Óscar Picardo
La generación de relevo
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Resulta difícil y hasta a veces poco serio generar etiquetas generacionales por las características socio-económicas, tecnológicas, culturales, políticas o económicas que vivimos en determinada época, ya que existe un entramado complejo de complicidad y superposición sociológica.
El relevo general o sucesión está pautado por una serie de “etiquetas” sociológicas: La generación Baby Boomer, la generación estrictamente profesional (1946-1964); la generación X, la generación que ha fomentado la colaboración (1965-1979); la generación Y, los millennials como nativos digitales (1980-1994); y la generación Z, la generación de las redes sociales y del lenguaje digital (1994-2010). Y parece que se viene generación T, generación táctil o generación Alpha…
La Teoría generacional de Strauss–Howe, describe los ciclos recurrentes de generaciones en la historia basados en cuatro etapas: Cumbre, Despertar, Desengaño y Crisis. Los autores describen que cada generación dura entre 20 y 22 años, y cuatro cambios de generación componen un ciclo completo. Se trata de un modelo empírico sin asidero científico y sin rigor académico, pero es un punto de partida para iniciar el debate…
En términos amplios, una generación representa un colectivo de seres humanos que nace y vive más o menos al mismo tiempo, considerada como un grupo homogéneo. También se suele describir a una generación como un periodo promedio, generalmente considerado como de 20 a 30 años, durante el cual los niños nacen y crecen, se convierten en adultos y comienzan a tener hijos.
Utilizamos el concepto generación como sinónimo de cohorte en la sociología, a partir de los acontecimientos que experimentan los sujetos en un periodo de tiempo determinado. Por ejemplo, los nacidos bajo una guerra, bajo un régimen dictatorial o en el marco de una crisis económica estructural. Todo esto afecta.
Más que generaciones hay transiciones, y definitivamente una generación depende de la anterior; así, la actual “generación de cristal o Z” es producto de la generación “Baby Boomer” o de la “generación X”; y si de por medio hay una critica peyorativa, las causas y responsabilidades son nuestras.
Paréntesis: esa percepción pronosticada por Umberto Eco sobre el aumento del número de gente idiota es irreal; tenemos proporcional y estadísticamente el mismo número de idiotas, solo que ahora existen las redes sociales y pueden expresarse, antes no podían.
Obviamente hay rasgos o características que dependen de múltiples factores: a) Herencia genotípica; b) Tipo de familia; c) Sistema educativo; d) Cultura; e) religión; f) Experiencia lúdicas; g) Relaciones sociales; entre otras. Y también es muy cierto que muchas cosas han cambiado, como por ejemplo: Los mecanismos de disciplina y castigo, las tecnologías de la información y las comunicaciones, los juegos, entre otros aspectos que tienen un impacto en las costumbres cotidianas y en la plasticidad cerebral de los niños (as) y jóvenes.
Quizá antes éramos más toscos o rudos porque los mecanismos de disciplinamiento y formas de castigos eran más violentas y reproducíamos estas conductas. Esto ha cambiado muchísimo. Internet, la telefonía móvil y las redes sociales han modificado radicalmente las formas de juego, educación, comunicación e inclusive la forma de hacer negocios y política.
Con el destacado psicólogo Giuseppe de Pilla estamos discutiendo una investigación para entender las dinámicas intergeneracionales; y con Marvin Galeas hemos conversado sobre este problema fascinante. No es un tópico fácil de abordar y posee múltiples aristas.
En 1984, Marcel Granier publicó su libro “La generación de relevo vs. El Estado omnipotente”, en esa época vivía en Caracas y era una lectura obligada; esa generación de relevo Granier la describía como “generosa, emprendedora, imaginativa, flexible y dispuesta a realizar los cambios que se necesitan”.
Los principios de Granier más o menos iban en las siguientes líneas éticas: No te endoses al estatismo; no caigas en los complejos paternalistas de que te den todo; no renunciar a los derechos propios; no invadir los derechos de los demás; no permitir que se violente el orden social; superar la tentación de la inmadurez que produce las ráfagas de prosperidad; la comunicación fluida es la mejor forma de resguardar la inteligencia; el secretismo y el aislamiento son prefiguraciones autoritarias que hay que combatir; la mística y el compromiso con la realización productiva es un valor que debe ser estimulado; la fuerza de la realidad siempre ganaran la partida al poder de la propaganda y a la propaganda del poder; la batalla contra la desinteligencia supone el desarrollar la capacidad para ver lo que no es obvio; no caigas en la trampa de juzgar los síntomas; aprende el lenguaje de la realidad… Después de esto vino el chavismo y ya sabemos la historia.
Quizá lo más seguro en el debate es que a partir de 1995 comenzó a cambiar nuestra sociedad con el surgimiento de internet; los primeros años -¿1995 a 2000?- fue un periodo de adaptación; en 1997, nacía sixdegrees.com, la primer red que ha permitido crear perfiles; Friendster y LinkedIn en 2002, MySpace y Facebook en 2004, Twitter en 2006, Tumblr en 2007, Instagram en 2010, Snapchat en 2011.
Muchos jóvenes de la actual generación sienten ser una no-generación (Talking about no generation); parece haber una ruptura simbólica y existencial con las tradiciones, la historia, los marcos axiológicos, la filosofía; y lo que impera es una nueva realidad de la transformación digital.
Andrew Weinreich, el padre de las redes sociales señaló: «El desafío es construir una comunidad, el desafío es encender una llama. Este es un servicio que pueden usar para hacer sus vidas más eficientes. Pero, al igual que comprar una libreta de direcciones, si no le añades nombres es inútil».
Pero no todo es positivo, si bien las redes sociales han hiperconectado al mundo y han cambiado la fisonomía humana en el planeta, también ha generado un impacto negativo bastante amplio: la deshumanización de las comunicaciones, el auge de la “Legión de Idiotas” incluyendo odiadores profesionales y el anonimato, la pornografía y el cibercrimen, entre otros fenómenos nocivos.
Pero no hay vuelta atrás, hay un antes y un después de internet, y también vivimos un traslape real entre los nacidos en 1950 hasta 2040; entre la Bomba Atómica y la Inteligencia Artificial. En este periodo de 90 años conviven muchos grupos humanos con características, gustos y temperamentos muy distintos.
También encontramos una paradoja: El factor ciudadanía -desde la perspectiva cultural, familiar y educativa- se ha debilitado, pero han emergido un sinfín de soluciones científicas y culturales que nos ha cambiado la vida. También hay un fenómeno de diversas y excluyentes concentraciones ubicuas del desarrollo productivo y tecnológico.
Hoy “conocemos el precio de todo y el valor de nada” diría Oscar Wild, somos muy consumistas y el aparato empresarial es insaciable; no para de crecer, de vender y de sufrir ante los embates de las crisis. Creo que sí hemos perdido la tranquilidad de vivir.
Agregamos la brillante descripción de Galeano: “Vivimos en un mundo donde el funeral importa más que el muerto, la boda más que el amor y el físico más que el intelecto. Vivimos en la cultura del envase, que desprecia el contenido”.
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