarios, panfletos, brochoures, enciclopedias en CD, mapas, guías telefónicas, etc. De las actividades consideradas como economía creativa, varias se encuentran identificadas dentro del CLAEES con su respectivo código CIIU, pero no todas; además esta identificación nos lleva de nuevo al tema de las cadenas de valor, pues si bien podríamos disponer de la data de cuánto aporta al PIB en términos de producción la edición de libros, el editar un libro parte de una cadena en la cuál hay creadores, trámite de derechos, el proceso de edición y producción del libro como tal, la distribución y la venta al público; esto nos diría en cuánto toda la cadena de valor del libro aporta en términos de producción al PIB, y de paso cuáles códigos CIIU no los tenemos presentes en nuestra cadena. Un ejemplo para el caso: la producción de videojuegos no existe como actividad, teniendo que registrar los empresarios sus actividades como desarrollo de software, entre otras.

Mucha de la métrica tributaria, patronal y económica responde al CLAEES 4.0., por ejemplo la del ISSS: los patronos reportan las cuotas y sus estadísticas con base a la clasificación del CLAEES 4.0 en la que se encuentra clasificada la empresa o unidad económica (una persona con registro de contribuyente), ¿será que los artistas deberán formalizar su actividad económica empresas o contribuyentes para acceder a la seguridad social?, probablemente, aunque actualmente el ISSS ha provisto la opción de afiliarse como trabajador independiente, es decir, el mecanismo ya estaría habilitado para que los artistas pudiesen cobijarse bajo este régimen, habría que realizar el ejercicio.

Entonces, ¿por dónde empezar? El escenario es complejo pues incidir y focalizar únicamente los esfuerzos en un solo tema como el de formación, a mediano plazo estaría generando el problema de la colocación de ese talento formado, ya sea como emprendedores o asalariados, en un contexto nada favorable desde la perspectiva de la banca, aseguradoras, accesos a capital semilla, por ejemplo. Sobre este tipo de accionar nos dicen mucho las experiencias de abordar estas iniciativas bajo el esquema de un ecosistema de innovación, que vendría a ser una evolución de lo que conocimos como clúster. Un ecosistema de innovación que considera actores clave para su funcionamiento: la academia, la banca, el sector privado, gremiales y el Estado; el ICTI-UFG presentó en 2018 una aproximación sobre el estadio actual de la economía creativa como ecosistema de innovación para El Salvador.

¿Y mientras tanto?, podría generarse esa línea base de información, o un aproximado a esa data tan necesaria a partir de:

1. La implementación de una cuenta satélite de cultura (o de economía creativa). El Banco Central de Reserva nos dice que las Cuentas Satélites “son estudios especializados sobre alguna temática en particular, su objetivo es ampliar la capacidad analítica de la contabilidad nacional sin sobrecargar o distorsionar el núcleo central. Parten de un conjunto de cuadros que describen en detalle la estructura y comportamiento de áreas o campos específicos. Utilizan clasificaciones, marcos contables diferentes y agregados, en el que se incluyen elementos monetarios y físicos (no monetarios, tiempo).” (p. 35) Luego el informe de Rendición de cuentas 2014-2017 de la entonces Secretaria de Cultura, convertida ahora en Ministerio, reporta avances en la generación de la Cuenta Satélite de Cultura; menciona la suscripción de convenio con el Banco Central de Reserva y el Ministerio de Economía para tal propósito, quedando conformada la Comisión de la Cuenta Satélite de Cultura de El Salvador. En 2016 se estableció el clasificador de actividades económicas culturales y el clasificador de productos culturales para dos sectores: libros y publicaciones, y el sector audiovisual. Tres años después, ¿dónde pueden consultarse éstas cifras?, ¿cómo va este proyecto tan importante y necesario para el país?, ¿para cuándo los otros sectores?

2. Las 157 Casas de la Cultura reportadas a la fecha por el Ministerio de Cultura. Al existir 157 entidades desagregadas del Ministerio de Cultura dentro del territorio nacional, sería idóneo contar con 157 diagnósticos de la gestión cultural local: 157 documentos que registren las manifestaciones culturales, las instituciones culturales y centros de apoyo, población inmersa en la zona e identificación de públicos, especificaciones de la zona y análisis de problemas (índices de violencia, horarios de servicio de las instituciones, centros escolares y universidades presente indicando su población actual, transporte y horarios de funcionamiento, espacios púbicos disponibles, tipos y zonas de recreación indicando quien los regenta y si hay tarifas de alquiler, acceso a internet, lugares y tipos de comida indicando costo promedio, etc.), la detección del talento inmerso en la comunidad y sus niveles de profesionalización, colectivos o asociaciones con personería jurídica activos, emprendimientos culturales, entre otros.

  1. 3. A partir de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM), del Ministerio de Economía. Es un instrumento que a la fecha proporciona data sobre educación, salud, empleo, vivienda, pobreza y población. ¿Por qué no aprovechar este instrumento también para consultas básicas sobre economía creativa? Sobre todo si desde los premios Pixels, iniciativa del Ministerio de Economía, otorgan según sus bases de competencia fondos de cofinanciamiento no reembolsables para el desarrollo de proyectos de animación, videojuegos y audiovisuales. Si ya se refleja como indicadores el porcentaje de hogares que disponen de radio, equipo de sonido, televisor, videocasetera o DVD, ¿por qué no indagar sobre consumo cultural más allá de los usos y destinos del internet y de lugares de esparcimiento en la comunidad  o sobre la población ocupada en estos sectores de la economía creativa?

¿Y los fondos concursables para el desarrollo de proyectos?, indudablemente es una actividad económica en sí misma, quizás la más visible y palpable. Inyectar fondos a proyectos es una forma de generar el reconocimiento al trabajo a través de salarios, que puedan destinarse una partida para talleres o capacitaciones, facilitar el contratar asesorías, realizar el mismo proyecto con calidades que puedan ser competitivas en el extranjero, y facilitar la contratación de publicidad y realizar distribución… ¿el problema? … por un lado los receptores de fondos suelen ser artistas y no gestores, creadores y no administradores de proyecto, con las dificultades que eso conlleva en la administración y liquidación de fondos bajo normas específicas; el tema de sostenibilidad es otro punto: se concreta la obra o proyecto ¿y luego qué?, ¿a esperar el siguiente fondo?, ¿qué otras asistencias técnicas serían necesarias para hacer de estos proyectos o iniciativas, formas sostenibles de generar ingresos, qué otros modelos de negocio pueden explorarse?

El nuevo gobierno tiene retos interesantes en lo cultural, si la visión es incorporar la parte económica en la misma; las tendencias globales dictan que lo económico ya no es ajeno a lo cultural sino una parte intrínseca. Es tiempo y una gran oportunidad para el Estado y los ciudadanos, que se gestione lo cultural bajo nuevas dinámicas, bajo fuentes de información sólidas y coherentes, que permitan tomar decisiones acertada y la generación de estrategias y estímulos directamente focalizados a paliar las debilidades de cada uno de los sectores; no aleatorios ni populistas ni tampoco sólo promover agendas de eventos. Ver lo económico en lo cultural tampoco es menospreciar lo comunitario y lo inclusivo; al contrario, la economía creativa tiende a contribuir a la generación de empleo joven, incluye personas de todas las edades y procedencias, y suele favorecer la participación de mujeres. Si bien en las propuestas de planes de gobierno se expusieron ciertas actividades, por hoy la expectativa es qué dirá el plan de gobierno, para el próximo quinquenio en lo cultural. Teniendo oportunidades tan grandes en la materia, ojalá y no sea más de lo mismo, en un escenario que necesita estrategias diferentes.

Referencias

Banco Central de Reserva (s.f.). Conceptos básicos del sistema de cuentas nacionales. Una guía rápida para comprender el sistema de cuentas nacionales. Recuperado de: https://www.bcr.gob.sv/bcrsite/uploaded/content/cuadro/580316037.pdf

 

Banco Interamericano de Desarrollo (2017). Políticas públicas para la creatividad y la innovación: impulsando la economía naranja en América Latina y El Caribe. Recuperado de: https://publications.iadb.org/handle/11319/8550?locale-attribute=es&

 

Banco Interamericano de Desarrollo (BID); Oxford Economics; British Council; Organización de los Estados Americanos (2014). The economic impact of the creative industries in the Americas. Recuperado de: https://publications.iadb.org/handle/11319/7747

 

Instituto Nacional de Formación Docente, INFOD (s.f.). Los artistas, los docentes y la educación artística. Recuperado de: http://ubiraci.me/infod/resultados/

 

Ministerio de Economía, Gobierno de El Salvador (2011). Clasificación de actividades económicas de El Salvador (CLAEES) base CIIU 4.0. Recuperado de: http://aplicaciones.digestyc.gob.sv/Clasificadores/Sistema/Documentos/DocumentoCLAEES.pdf

 

Naciones Unidas (2010). Economía creativa: una opción factible de desarrollo. Informe especial. Recuperado de: http://unctad.org/es/Docs/ditctab20103_sp.pdf

 

Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (2009). Cuadernos sobre Desarrollo Humano 9. Desarrollo humano y dinámicas económicas locales: Contribución de la economía a la cultura. Recuperado de: http://www.sv.undp.org/content/el_salvador/es/home/library/hiv_aids/cuadernos-sobre-desarrollo-humano-9–desarrollo-humano-y-dinamic.html

 

Secretaria Técnica y de Planificación. Gobierno de El Salvador (2015). El Salvador productivo, educado y seguro. Plan quinquenal de desarrollo 2014-2019. Recuperado de: http://www.presidencia.gob.sv/wp-content/uploads/2015/07/PQD-2014-2019.pdf