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 2706-5421

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(Videos) Los primeros en entrar, los últimos en salir…

Los primeros en entrar en la cuarentena fueron los artistas, y serán los últimos en salir a escena… artesanos, pintores, escultores, poetas, escritores, fotógrafos, músicos, cantantes, artistas circenses, bailarines, actores, actrices, dibujantes; ¿quién por ellos…? 

No hay agenda cultural, ni política, tampoco leyes o presupuesto “relevantes”, nada. Para el arte no hay más que promesas y discursos; y los artistas viven de su público, todos; y necesitan espacios y exposición para diseñar y proyectar su arte. Cada iniciativa de gestión cultural y artística es una verdadera odisea.  

En la obra: “La cultura da trabajo: entre la creación y el negocio” de Luis Stolovich, Graciela Lescano, José Mourelle, se propone a este sector importante y esencial de la sociedad como una pieza clave de la economía; lamentablemente, nadie lo toma en serio, y se nota en la arquitectura de los presupuestos gubernamentales. ¿A cuánto asciende el presupuesto del Ministerio de Cultura 2020?: es de US$ 23,455,850 (0.36 % del presupuesto general), concentrando más del 90 % en gasto corriente, y centrado absolutamente en la figura de la Ministra; y una cosa es cantidad y otra calidad del gasto. Los presupuestos siempre son una buena radiografía para descubrir qué es lo importante; como parámetro, el presupuesto de cultura tiene 7 millones menos que el del Organismo de Inteligencia del Estado (OIE)… 

La palabra cultura aparece 13 veces en la Constitución de la República de El Salvador; y en el Artículo 53 se anota: “El derecho a la educación y a la cultura es inherente a la persona humana; en consecuencia, es obligación y finalidad primordial del Estado su conservación, fomento y difusión”. Los conceptos “arte” y “artista” no existen en el texto… Por su parte, la Ley de Cultura (Decreto No 442) contiene un conjunto de normas e indicaciones, bastante difusos, burocráticos, de difícil cumplimiento y que poco y nada sirven para la comunidad de artistas. Quizás lo más rescatable es el Artículo No 5: “El Estado debe garantizar el ejercicio de la libertad creativa, la educación artística, la diversidad cultural, los derechos de los pueblos indígenas, el respeto a los derechos y dignidad de los artistas y creadores y a sus obras, y el rescate, protección y enriquecimiento del patrimonio cultural tangible e intangible de la nación”. Sólo se habla de “respetar los derechos y dignidad de los artistas”, el resto corre por cuenta de cada quién… 

Los artistas están bastante solos, y solo son útiles de vez en cuando para apoyar un acto protocolar del gobierno: regalar un cuadro, montar un acto cultural de danza o un concierto, y para tomarles fotos y videos para materiales promocionales de turismo de cara a proyectar nuestra riqueza cultural y artística. 

El mensaje es claro y contundente: Si no se unen, planifican y diseñan su futuro, nadie va a ayudar a los artistas, no hay dinero para este tipo de salvatajes. Obviamente la comunidad de artistas es difícil, hay muchos egos y mentes volátiles debido a su naturaleza creativa, pero deben saber que la única forma de rescatar el gremio es a través del propio gremio.  

La gestión cultural en cualquier país es compleja, y en una nación pobre y emproblemada como la nuestra, la complicación es mayor. Pero debemos ser optimistas, en España la aportación de las actividades culturales al Producto Interior Bruto (PIB) ronda el 4 % -y genera 560,000 empleos-, superior al energético (2.7 %) y al agrario (3.7 %) (El País, 30-0410); aquí no tenemos cifras, pero no debe ser nada despreciable. 

Las industrias creativas no solo son importantes por su aporte económico, sino por su rol en el “aplanamiento de las curvas disonantes de la sociedad”; la cultura y el arte educan, son parte de la sociedad educadora, sensibilizan, critican, proponen, denuncian y son una fibra esencial del tejido social. 

¿Qué somos los salvadoreños? Un poco de Roque Dalton, Salarrué, Francisco Gavidia, Alberto Masferrer, Carlos Cañas, José Mejía Vides, Camilo Minero, Fernando Llort, Valero Lecha, Benjamín Saúl, German Cáceres, Álvaro Torres, Julia Díaz, Rosa Mena Valenzuela, Rubén Martínez, Morena Celarié, María de Baratta, Toño Salazar, David Escobar Galindo, Roberto Galicia, Roberto Salomón, Los Hermanos Flores, Jhosse Lora, Marito Rivera, Rodolfo Molina, Luis Lazo, Francisco Palaviccini, Pizarrín, Tío Periquito, René Alonso, Ricardo Lindo, Crack, Póker, Nadie y mucho más (perdón a los ausentes, era una muestra simbólica, breve y representativa).  

La “salvadoreñeidad” es de su cultura y arte, creencias, valores y costumbres; no nos identificamos con las políticas macroeconómicas o políticas públicas, menos con la clase políticas ni con instituciones estatales. 

Artistas, ustedes son…, y más nadie, reflexionen, únanse, piensen, planifiquen, decidan; ayúdense entre sí, al final no están tan solos como parece, sólo abandonados y circunstancialmente aislados; pueden ser más… y recuerden: “Ahora es la hora de mi turno el turno del ofendido por años silencioso a pesar de los gritos” (Roque Dalton) 

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