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 2706-5421

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Oscar Picardo

Maldito o bendito móvil…

Ya hemos escrito sobre este tema, pero insistimos en que es un tema demasiado importante para el desarrollo de la niñez como para dejarlo al azar o no hacer o decir nada; y los padres, madres y docentes deben reflexionar, dosificar y pensar sobre el uso del teléfono móvil; existen importantes razones neurocientíficas en el desarrollo de la plasticidad cerebral…

Es increíble la cantidad de ventajas y de desventajas que tiene el teléfono móvil…; parece que ya tenemos 11.6 millones de equipos para 6.3 millones de habitantes, casi dos teléfonos por persona.

El teléfono móvil es una herramienta “cuasihumana” de proyección personal y comunicación, una especie de “meta lenguaje” de la transformación digital que vivimos; en la actualidad registra lo bueno, lo malo y lo feo de nuestra sociedad; todos estamos consignando hechos y sucesos (loables y lamentables), y compartiéndolos en las redes sociales. Con su geolocalización almacena cada paso que damos, es una bitácora de nuestro quehacer, y además en un importante recurso de investigación criminal o espionaje…

Los móviles o celulares cada vez integran más aplicaciones y herramientas, y son nodos expansivos de conexión para el uso de internet. A través de los teléfonos pagamos servicios y recibimos dinero, tomamos fotos, hablamos, grabamos audios y videos, contamos con geolocalización, monitoreamos el clima, movilizamos documentos e interactuamos en las redes sociales, y muchas cosas más.

Cuatro situaciones o fenómenos nos deben hacer reflexionar sobre los grandes beneficios de la telefonía móvil y su lado oscuro o negativo:

• Aísla a las familias desde la perspectiva de la socialización y a la vez une a familiares o amigos a la distancia.
• Es el mayor causante de accidentes de tránsito como distractor y posibilita pedir auxilio en situaciones de emergencias.
• Entretiene a los niños (as) y antagoniza el déficit atencional y ocasiona obsesión y otras patologías.
• Rompe los ciclos de procedimientos a nivel laboral, generando interrupciones y pérdida de secuencia en procesos (p.e. armado y desarmado).

Es muy común ver escenas familiares o grupales, en dónde el conjunto de personas en una misma mesa están todos observando de manera hipnótica la pantalla de su móvil; unos en Facebook, otros en Twitter, YouTube, WhatsApp, Tinder, Instagram, TikTok o con un videojuego. De hecho, en la jerga tecnológica también aparece el fenómeno del “Phubbing”: ignorar a una persona por prestar atención al teléfono móvil -es una combinación de las palabras phone (teléfono) y snubbing (despreciar)-.

El teléfono móvil es como un nuevo amigo o compañero imaginario; y creo, sin temor a equivocarme que cuando no tenemos el aparato en nuestras manos nos sentimos incompletos. La “nomofobia” representa el miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término fue acuñado en 2009 en Reino Unido y proviene del anglicismo “nomophobia” (“no-mobile-phone-phobia”).

La opinión de los docentes es dividida, para una minoría el teléfono móvil puede ser un recurso didáctico a incorporar en las actividades; para la mayoría es un potente distractor; al fin y al cabo el docente compite en desventaja marcada con una considerable cantidad de recursos multimedia…

¿Dónde hemos visto los mayores problemas en el mal uso del celular?: sexto a noveno grado -once a quince años-; obviamente por razones de seguridad y comunicaciones muchos padres y madres se los entregan antes, pero si lo hacen deben contar con mecanismos de control y seguridad o al menos definir tiempos para su uso y evitar -en edad infantil- que pernocten con los aparatos en su habitación.

Pero lo más preocupante es el uso del móvil como un psicotrópico infantil…; niños (as) muy pequeños ya tienen su móvil y sus padres o madres lo utilizan como un tranquilizante; le dan el aparato al infante e inmediatamente se conecta con sus colores y movimientos dinámicos digitales y deja de “molestar”.

Aunque no esté aún en el famoso Manual de Psiquiatría DMS-VI, no dudo que pronto aparezca la adicción al teléfono móvil, con repercusiones o alteraciones críticas en la interacción social de los niños y niñas.

En un blog de psicólogos se define: “La adicción al móvil es una dependencia excesiva y poco saludable a los smartphone o teléfonos móviles en sentido general. La persona encuentra placer en un comportamiento repetitivo vinculado al móvil, ya sea revisando constantemente las redes sociales, enviando mensajes, realizando llamadas o jugando”. Y luego agregan el nombre a parte del problema: Nomofobia: Miedo irracional a no tener el móvil o a estar incomunicado a Internet..

Los síntomas de esta adicción son: Conducta irreprimible e incontrolable vinculada con el uso del teléfono móvil; uso exagerado del móvil; actitud hipervigilante; aumento de la tolerancia al uso del aparato; sensación de frustración, nerviosismo y rabia cuando no se tiene acceso al móvil; miedo a estar sin teléfono o a que se quede sin carga, lo cual suele generar una gran angustia.

En una edad lúdica importantísima, en dónde el juego, el juguete, el dibujo y la imitación son fundamentales en la plasticidad cerebral, estamos erradicando todas estas experiencias por un artefacto que estimula más y que genera una conexión profunda que aísla al niño (a) de su medio. !!!Esto es crítico!!!

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