Óscar Picardo
La esencia del periodismo…
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Ni las rotativas más sofisticadas, ni la cobertura nacional radial o televisiva, ni los nuevos ejércitos digitales, ni mucho menos el dinero, son garantías para diseñar un proyecto de comunicación robusto, ético y eficaz. No confundamos periodismo con propaganda, no son lo mismo.
La esencia editorial de un medio la constituyen al menos tres factores: a) Cómo nace, para que surge y en qué contexto se desarrolla un medio de comunicación (fines y objetivos); b) La capacidad profesional y ética de los comunicadores y periodistas; y c) La estatura ética e intelectual de su cuerpo de dirección y opinión. Esta es la diferencia entre un medio de comunicación serio y los panfletos de propaganda digitales.
Pese a que estamos en la cuarta revolución y en la era digital, el diseño gráfico no lo es todo, existen elementos constitutivos que fundamentan un proyecto editorial; por ejemplo, sabemos que sin periodismo serio, científico y riguroso no hay democracia; y que este periodismo de preguntas incómodas es fundamental para vigilar -desde la sociedad civil- qué hacen los políticos con los fondos públicos y cómo dirigen las políticas públicas.
En la tradición política latinoamericana -incluyendo gobiernos de izquierda, centro y derecha- han imperado el amiguismo, clientelismo, compadrazgo, corrupción; nos costaría muchísimo presentar a “un solo” demócrata honesto que haya pasado por el gobierno sin cometer ilícitos. Pues la mayoría de estos corruptos han sido identificados por la prensa, mucho antes que, por los ineficientes sistemas de control, que de hecho son dirigidos por la misma clase política. Exacto, no nos equivoquemos: La Corte de Cuentas, la Fiscalía General de la República, el Tribunal de Ética, Probidad, entre muchos otros entes, están a cargo de funcionarios elegidos por los mismos corruptos.
En el pasado y en el presente, a nivel internacional o nacional, ha sido el periodismo de investigación el que ha descubierto los mayores casos de corrupción o de uso inadecuado de los instrumentos de poder; la lista es larga, desde Watergate, pasando por Panamá Papers o Spotlight, hasta llegar a nuestros emblemáticos casos Antonio Saca y Mauricio Funes -quienes obtuvieron sus finiquitos de Corte de Cuentas-, todo se ha revelado gracias al periodismo independiente e investigativo.
Un gobierno que diseñe, apoye o construya un medio de comunicación propio no hace otra cosa que amplificar la corrupción gubernamental y/o crear herramientas de propaganda y marketing político. Es decir, no habrá comunicación independiente y menos periodismo, solo propaganda y más propaganda. Recuerde que los perros nunca terminan de atrapar su cola…
Cuando hay intenciones manifiestas de corrupción y de aprovecharse de los recursos públicos para propósitos personales, si hay alguien que estorba son los periodistas. Son una amenaza a las intenciones oscuras, vigilan, preguntan, buscan y generalmente siempre encuentran.
“El pelo en la sopa…”, “la cana en el vaso de leche…”, “buscarle cinco patas al gato…” o cualquier otro detalle mínimo que luego se relaciona al robo de millones, la historia ha sido así y sigue siendo así. Algunos creen que es simple resentimiento o hasta psicopatía, arriesgan su vida, cuidan sus fuentes, los insultan, los amenazas o los asesinan, pero al final sale la nota detallada con la evidencia de cómo y cuánto robaron y siguen robando.
Y es que son cientos de millones de dólares, en proyectos, en presupuestos opacos y en partidas secretas; algunos de estos montos con controles vulnerables otros a discreción de los funcionarios, una tentación muy grande como para no robar, acabar con mis deudas y ayudar a mi familia y amigos. Además, se trata de un dinero que parece no tener dueño y que no ha costado casi nada obtenerlos, esos “fondos públicos” que llegan a raudales a las oficinas de gobierno y que hay que gastarlos como sea. Vehículos de lujo, privilegios, guardaespaldas, excentricidades, viajes en jet privados y muchos más. No hay funcionario que salga del gobierno como ingresó; a todos les cambia la vida; las declaraciones patrimoniales son un chiste del mal gusto. Algunos roban con buenos tecnicismos, otros sólo usan la información de las grandes licitaciones públicas como moneda de cambio. Por esto y mucho más necesitamos medios independientes y periodistas de investigación.
Cuando un funcionario o político se siente incómodo o amenazado por una pregunta periodística ya está confesando su delito… Quienes tienen la conciencia tranquila no le temen a la prensa ni al periodismo incómodo. Pero es peor, cuando un gobierno necesita debilitar a los medios independientes y construir sus propios medios de comunicación y contratar a sus propios periodistas; y qué vergüenza aquellos que cambian el oficio de periodismo por propagandistas, tarde o temprano se darán cuenta del error.