Jeser Candray
La formación docente en el Plan Torogoz
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Fue hasta la tercera semana de junio de 2021, luego de meses de secretismo y dudas de su existencia, que fue presentado el plan educativo gubernamental titulado “Plan Torogoz”. La expectativa era alta, sobre todo para los que buscamos durante meses información al respecto.
No quiero describir en estos párrafos elementos generales del plan, ¿con quién se hizo?, ¿cuándo lo hicieron?, ¿qué insumos tomaron como inspiración?, etc. Dejo eso a otros especialistas en Políticas Públicas para que lo analicen; tampoco quisiera adelantar qué pienso sobre el objetivo de mejorar el aprendizaje de la matemática descanse en los libros de texto. Eso lo haré en una siguiente ocasión. Quisiera en este artículo escribir de forma propositiva mi opinión sobre el eje en formación docente.
La “Profesionalización docente, para la dignificación del magisterio al servicio de los aprendizajes” es definida como una de las seis prioridades de planificación del Mineducyt. En ella se considera que “uno de los factores que determina la calidad del sistema educativo nacional es el potencial del cuerpo de docentes, tanto por su formación académica, como por sus prácticas en el aula, así como por la generación de ambientes propicios para los aprendizajes” (Mineducyt, 2021, p. 48). Sin embargo, a continuación, el Ministerio describe al magisterio como generalista y sin especialización y luego señala a las Instituciones de Educación Superior como parte de este problema.
Habría que señalar aquí que desde la Ley General de Educación (1996, art. 86) y la Ley de Educación Superior (1995, art. 57) promulgadas durante la Reforma Educativa de Cecilia Gallardo se determinó que es el Mineducyt la entidad responsable de las políticas relacionadas a la formación docente y es este ministerio quien define los programas de estudios, criterios de ingreso y permanencia, especialidades, evaluaciones, etc. por lo que es esta institución quien debe, en primer lugar, analizar su papel en esta problemática. ¿Por qué esto es importante? Porque debe dejar de revictimizar a los docentes salvadoreños. Es decir, primero el Mineducyt es el que ha fijado históricamente la formación docente, a la que se llama generalista y deficiente y luego el Mineducyt señala al docente por no tener una formación acorde a las necesidades. Hay que recordar entonces que el docente ha sido un objeto y no un sujeto dentro del diseño de las políticas de formación. Claro esto no se puede señalar a la actual administración, pero una buena lectura de esta problemática debe partir de esta reflexión.
Luego, el Ministerio señala que “las deficiencias de la FID (Formación Inicial Docente) nos han llevado a construir procesos de formación continua centrados en complementar una formación de partida insuficiente” (Mineducyt, 2021, p. 48), ante esta autocrítica me gustaría preguntar: ¿existe una formación completa y suficiente? Esta afirmación del Ministerio parece tener una concepción bancaria (Freire) de la formación en la que existe una formación ideal. No obstante, esa idea se aparta de la realidad. No existe una formación completa y satisfactoria y no puede existir porque los seres humanos son seres en constante aprendizaje (Freire), aprendiendo y desaprendiendo y desde este punto de vista la formación siempre es permanente porque las realidades están en permanente cambio.
Otro punto que llama la atención surge de la frase siguiente “de las 29 gerencias identificadas del organigrama oficial del MINEDUCYT de 2018, en más de la mitad se coordinan procesos o acciones que buscan la formación docente, sin la debida coordinación y conducción”, esto puede interpretarse como la intención de centralizar y homogenizar la formación docente exclusivamente desde Plan Maestro (Esto es confirmado en párrafos posteriores donde se señala a ONG’s y cooperantes de duplicar esfuerzos formativos). No obstante, ¿es posible homogenizar la formación docente? O bien, ¿debería serlo? la realidad parece decirnos que no, sin embargo, no se dan más pistas de cómo sería esta situación.
Además, otro de los análisis situacionales que se hace es el impacto (o no) de los programas de formación continua a los que señala el Ministerio de haber sido diseñados sin una línea de base, centradas en lo metodológico o disciplinar y de poco impacto y eficiencia además de una mala planificación. Esto ha quedado evidenciado. ¿Qué impacto tuvo el Plan Nacional de Formación Docente de la gestión anterior? ¿Y qué impacto tuvo el Plan de Especializaciones y Postgrados impulsado en la gestión del ministro Cerén? Ir a las memorias de labores del Ministerio y a las presentaciones donde los resultados eran simples porcentajes y cifras “formamos 32,000 docentes en TIC’s, se capacitó al 100% de docentes en x formación…” cifras y nada más. Misma situación podría señalarse de la actual formación en “classroom” donde se equipara a 35,000 docentes inscritos y que se conectaron a un curso a una formación interiorizada. Esa cifritis también debería ser superada.
En esa línea, la apuesta para modificar esta desconexión entre la formación continua y la práctica escolar descansa en el uso de las TIC´s “Es importante señalar que la formación virtual podría permitirnos superar los defectos de la formación en cascada o los programas piloto que no llegan a escalarse a nivel nacional” (Mineducyt, 2021, p. 50) ¿será que esto es así?, ¿usar las TIC’s puede resolver esto? La teoría nos dice que las prácticas docentes solo cambian cuando ellos consideran que la formación conecta con las necesidades del aula (Imbernon) y cuando los docentes son conscientes de su incacabamiento (Freire). El Mineducyt debería analizar esa conclusión con más detalle.
Un último diagnóstico del Ministerio es reconocer, primitivamente, que la formación continua no puede ser ignorada en la planificación escolar y debe estar dentro de la jornada laboral cuando afirma que “en los últimos años la formación ha coincidido con el calendario escolar, afectando horas de clases de los estudiantes o el derecho al descanso de los docentes” (Mineducyt, 2021, p. 49). Este último elemento me parece un paso necesario y que debe ser reconocido en una reforma a la legislación magisterial: un porcentaje del horario laboral debe ser reservado para la planificación y la formación docente.
A pesar de estos análisis, ¿qué se plantea el Mineducyt poner en práctica? Las medidas para la formación inicial no son diferentes a las presentadas en otros planes: hacer otro plan de estudio para la formación, formar y certificar otra vez a formadores docentes, a excepción de introducir una prueba de intermedio de dudosa efectividad y un sistema de seguimiento a la práctica docente. En la formación continua se propone, nuevamente, otro programa de formación, pero esta vez parece que se buscará escapar de la formación en cascada por medio de las TIC’s, no obstante, ¿qué garantizará que esta formación no será igual a todas las anteriores duramente criticadas, solo que ahora vistas por medio de un “live” para 500 docentes o un video pregrabado?
Además, se propone un programa de incentivos a las “buenas prácticas docentes”, término internacionalmente peligroso y que debe ser bien explicado. Y el tercer indicador de esta problemática está destinado a la mejora de la producción de materiales didácticos en centros de formación (¿universidades?, ¿institutos? ¿Infod?), a pesar de que este indicador no fue problematizado.
Ahora bien, ¿qué temas quedaron fuera de este análisis? Eché en falta analizar la crisis de empleabilidad del magisterio. No se puede hablar de tener mejores docentes en el aula, de formarlos con mejores estándares, si estos llegarán a nuestras escuelas, dado el actual sistema de contratación, dentro de 10 o 15 años. En otras partes del Plan Torogoz se menciona la intención de reducir la interinidad de los docentes al 2% y de renovar la planta docente en edad de jubilación al 50%. Tales medidas son ambiciosas y de cumplirse, sin duda, tendrá un impacto positivo para la educación. Además, debe avanzarse en una comprensión diversificada y heterogénea de la formación inicial y continua. Esto no debe significar un desorden, sino comprender que la realidad escolar no es única, no hay un modelo único de estudiante y docente y por lo tanto no puede existir una respuesta única a estas problemáticas.
Otros elementos son la investigación educativa, a pesar de que no ha sido integrada a Prioridad 2 discutida en este texto, es mencionada en otras partes del documento. Esto igualmente es aplaudible. Para un análisis más cercano a la realidad escolar es necesario contar con investigaciones con diversidad de enfoques y metodologías que sustenten las modificaciones curriculares prometidas.
Por último, este documento no deja claro el rol del Instituto Nacional de Formación Docente (¿existe aún?), cuál será el papel de la academia, las universidades y los propios docentes ante la concretización de estas propuestas. Esperamos en los días posteriores una mayor explicación de estos puntos.
Mineducyt. Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología. (2021). Plan Torogoz. Link: https://www.mined.gob.sv/noticias/avisos/item/1016260-plan-torogoz.html