Brain shape made from wooden puzzle blocks. Locical thinking side of the brain.
Óscar Picardo

Óscar Picardo

Mentes Neurodivergentes…

Cuando se diagnostica a un chico o chica con el Trastorno del Espectro Autista (TEA), Dislexia, Síndrome de Tourette o Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) una avalancha de preocupaciones, mitos y prejuicios aparece en la vida de los progenitores.

La mente o inteligencia humana es una realidad compleja y, en su desarrollo, aparecen diversos aspectos: genotipos, buenas y malas prácticas de crianza, educación, cultura, religión y un largo etcétera. Incluso el juego, el juguete, el garabateo o la estimulación temprana incidirán en los perfiles neuroevolutivos de cada niño o niña.

Dicho lo anterior, una primera conclusión a priori es que no sólo todos somos muy diferentes, sino que, además, existen identidades neurológicas en un amplio espectro de capacidades y posibilidades. Obviamente, los sistemas de crianza y el sistema educativo busca “uniformizar” u “homologar” ciertas conductas, utilizando mecanismos conductistas desde las teorías de Skinner o constructivistas desde los planteamientos de Piaget.

Así las sociedades han establecido un patrón bastante rígido de inteligencias típicas o normales, dejando por fuera o menospreciando perfiles de pensamiento o inteligencias artísticas, kinestésicas o neurodivergentes. A casi todos los padres o madres les preocupa cuando un niño o niña les dice: quiero ser actriz, actor, escultor, pintora, bailarín, gimnasta; y peor aún se si habla de TEA, TDAH, Dislexia o Tourette.

En el estudio de la teoría del Conocimiento, Gnoseología o Epistemología, desde Platón, pasando por John Locke hasta los filósofos y neurocientíficos contemporáneos Dehaene, Llinás, Gardner, Levine, siempre ha existido una preocupación sobre como conocemos, comprendemos o aplicamos esos conocimientos; o mejor, cómo se relaciona el sujeto con los objetos o con la realidad.

Y efectivamente, cada uno de nosotros ve las cosas no como son sino como somos; cada uno de nosotros tiene un propio sistemas de creencias; cada uno de nosotros tiene su propia ideología, identidad, temperamentos, valores y forma de ser. Somos de la misma familia filogenética, pero a la vez muy distintos.   

El concepto de neurodivergencia o neurodiversidad (Rudy, 2023) está cobrando fuerza en la literatura y en el campo científico, en la medida que las personas que suelen tener algún diagnóstico distante de los sujetos neurotípicos descubren que las diferencias no son necesariamente discapacidades. Algunas diferencias pueden ser verdaderas fortalezas.

El concepto neurodivergente se refiere a personas cuyos patrones de pensamiento, conductas o estilos de aprendizaje quedan fuera de lo que se considera «normal» o neurotípico. La neurodivergencia adopta la idea de que las diferencias en el cerebro humano son naturales y, en muchos casos, pueden conducir a conocimientos y habilidades significativas y positivas.

El término neurodiversidad fue utilizado por primera vez en 1997 por Judy Singer, una socióloga del espectro del autismo; y pretendía ser comparable al término biodiversidad, que se refiere a la diversidad de todos los seres vivos. La neurodiversidad se refiere a la variedad de formas en que todas las personas piensan y se comportan.

La población neurodiversa incluye personas con diagnósticos específicos que se tipifican como trastornos del desarrollo; estos incluyen pero no se limitan a: Autismo: un trastorno del desarrollo que incluye diferencias en las habilidades de comunicación social, habilidades motoras finas y gruesas y del habla. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH): un trastorno del neurodesarrollo que incluye características de falta de atención, hiperactividad e impulsividad. Síndrome de Tourette: un trastorno de tic que comienza en la niñez e involucra movimientos y vocalizaciones involuntarios y repetitivos. Varias discapacidades de aprendizaje como la dislexia (dificultad con las habilidades del lenguaje, especialmente la lectura) y la discalculia (dificultad con la aritmética básica).

Es posible volverse neurodiverso como resultado de una lesión o trauma físico o emocional, pero en la mayoría de los casos, la neurodiversidad existe desde el nacimiento en adelante, poseen una condición genética particular.

La neurodivergencia a menudo se reconoce por primera vez en el momento del diagnóstico. Por supuesto, los comportamientos y pensamientos neurodivergentes existen antes de eso. También hay individuos con síntomas relacionados pero sin diagnóstico que se consideran neurodiversos.

Constantemente se están realizando investigaciones sobre las causas genéticas y ambientales de trastornos como el autismo y el TDAH, y no hay duda de que muchas personas simplemente nacen con cerebros atípicos.

Vale la pena señalar que el término neurodiversidad rara vez se aplica a trastornos de salud mental como la esquizofrenia, la depresión, la ansiedad, TOC o el trastorno bipolar. Sin embargo, existe un debate actual sobre si el término es apropiado también para las enfermedades de salud mental tratables. Si bien algunos trastornos de salud mental, como la ansiedad, pueden ocurrir en personas neurodivergentes, también pueden afectar a quienes son neurotípicos. Por lo tanto, estar ansioso no es un signo de neurodivergencia.

¿Qué sigue luego de esta aclaración? Pues buscar ayuda en la terapia especializada para comprender el tipo de inteligencia divergente y ayudar a educarla, ya que la mayoría de docentes y maestros no están formados para educar a chicos y chicas neurodivergentes. Generalmente tenemos que recurrir a psicólogos, terapistas o buscar un centro como el que dirigimos en la Universidad Francisco Gavidia: El Centro Universitario de Neurociencia (CUN-UFG) en donde contamos con profesionales, investigadores y un equipo tecnológico que permitirá diseñar un plan educativo personalizado para pensar en el futuro.

No busque “curar” o “sanar”, no estamos frente a enfermedades, sino frente a condiciones de inteligencia diversa; tampoco busque el diagnóstico que Usted quiere oír, ni recurra a la negación o a soluciones terapéuticas mágicas que le ofrecen llevar a su niño (a) a la normalidad. Tratar con inteligencias divergentes pasa por un diagnóstico específico y con test adecuados, seguimiento, evaluación permanente y diseño de respuestas cognoscitivas, emocionales y motrices individualizados. Es un asunto serio y científico y no de autoayuda personal.    

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

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