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 2706-5421

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German Hernández

Artista y diseñador multimedia, gestor y emprendedor salvadoreño
ghernandez@etlux.net
otrohernandez@gmail.com

Luces sobre el agujero de conejo (Ai Art)

Con la creación de la compañía OPEN Ai como una plataforma de investigación de inteligencia artificial, comienza una constante evolución que todavía está abierta para cualquiera que necesite el uso de la Ai con el fin de beneficiar a la humanidad.

Uno de sus productos, el GPT-3, es un programa que termina las frases que uno introduce y las traslada al lenguaje de código, pudiendo generar líneas de código que sirven como layout de sitios web; por consecuencia, la siguiente generación de aplicaciones están basadas en entender el lenguaje y ayudar al proceso de la imaginación, la interpretación y la creatividad.

Siendo consecuentes a los avances, la interrogante de estos desarrolladores fue: Y sí podemos predecir lenguaje, ¿podemos predecir y terminar imágenes? Los primeros ejercicios para estos programas fueron poner una imagen cortada y dejar que la Inteligencia Artificial terminara de manera lógica la imagen digital (poner un cuerpo a la mitad y dejar que la Ai terminara de poner la otra mitad). Luego, los ejercicios de Ai se volvieron más complejos, como fusionar imágenes y hacer una sola interpretación “lógica”, o cómo puede el Ai entender el contexto de los objetos sobre una imagen, y así en adelante, hasta poder crear imágenes a partir de una frase (un prompt) un juego de palabras. Hoy en día existen diferentes “hints” (pistas), para la creación de imágenes y códigos que sirven para ubicar el cómo deseo que se vea mi resultado.

A partir de estos motores que analizan millones de imágenes en segundos o minutos, podemos entender también la importancia de cualquier expresión artística, ya que todo eso es materia prima para el Ai.

Los Ai softwares o aplicaciones juegan con algoritmos que utilizan información masiva a partir de un prompt (es un juego de palabras y comandos que son interpretados para generar una imagen única). El algoritmo genera cuatro o más imágenes para que podamos, a partir de ahí, depurar más y más. Luego de eso puede irse depurando mucho más volviendo a crear el proceso o haciendo otras iteraciones.

En el caso del Ai Art, la pintura es la información, el pincel es el programa y la cultura, la experiencia y el lenguaje es lo que el artista aporta; de ahí en adelante (al igual que el inicio de la expresión humana), son los círculos culturales los que deciden qué es o no es arte. El Ai Art, sin duda, es un embudo donde se desliza la intoxicación informática y la transforma en diferentes lenguajes estéticos, algunos que no hemos visto jamás de otra forma.

Pero hablemos ahora de originalidad, de donde partimos y cómo podremos diferenciar un resultado que llene nuestro espíritu (o crear arte). Eso es complejo de entender pero una de las herramientas más interesantes y en donde es notoria la búsqueda estética es Midjourney, y tal vez por eso su mayor popularidad y uso.  Este es un motor que tiene ciertas restricciones, pero que obviamente han añadido a su código los fundamentos del arte y el diseño, y que por lo mismo garantizan un resultado placentero o un poco más fácil de digerir (aunque este mismo nos deje con muchas interrogantes), lo cual es bueno para la expresión artística. Hoy en día estamos cada vez más lejos de las imágenes generadas por Google que parecen un viaje de drogas alucinógenas, y cada vez más figuras o formas concretas que tienen texturas, ilusión de profundidad y, en algunos casos, hasta verse cinematográficas. De hecho, muchos profesionales de la producción audiovisual se valen de estas herramientas para utilizarlas como efectos de post producción o assets digitales.

Tal vez uno de los mejores ejemplos (y motores de Ai) es Midjourney, y este se describe así: “…es un laboratorio de investigación independiente que explora nuevos medios de pensamiento y expande los poderes imaginativos de la especie humana”.  Sin duda alguna el Ai es la mejor arma para la dirección de arte, más allá de cualquier uso posible. Para la dirección artística es un reto completo y complejo en donde el usuario posee un acelerador creativo, una especie de ping pong entre la máquina y el cerebro. Acá las conexiones que podemos hacer mediante el lenguaje y la expresión ponen en evidencia el pensamiento sinestésico. A final de cuenta, el Ai se alimenta de este juego de palabras, de la cultura del usuario, del conocimiento sobre los mismos artistas y, sobre todo, de tener claridad sobre la idea y llegar a lograr con esto una imagen única. Los bots (pequeñas partes de las aplicaciones de las Ai apps) se van alimentando de los gustos, preferencias estéticas y otros caprichos del usuario. En este juego permitimos una simbiosis entre hombre y máquina. Por momentos se siente en diálogo con la máquina, un acercamiento ilusorio al cyborg.

Pero dejemos de lado la emoción y busquemos el lado mercadológico de este proceso.  Hoy en día se ofrecen estos motores a los usuarios con diferentes tipos de promesas (y tarifas), pero más allá de eso, lo importante son los nexos entre los mismos usuarios, la colaboración, la participación y el conocimiento compartido. Siento la misma emoción como cuando comenzaba a crear videomapping a partir de instrumentos rústicos en el 2004: hoy en día existen todo tipo de productos para lo que hago y a todo tipo de escalas (los cuales no existían anteriormente); ahora el enfoque del videomapping es mezclar esto en «una experiencia única multisensorial». ¿Acaso no es eso lo que el arte transmite a cada espectador, una experiencia única y que de alguna manera nos la transmite casi de la misma forma a un público?

El Ai parece que se enfocará cada vez más en eso. Artistas como Refik Anadol o Julius Horsthuis ya utilizan Ai junto con otros artefactos para crear estas experiencias surrealistas, como sueños despiertos para las audiencias en grandes y costosas instalaciones dentro de edificaciones o hangares. El Ai está iniciando y son los artistas los que podrán expandir sus conceptos a través de ella y, claro está, los diseñadores los encargados de la experiencia utilitaria. 

Al final de cuenta estos motores son otra herramienta más que por el momento está rodeada de escepticismos, regulaciones éticas cuestionables y manejadas por entidades privadas que buscan diferentes beneficios. En el artículo de ArtBasel.com Is Ai Art any good?   Kelani Nichole, estratega de diseño y fundadora de la galería de arte de medios experimentales TRANSFER, con sede en Los Ángeles menciona que: “Es crucial que estas herramientas estén en manos de los artistas… ellos tienen la capacidad de presentar las ideas de su tiempo de una manera que puede ayudar a dar forma a la cultura de una manera que, con suerte, sea más mágica, ética, equitativa, subversiva o desafiante”.

En nuestro pequeño El Salvador, el arte digital tiene una historia que data desde los años 80’s, cuando entre universidades y empresas privadas se adquiría equipo computacional y equipo audiovisual: pocos estudiantes y profesores tenían acceso a estas tecnologías. Hoy en día estas avanzadas tecnologías están al alcance. Ahora el mejor aliado es el desarrollo del pensamiento crítico, que permite a ciertos profesionales de la ciencia y las humanidades potenciar individualmente sus propios lenguajes. 

Siempre ha existido una pequeña muestra de artistas enfocada a las artes digitales, pero la mayoría son reaccionarios a sus solicitudes o peticiones específicas; son pocos los que juegan con la responsabilidad de crear arte o con la pasión de la expresión humana.  Y en este pequeño mundo podemos encontrar a Víctor Ruano, un joven diseñador y artista visual residente en Estados Unidos, quien recientemente abrió el camino a estas expresiones: domina a la máquina con la astucia y pericia que solo un artista puede hacer. Este experimentado diseñador, ganador del Emmy, enfoca en sus obras de Ai Art diferentes formas de utilizar el lenguaje como un medio de expresión poderoso, y dar la sensación que puede lograrse todo. 

En lo personal fue la forma de utilizar el Ai de Víctor, la que me quitó muchos prejuicios para enfrentarme al Ai Art, y hoy en día se ha vuelto una versión extendida de mis propias piezas; en lo personal me encuentro evolucionando mi propio lenguaje fotográfico al vortex de la inteligencia artificial, y les puedo decir, a ciencia cierta, que es una aventura sin comparación, sin duda un acelerador del pensamiento creativo.

Galerías de imágenes generadas por medio de Ai Art

Diseñador y artista visual multimedia salvadoreño, con más de 12 años de experiencia en la enseñanza de las artes, el diseño y la fotografía. Ha expuesto su obra fotográfica y digital en Cuba, Honduras, Costa Rica, Canadá, Francia, España, EEUU, Australia, África (Gabón y Dakar), Alemania, Japón y El Salvador.  Además, ha participado en talleres de fotografía de autor, lenguaje cinematográfico, videoarte, fluxus y procesos curatoriales con artistas reconocidos a nivel internacional.

Ganador del premio a la mejor fotografía urbana en uno de los más antiguos festivales de fotografía: “Le recontres D´Arles” en Francia, bajo la curaduría del presidente de Mágnum Photos, Stuart Franklin y el patrocino de HP, donde existieron más de 10,500 participaciones de fotógrafos profesionales alrededor del mundo.

Pionero en El Salvador y la región centroamericana del video mapping arquitectónico, el cual ahora es considerado uno de los lenguajes artísticos contemporáneos más influyentes en el mundo.  En el 2019 funda su propia empresa ET LUX, dedicada al videomapping y nuevas tecnologías (realidad aumentada, holografía, entre otras), con la cual logra participar en Alemania y, recientemente, en el One Minute Projection Mapping Competition de Tokio.

Artista multidisciplinario independiente que trabaja en tecnología digital, Ai, pintura, collage, diseño gráfico, y cine. Es un narrador visual y artesano de la imagen que se dedica a desarrollar narrativas personales con su trabajo visual. Nació en Santa Ana (El Salvador); estudió Diseño Gráfico en la Universidad Dr. José Matías Delgado. Después de terminar el programa, continuó sus estudios en The Savannah College of Art & Design, gracias a una beca de excelencia internacional otorgada por el presidente de la universidad. Realizó tres programas de maestría, uno en arte por computadora, con enfoque en motion graphics, el segundo en animación 3D y el tercero en cine y televisión.

Como diseñador gráfico y animador de gráficos en movimiento, ha trabajado en una gama muy diversa de entornos y proyectos multidisciplinarios, y en varios países diferentes alrededor del mundo: desde los Juegos Olímpicos con NBC (Beijing 2008, Vancouver 2010, Londres 2012, Sochi 2014, Rio 2016, PyeongChang 2018, Tokyo 2020); a la Universal Fair en Dubai; MediaMonks en Holanda, a campañas publicitarias en Los Ángeles y New York para Google, Microsoft, Nike, Coca Cola, Macy’s, Jet Blue, Xerox y Fruit of the Loom, entre otras; es ganador de cuatro premios Emmy.

Las imágenes fueron proporcionadas y compartidas con el permiso de los creadores.

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