Número ISSN |
 2706-5421

estrella fugaz
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Rafael Lara-Martínez

Professor Emeritus, New Mexico Tech
rafael.laramartinez@nmt.edu
Desde Comala siempre…

«La poesía revolucionaria…para hacer poetas»

Si la poesía produce flores (Anthos) durante su esperanza de primavera, rara vez culmina en el fruto prometido del verano. Resecos, los pétalos se esparcen sin semilla que renazca en su belleza de utopía.

El libro «Poemas breves», de Eduardo Salvador Cárcamo, puede leerse como chispazos sin un orden fijo ni una temática que se desglosa de principio a fin.  Pero también es posible descifrar en esos versos tópicos constantes que se repiten en estaciones periódicas. En su ideal de cometas o estrellas fugases, prosiguen una órbita fija, en reflejo del giro de los astros. Según esta lectura, interpreto la manera en que su sentido re-volucionario se arraiga en un carácter planetario original, hoy en el olvido. La re-volución primordial implica el cambio constante y repetido de la Tierra y otros astros, del cual deriva el carácter humano en su ex-sistencia y pensamiento.  Los poemas dan vuelta cíclica alrededor de dos temas centrales, a saber: tú-femenino o interlocutora perenne y tiempo histórico.  En seguida se comenta el transcurso de ambos mundos que rigen la poesía de Cárcamo.

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La interlocutora emerge anónima en la noche. La llama misterio —Miss Tery/Miss Tèrre— ya que de su encierro solo reconoce «los ojos» y su «canto».  Acaso representa la lluvia de sus luceros.  Si a veces le inspira la «esperanza y el deseo de pintar la «eternidad» divina en su propio «rostro», también le evoca la antonimia de la «Muerte» y el «llanto».  Ella dirige «tiendas» que «liberan el alma», «noches de sol», al igual que «insomnios» y «ríos sin nombre».  «Te veo llegar», pese a la oscuridad del velo entre las nubes. Acaso la Luna nombre el destino de esa presencia femenina no-identificada, ya que pasa como OVNI-Asteroide, de manera inesperada en la escritura del poeta.  En efecto, coincide con la Luna Llena quien dirige el engendro y el germen de las plantas, al igual que el vientre materno. En ese acertijo por dilucidar, la figura femenina prominente adquiere un carácter de Flor (Anthos) el cual ofrece la resolución de la incógnita. El nombre de lo femenino no es otro que el de la Poesía misma que Cárcamo busca sin cese durante el acto de escritura. Ella le concede su propio «sueño iluminado» que descifra «la vida» misma en su transcurso cíclico.  Se trata del acto de la escritura y de la pausa reflexiva para lograr su retoño.     

En cuanto al tiempo, en un ciclo no lineal, el presente confronta a Cárcamo a recolectar el pasado para imaginar un futuro.  Del pretérito destaca «el dolor-sangre que abona el mañana».  Las oleadas sanguíneas se vuelven «ríos» que reciclan su flujo hacia la deriva del porvenir, acaso hacia la Muerte o, idealmente, hacia la utopía.  Los símbolos de la «Libertad, Lucha, Justicia» identifican a héroes que —a imagen del Che Guevara– sufren para mantenerse vivos en el recuerdo, en la cordialidad del presente. Desde el siglo XIX, Simón Bolívar lo justifica, como si un mismo imaginario actual uniera épocas distantes.  Al final del poemario, ese ideario guerrillero —hoy en estatua rígida— lo corona la santificación de San Romero en quien, desde su nicho cristiano, se renueva la misma utopía de redención po-Ética. En su lado opuesto, Cárcamo sitúa la independencia salvadoreña y a sus artífices —canonizados en próceres— los cuales traicionan el cauce popular.  Asimismo, arremete contra Cristóbal Colón en quien personaliza el poder y la colonia española.  Casi al final, por la cronología que rige la memoria, los Acuerdos de Paz (1992) se revisten de la misma traición contra el pueblo que —desde 1983, con el asesinato fratricida de Cayetano Carpio— pierde toda representación digna. 

El futuro refleja la duda de la Poesía o personaje femenino clave.  La «hélice del tiempo» causa que oscile del «sueño» a la «pesadilla».  Existe una frontera bastante fluida entre la certeza de completar la utopía y la ilusión, el espejismo que hace de la verdad un vapor en engaño. La confianza en «las Redes Sociales» le inspira la llegada a un «Nuevo Mundo», aún indefinido. Al centro de ese doble dilema —pasado-futuro; utopía-ilusión— se sitúa el presente, la vida misma de Cárcamo entre el reposo y el trabajo de la escritura. La presencia la concibe como una «lucha eterna» que —en referencia a Eduardo Galeano— la encarna en el continente latinoamericano.   Su planeta rector lo llama Marte, quizás por su antigua filiación a la guerra, o porque en su apariencia rojiza observa la sangre «martirial» que nutre la utopía.  Quizás.  Como marco de la puerta rotatoria entre el pasado y el futuro, el presente ofrece el desquicio de la historia.  Hay un «mundo al revés» y un cauce descolorido en flor a pétalos resecos.  La única solución, Cárcamo la vislumbra en la «lucha» continua la cual —por un principio natal, sin placenta ni ombligo— asume la desnudez absoluta del ser humano y, tal vez, la de lo natural sin palabras. 

Desprovisto de todo disfraz, piensa, ni la pandemia expresa un hecho biológico al manipularlo la política, ni el combate humano un acto social al comprometer a las «estrellas».  En ese instante de compromiso absoluto —en la escritura misma— cuando Bolívar, el Che y San Romero se reúnen en la misma presencia partidaria de la memoria, el ser humano cifra su destino en la revolución natural. Solo permanece constante la Poesía en sí.  En su giro re-volucionario, este 14 de mayo recuerda que solo Ella queda como sustrato de lo humano, en su capacidad de habla. Ella acompaña siempre a su locutor, el poeta.  Por ello, el verdadero cometido de la «poesía revolucionaria…sirve para…hacer poetas», incluso si por revolución se entiende el sentido original de la palabra. En 2022-2023, bajo la disolución de la izquierda, la verdadera revolución la dicta el constante giro de los astros. Para la escritura significa el rotar del poeta alrededor de sus chispazos de poemas breves.  Daltonólogo profesional, a Cárcamo no le sorprendería que, en re-volución sinódica, la imagen del poeta guerrillero respalde el «Expresarte» de las nuevas generaciones en un periódico semi-oficial, luego sustituida por figuras griegas  (diario.elsalvador.com/sección/decultura, 13 de agosto y 21 de agosto de 2023). 

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De nuevo, en conclusión, se reitera la ausencia de un movimiento revolucionario distinto al del giro constante de los astros y su repercusión en lo humano.  Al celebrar el triunfo del Everest, ya casi nadie menciona a aquellas figuras que, impacientes, se hunden en el Neverest de la celda.  Desde ese encierro —»fruta negra» en el olvido— brota la Flor (Anthos) que repite su arraigo crístico-marxista en mártires antiguos, hoy sin presencia viva.  Pese a observar el eclipse de Luna —»kwalu Metzti»— apenas se recuerda su enlace ancestral con el origen de lo humano, tzinh-es-kisa, «base/fundamento-sangre-salir/sangrar». 

 

La Matria en su ciclo mensual (Metzti) y menstrual (Metzhuia) continúa su flujo en ríos de sangre (es-ki:sa), tanto más roja que se deshace (-kwalua) en la violencia. Ese lunear cíclico, cada Luna/mes, emite sangre desde su fundamento corporal, el cual el hombre (takat) no la reconoce como experiencia vital al nacer (-takati). Así, llama «mal estado; embarazo (embarrassment/embarra)» al origen sangriento de su destino terrenal que imagina desnudo, mientras emerge de la gruta primordial atado y revestido de líquido amniótico (vérnix caseosa).  Aún duda en reconocerlo como hecho revolucionario fundacional y encarcela a quienes sufren el «martirio» de un accidente.  La memoria solo re-Cuerda los hechos a la medida de su factura, ya que si no se acomodan a su objetivo los llama des-hechos. Al hablar de «realidad nacional», casi nadie comenta «los embarazos en adolescentes» como asunto de vital importancia para entender un problema social sin resolución inmediata (Xiomara Alfaro, elsalvador.com, 24/07/2023, https://www.elsalvador.com/noticias/nacional/cada-dia-ocurren-28-embarazos-adolescentes/1077882/2023/ y 16-08-2023, «el embarazo de adolescentes es un grave problema para todos»).  Por Beatriz, siempre…

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