Óscar Picardo
La plasticidad del cerebro y la Curva CPPA
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La plasticidad cerebral es una capacidad que posee el cerebro para cambiar su estructura y su funcionamiento de manera permanente, como reacción a la diversidad del entorno y a los procesos de aprendizaje.
La neuroplasticidad no sólo permite a las neuronas regenerarse tanto anatómica como funcionalmente y formar nuevas conexiones sinápticas, sino que representa la facultad del cerebro para recuperarse y reestructurarse (resiliencia cerebral). Este potencial adaptativo permite al cerebro reponerse a trastornos o lesiones, y puede reducir los efectos de alteraciones estructurales producidas por ciertas patologías o problemas como la Dislexia, TDAH, esclerosis múltiple, Parkinson, Alzheimer, dislexia, TDAH, entre otros problemas.
El destacado pediatra y psicopedagogo Mel Levine –padre intelectual de Howard Gardner, en Harvard- en su libro “Mentes diferentes, aprendizajes diferentes” definió las funciones y disfunciones neuroevolutivas a partir de ocho constructos: Atención, Memoria, Lingüística, Espacial, Secuencia, Motor, Sistema Superior y Pensamiento Social.
En el Instituto de Investigación para el aprendizaje (www.iiasv.org) tomamos los constructos de Levine y creamos la “Curva Progresiva Pediátrica de Aprendizaje” (CPPA), una herramienta que establece cuatro escenarios posibles –factores cualitativos y cuantitativos- frente a cada constructo, y que posteriormente se pondera y cruza con la edad del niño estableciendo tres puntos de ubicación: El ideal, el real y el peor escenario. Desde esta curva CPPA podemos medir el avance o progreso del niño o niña por cada área específica de sus capacidades cerebrales o en conjunto.
Más allá de las capacidades cerebrales, de su fisiología y de las herramientas para mejorar cómo aprendemos, debemos partir de principios básicos, entre los que destacamos: 1.- Aprender es una capacidad de construir soluciones para resolver los problemas de la vida, ser feliz y poder realizarse como ser humano. 2.- Estas capacidades integran conocimientos, emociones, habilidades y destrezas. 3.- Las soluciones representan la posibilidad de la creatividad humana para utilizar aspectos teóricos y prácticos, lo que implica conocer, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear (Bloom, modificado. 2001). 4.- El aprendizaje es la experiencia que mejor describe al ser humano como tal, que lo define y configura; y en dónde define su devenir. Aprender es justamente construir nuestro yo y entender a los otros. 5.- Aprender es imitar, jugar y resolver. 6.- Cada ser humano tiene una inteligencia con identidad particular, que surge de aspectos genéticos y se desarrolla en base a las experiencias del ethos (contexto familiar) en dónde se desenvuelve. 7.- Las inteligencias diversas, aventajadas o pausadas, visuales, espaciales, lógicas, lingüísticas, cinéticas, artísticas, existenciales, inter e intra personales, se deben estimular para descubrir quiénes somos, cómo somos y cómo podemos aprovechar mejor nuestro potencial. 8.- El método científico de observación, registro, uso de software, test psicométricos, es el camino real para ayudar a los niños y niñas a mejorar el aprendizaje. 9.- Aprender a ser, a hacer, a convivir y a conocer (Delors) requiere un acompañamiento pedagógico y didáctico empático y dialógico. Y 10.- No compare a su niño o niña con otros, cada uno tiene una mente diferente y demanda aprendizajes diferentes.
Nuestro cerebro está diseñado para leer “rostros”, lo forzamos para decodificar símbolos –números y letras-, mediante el juego y el juguete aprende roles y comportamientos sociales. Aprender es una tarea fascinante… descubrir y potenciar los talentos es una obligación… superar problemas cognitivos es un desafío posible.