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 2706-5421

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La formación de los docentes salvadoreños, una compleja realidad que la ministra de educación irresponsablemente parece desconocer

Lo mínimo que podríamos esperar de la máxima funcionaria del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología es que conozca las diferentes realidades que convergen en el fenómeno educativo, quizá la más compleja de estas realidades sea la formación de los docentes salvadoreños y la relación que esta tiene con el mejoramiento de la calidad educativa. Lamentablemente, ha quedado demostrado en las declaraciones de la ministra Carla Hananía que ella adolece del conocimiento de estos puntos que están íntimamente relacionados con la dignificación de la profesión docente de la que tanto habla el Plan Torogoz. 

Efectivamente, el magisterio salvadoreño ha sido testigo de cómo la ministra cambió radicalmente su discurso con respecto a la calidad de la labor de los docentes del sistema educativo público; durante el período más crudo de la pandemia de COVID-19, la ministra les brindó oportunidades de formación para que hicieran frente al reto de la educación en línea, así lo atestigua  una noticia publicada el 22/06/2020 en el portal oficial del MINEDUCYT donde se estima que unos 30,000 docentes recibieron la certificación en el uso de la plataforma Google Classroom, posteriormente les alabó por su creatividad y su capacidad de adaptación a la nueva realidad; poco duraría la luna de miel. 

Tras el concurso de plazas docentes por Ley de Salarios, en donde se aplicó una prueba de forma virtual con un gran número de tropiezos e irregularidades, la ministra Hananía ha utilizado sus últimas entrevistas en los medios de comunicación y cuanta red social tiene a su disposición para despotricar en contra del desempeño de los docentes y la calidad de su formación profesional, argumentando a base de ignorantes generalizaciones para justificar el rotundo fracaso de la prueba diseñada por el MINEDUCYT; como era de esperarse las gremiales docentes alzaron la voz con indignación ante desafortunados comentarios de la señora Hananía. 

En un esfuerzo por querer desviar la atención, la ministra Hananía acusó directamente a las universidades salvadoreñas que actualmente tienen carreras con especialidades educativas (González & Avelar, 2019) de formar a los docentes de forma deficiente y sin ningún rigor, al parecer la ministra cree que la formación de los profesionales de la educación es una responsabilidad que atañe únicamente a las universidades. Salvo unos pocos y honrosos casos, hasta el día de ahora no ha habido un pronunciamiento de los catedráticos, decanos y rectores de las universidades que actualmente forman a los profesionales de la educación. 

Esta última acusación por parte de la señora Hananía contra la academia es la que finalmente me ha llevado a expresar mi sentir sobre sus comentarios infundados, y me permito abordar ciertos puntos sobre la formación de los docentes bajo el cobijo de mis casi ocho años de experiencia como formador de profesionales de la educación, involucrado no solamente en el desarrollo de cátedras en didáctica, pedagogía, filosofía de la educación, antropología e investigación educativa, sino también siendo yo un profesional de la educación, formado por la Universidad Católica de El Salvador y que ha participado en el diseño, desarrollo, innovación e implementación de mayas curriculares para licenciaturas y maestrías de especialización en educación. 

Personalmente me parece que el trabajo de la formación de los docentes comienza con el diseño de un currículo pertinente que contenga los elementos necesarios que garanticen una formación sólida y rigurosa para los futuros profesores. Dicho esto, es necesario señalar que según el Art. 64 de la Ley de Educación Superior, las universidades que imparten profesorados y licenciaturas en educación no poseen autonomía para la elaboración de sus programas de estudio, ya que estos “serán determinados por el Ministerio de Educación con la opinión del Consejo de Educación Superior” e incluso el mismo artículo establece que “Ninguna institución de educación superior podrá ofrecer los planes y programas oficiales de formación a que se refiere este Artículo sin la autorización del Ministerio de Educación.”  

De haber conocido este artículo, la ministra Hananía seguramente hubiera pensado dos veces antes de atacar la formación de los docentes, tachándola de “poco rigurosa”; el hecho que la señora ministra aparentemente ignore los procesos de reforma curricular de los profesorados y licenciaturas en educación y que parezca olvidar que es el Ministerio de Educación quien dispone y establece la estructura de estos planes de estudio, sus diferentes elementos y su orientación pedagógica, me parece vergonzoso y lamentable; más aún, me parece que es una deuda del Ministerio de Educación, y no de la academia, que exista un desfase entre el actual modelo pedagógico con el que se forma a los docentes (un modelo constructivista de principios del siglo XX basado en objetivos de aprendizaje) en comparación con el modelo pedagógico basado en la adquisición de competencias con el que se trabaja en las escuelas del sector público desde el año 2010. 

Señora Ministra, si tanto le preocupa la formación de los docentes entonces comience con proponer reformas profundas a nivel curricular, es necesario rediseñar un nuevo esquema para las licenciaturas de educación que le permitan al estudiante adquirir conocimientos conceptuales, procedimentales y actitudinales relacionados con las bases de la profesión docente: la pedagogía, la didáctica, la filosofía, la antropología educativa, el contexto educativo salvadoreño, etc. Un estudio analítico y a conciencia de estas ciencias humanas durante los primeros años de estudio cimentará la vocación del futuro docente.  

Ante el dilema actual en los planes de estudio de las carreras educativas de abarcar muchas áreas del conocimiento al mismo tiempo, en sus últimos años de estudio, el futuro docente debe poder optar por una especialización en una de las áreas curriculares de la educación básica que se adapte a sus gustos personales, potencialidades, habilidades y destrezas. En El Salvador necesitamos especialistas que dominen pedagógica y didácticamente áreas concretas del saber, la era de los profesores “todólogos” que se estudian para impartir seis materias diferentes para los seis grados de la educación básica debe terminar, los profesores del siglo XXI deben conocer a profundidad un área concreta del saber para que puedan convertirse en referentes académicos de sus respectivas materias. 

Si pudiéramos resolver el punto planteado anteriormente y tuviéramos los programas de estudio más eficaces para formar docentes, otro elemento que no se debe pasar por alto, señora ministra, es el problema de la captación de aspirantes en la carrea docente, y para ello me permito volver a citar el artículo 64 de la Ley de Educación Superior, en donde se establece que “el Ministerio de Educación es quien determinará (…) los requisitos de ingreso y egreso de los estudiantes [de los profesorados y licenciaturas en educación]”. 

Usted ha anunciado, señora ministra, que levantará aún más la barra para los que aspiren a estudiar una carrera en las ciencias de la educación, exigirá los perfiles con las mejores notas y los mejores puntajes de la prueba AVANZO, pedirá exámenes psicológicos y de aptitud impecables, incluso afirmó que se comenzaría a exigir la prueba TOEFL a todos los que quieran estudiar para ser docentes. ¿Usted realmente piensa que un bachiller con semejante perfil académico tendrá el interés de estudiar para ser un profesor? La realidad es que estudiar para ser educador en El Salvador no posee ningún atractivo ni económico ni de prestigio social, y esto evidentemente no es culpa de la academia y mucho menos de los docentes en servicio activo. Le aseguro que todo docente que comenzó siendo un novato, comenzó su carrera por pura vocación, ya que el prestigio social ni una atractiva remuneración económica no eran parte del paquete. 

A pesar de que la necesidad de dignificar la imagen social de los maestros y de mejorar las condiciones económicas de este gremio son puntos sumamente urgentes, en los dos años de su administración como Ministra de Educación se ha hecho muy poco a este respecto. Lamentablemente, desde hace muchos años ha existido una percepción negativa sobre la profesión docente que se ha venido perpetuando debido al poco prestigio que puede tener esta profesión en comparación a otras profesiones; usted señora Hananía, ha contribuido activamente en los últimos días a perpetuar esta percepción negativa que la sociedad tiene sobre los maestros, sus comentarios despectivos que denigran la preparación académica de los educadores ha sido sumamente contraproducentes para avanzar en este punto que al menos en el papel y la tinta que gastaron en el Plan Cuscatlán y en el Plan Torogoz parecía importante para su administración.  

No es un misterio para nadie que la calidad de la educación en El Salvador ha sido una asignatura pendiente desde los Acuerdos de Paz, sobre todo porque la principal preocupación de los gobiernos posteriores al conflicto armado fue la reconstrucción del sistema educativo en términos de cobertura. Es indiscutible que hay muchas cosas que pueden y que deben mejorarse en la calidad de la formación de los docentes salvadoreños, pero el ataque frontal en contra de las universidades y la denigración del magisterio me parece que no es el mejor camino para comenzar la tan anhelada reforma educativa que llevamos más de dos años esperando. 

Llegados a este punto no puedo evitar preguntarme, señora ministra: ¿Sus desafortunados comentarios fueron hechos con mala intención, por culpa de un pésimo asesoramiento, por falta de tacto o pura ignorancia de su parte? Sinceramente espero que sus futuras acciones con respecto a la formación de los docentes sean mejor pensadas, más estratégicas y más propositivas, no por su bien político, sino por el bienestar y el desarrollo de los niños y jóvenes que son atendidos por el sistema educativo público de El Salvador y del cual usted es la principal responsable

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