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Raúl H. Velis

Mi nueva escuela, ¿una inversión inteligente?

“Renovar” la educación, la obsesión de todo político en el poder

Luego de los históricos Acuerdos de Paz, uno de los principales retos de los funcionarios públicos de alto nivel del Ministerio de Educación fue la reconstrucción del sistema educativo salvadoreño, el cual había quedado prácticamente en ruinas debido a los largos años del conflicto armado.  

El proceso de la Reforma Educativa, que comenzó con programas como EDUCO y SABE, se concretizó en el Plan Decenal elaborado en 1995, conocido también como la “Reforma Educativa en Marcha”. El trabajo liderado por la entonces ministra de Educación, Cecilia Gallardo de Cano, tuvo como principal objetivo mejorar los índices educativos en cuatro ejes estratégicos: ampliar la cobertura del sistema educativo, elevar la calidad de la enseñanza, fomentar la formación en valores morales y propiciar la modernización institucional de los centros escolares y del Ministerio de Educación. 

De los cuatro ejes anteriormente mencionados, el de la cobertura del sistema educativo fue el que obtuvo resultados más concretos ante la opinión pública. Entre 1992 y 1995, el gobierno del presidente Alfredo Cristiani, y el primer año del gobierno de Calderón Sol, a través del Fondo de Inversión Social (FIS), gestionó fondos provenientes de la cooperación internacional para llevar a cabo un ambicioso programa de reconstrucción y rehabilitación de centros escolares existentes y de construcción de nuevos centros escolares, especialmente en zonas rurales.  

La “Reforma Educativa en Marcha” fue una de las primeras iniciativas en la historia reciente de El Salvador, que apostó por la mejora de la calidad de la educación a través de la ejecución de políticas públicas orientadas a potenciar la cobertura del sistema educativo; posteriormente se han llevado a cabo esfuerzos y se han puesto en práctica diferentes programas en esta misma línea tanto por los gobiernos de derecha como de izquierda. Aunque estos esfuerzos por mejorar y renovar la cobertura del sistema educativo han tenidos sus luces y sus sombras, e incluso se han visto salpicados por prácticas corruptas de algunos funcionarios, el tema relacionado a la reconstrucción y “modernización” de los centros escolares salvadoreños ha sido un tema recurrente en las agendas de los políticos que han ocupado puestos de poder en los últimos 30 años. 

Bukele, su “nueva escuela” plagiada y su falta de fundamentos pedagógicos

Prácticamente desde su día uno, el gobierno del presidente Bukele también ha intentado hacer lo propio ante la necesidad de mejorar la red de centros escolares salvadoreños, aunque sin una planificación efectiva, sin transparencia en el manejo de los fondos públicos y sin ningún resultado concreto a la fecha. A más de tres años en el poder, los funcionarios de alto rango del Ministerio de Educación y varios diputados de la bancada de Nuevas Ideas, han dedicado una cantidad significativa de esfuerzo, tiempo y recursos en promocionar y defender el proyecto “Mi Nueva Escuela”, iniciativa que no parece tener ni pies ni cabeza. 

El proyecto “Mi Nueva Escuela” se planteó por primera vez en el año 2019 en la sección del Plan Cuscatlán dedicada al rubro de la educación. En dicho documento está citado el investigador Peter Barrett (2015) quien llevó a cabo una investigación llamada “HEAD Project”, la cual tomó como objetos de estudio a cinco escuelas de Inglaterra y que tenía como meta identificar aquellos elementos del espacio físico escolar que contribuyen positivamente al aprendizaje de los alumnos. 

Aunque Barret (2015) en su estudio clasifica y desglosa unos diez elementos que pueden influir positivamente en el rendimiento académico de los alumnos, y genera recomendaciones precisas para arquitectos y docentes, el planteamiento expresado en el Plan Cuscatlán solamente menciona la importancia de la iluminación en los salones de clase, destacando que la iluminación influye en un 20% sobre la capacidad de aprendizaje de los niños; fuera de esta mención nunca más se vuelve a abordar el tema de las consideraciones pedagógicas o didácticas que se tendrán en la construcción de las nuevas escuelas. Vale la pena aclarar, que este último dato sobre la iluminación en las aulas no es un dato tomado del estudio de Barret (2015), y que a pesar de expresarse mediante un porcentaje, es un dato vago e impreciso que carece de fundamentos científicos y que muy posiblemente fue inventado por el autor del documento del Plan Cuscatlán. 

El documento continúa describiendo en términos muy generales y simplistas la iniciativa “Mi Nueva Escuela” estableciendo cómo este proyecto requerirá el involucramiento del Colegio de Arquitectos, del Colectivo de diseño, la Academia, la empresa privada, las ONG’s y la cooperación internacional; sin detallar nunca el nivel de involucramiento de cada actor ni sus respectivos aportes. En sus últimos párrafos sobre este proyecto, el documento establece que las escuelas que se construirán gracias a esta iniciativa, también tendrán servicios de clínica de salud y de centro de educación prenatal (sedes del programa “Nacer Crecer”, antecesor del actual “Nacer con Cariño”), sin especificar cómo es que se llevarán a cabo estas actividades adicionales y adjudicándoles a los centros escolares funciones de salud pública que no les corresponden dentro de la comunidad. 

Sin un plan institucional sólido y a casi un año de la publicación del Plan Cuscatlán, el programa “Mi Nueva Escuela” fue oficialmente lanzado el 25 de enero de 2021 con el acto de colocación de la primera piedra del proyecto piloto que está ubicado en la Hacienda El Carmen, Cantón Río Frío, Ahuachapán. Según información publicada por el sitio oficial del MINEDUCYT, este centro escolar tendrá la capacidad de atender a 100 estudiantes de primero a noveno grado. Junto con esta información, la Secretaría de Prensa de la Presidencia comenzó a publicar una serie de tweets con los diseños arquitectónicos de este proyecto piloto que se construiría en la Hacienda El Carmen. El arquitecto Rafael Tobar, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Dr. José Matías Delgado, realizó una crítica con respecto a este diseño, declarando para La Prensa Gráfica que “el concepto no sale [del estándar] de las mismas escuelas que se tienen [en la actualidad].” 

La falta de fundamento pedagógico sobre las aulas hexagonales fue apenas un simple descuido de los responsables del diseño (si es que se le puede llamar así) del proyecto de Bukele, lo más grave de esta iniciativa es que es un flagrante plagio. El proyecto de las aulas hexagonales fue presentado originalmente por Enrique Cilleruelo, Elena del Cura y Clara Domínguez, alumnos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, para participar en el concurso de ideas “Escuelas pos pandemia. Jóvenes repensando las aulas”, promovido por el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA) y por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) en el año 2020. Las bases de este concurso del BBVA y la FAD, animaba a jóvenes de 18 a 29 años a proponer soluciones innovadoras para un inicio de curso escolar más seguro y digital frente a la crisis del COVID-19. En concreto, se propusieron dos modalidades: “Jóvenes repensando espacios” y “Jóvenes repensando modelos educativos”. 

La propuesta original de las aulas hexagonales realizada por Enrique Cilleruelo, Elena del Cura y Clara Domínguez se basaba en el diseño de aulas desmontables, con buena ventilación y con baldosas en el piso también con formas hexagonales de dos metros de diámetro, para mejorar la distribución del espacio físico entre los alumnos y que les permita respetar el distanciamiento social sugerido por las autoridades sanitarias españolas durante el desarrollo de las clases presenciales. En su contenido técnico, este proyecto no sugiere ninguna ventaja didáctica por parte de sus autores. La noticia original puede ser consultada aquí. Vale la pena mencionar que, efectivamente, este diseño para aulas escolares es novedoso, pero es precisamente por este detalle que aún no existen investigaciones educativas que aborden el tema de las ventajas didácticas que las aulas hexagonales podrían ofrecer a docentes y alumnos. Aun si decidiéramos tener en cuenta los descubrimientos del HEAD Project de Barret (2015) esto sería inviable, al menos en principio, ya que el estudio de Barret se basa en una variada diversidad de diseños arquitectónicos de aulas, pero no contempla las aulas hexagonales. 

El financiamiento oculto por la política de reserva de información

Dado que toda la información del proyecto “Mi Nueva Escuela” ha sido declarada como información reservada por el gobierno, resulta imposible conocer los detalles de su financiamiento. A pesar de esto, existen algunos datos que han sido publicados por la Secretaría de la Presidencia en redes sociales o por otros funcionarios del actual gobierno, que nos dan una idea de lo borroso y contradictorio que ha sido este proceso.  

Existe una versión pública del contrato No. MINEDUCYT – 05/2020 – GOES 7240, en donde se establece que el pago total por la construcción del proyecto piloto de “Mi Nueva Escuela” que actualmente se encuentra en construcción en la Hacienda El Carmen será de USD 1,271,045.81, adjunto a este contrato se encuentra el detalle del prepuesto de la obra; en dicho documento aún figura Carla Hananía como ministra de Educación y es la firmante por parte del Gobierno de El Salvador. Esta es quizá la única información detallada y concreta que puede consultarse sobre el financiamiento de este programa, después solamente existen una serie de publicaciones oficiales y tweets que manejan diferentes cifras. 

En enero de 2021 un tweet publicado por la Secretaría de la Presidencia asegura que el programa “Mi Nueva Escuela” contará con un financiamiento de USD 550 millones de tres instituciones: el Banco Mundial (USD 200 millones), el Banco Interamericano de Desarrollo (USD 150 millones) y el Banco Centroamericano de Integración (USD 200 millones), sin mencionar, estratégicamente, que este financiamiento vendrá de la adquisición de más deuda externa. En una publicación hecha en la página de Facebook de la Secretaría de la Presidencia el 6 de julio de 2021, la ministra Hananía agradece a los diputados de la Asamblea Legislativa que votaron favorablemente por la aprobación de un préstamo de USD 200 millones para financiar el proyecto “Mi Nueva Escuela”. Pero según la información publicada en la página web de la Asamblea Legislativa para el año fiscal 2022 se destinaron solamente $70 millones para este programa. 

La nueva escuela de Bukele que nunca llega...

Aunque el financiamiento sea un punto bastante borroso en la ejecución del programa “Mi Nueva Escuela”, eso podría ser incluso pasado por alto si hubiera resultados concretos (como a veces suele pasar con este tipo de proyectos gubernamentales), es decir, si tuviéramos nuevas escuelas construidas según el modelo de las aulas hexagonales, y no solamente tweets y publicaciones en páginas web oficiales. Es arriesgado querer predecir una fecha para poder atestiguar los beneficios de la nueva escuela del presidente Bukele cuando ni siquiera el proyecto piloto de la Hacienda El Carmen ha sido terminado aún.  

A pesar de no tener resultados concretos, el aparto de publicidad del Gobierno ha seguido anunciando sistemáticamente, y a veces de forma incongruente, la pronta culminación de la primera escuela de este programa. Durante los primeros seis meses del 2022, tanto el Diario El Salvador como el Comisionado Presidencial para Proyectos Estratégicos, Cristian Flores, y algunos diputados de la bancada de Nuevas Ideas, habían publicado desde sus redes sociales constantes “noticias” que anuncian la inminente entrega de este proyecto piloto, publicaciones que curiosamente ya no se encuentran disponibles en la red. 

Solamente para mencionar algunos otros ejemplos de propaganda implementada por el gobierno en este proyecto y que aún puede ser consultada, podemos citar una nota que el Diario El Salvador publicó el 20 de septiembre de 2021, afirmando que el proyecto ya tenía un 80% de avance; seis meses después, el 13 de marzo de 2022 el mismo medio publicó una nueva nota en donde se anuncia que el proyecto piloto de “Mi Nueva Escuela” está por finalizar, pero a la fecha de publicación de este artículo la obra aún no se ha terminado; es decir que en un espacio de diez meses no se ha podido concluir con el 20% faltante de este proyecto piloto. 

A pesar de no tener ni un centro educativo construido con el proyecto “Mi Nueva Escuela”, el cabildeo de los funcionarios de Nuevas ideas ha continuado para conseguir el cuantioso financiamiento que esta iniciativa supuestamente necesita; recientemente, el 31 de mayo de 2022, Cristian Flores visitó la Asamblea Legislativa para realizar una exposición técnica del proyecto «Mi Nueva Escuela» a la Comisión de Hacienda y al director por El Salvador del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). La propaganda de este proyecto sin resultados incluso se ha dirigido a personal técnico educativo de las oficinas departamentales del Ministerio de Educación, lo cual se evidencia en una nota publicada en la página oficial del MINEDUCYT el 06 de abril de 2022 sobre un taller impartido para el personal técnico educativo de las 14 Direcciones Departamentales de Educación sobre el Plan “Mi Nueva Escuela” 

Las metas risibles que se plantean tarde y que no sabemos si se cumplirán

El Plan Torogoz, publicado en junio del año 2022, no brinda ningún detalle ni del financiamiento del proyecto “Mi Nueva Escuela” ni de los elementos pedagógicos y didácticos que se implementarán en estos “novedosos” escenarios educativos. El documento replantea algunos de los argumentos improvisados del Plan Cuscatlán, pero da algunos datos que vale la pena rescatar sobre la necesidad de invertir en la reparación de la infraestructura de los centros escolares salvadoreños. Otro punto importante de este documento, son las metas que el gobierno se ha autoimpuesto en el contexto del programa “Mi Nueva Escuela”, teniendo como base la realidad actual de los centros escolares. Según el último boletín estadístico publicado por el MINEDUCYT el 15 de febrero de 2019, en El Salvador hay 6,025 centros educativos a nivel nacional, de los cuales 5,143 son públicos, con un 66% de ellos ubicados en el área rural. 

El Plan Torogoz plantea que para el año 2024 se deberán reparar y mantener el 18% de las instituciones educativas salvadoreñas (1,075 centros escolares) en condiciones adecuadas para favorecer los aprendizajes. El documento también habla de centros educativos que han sido priorizados como “en riesgo” y de los cuales se deberán mejorar el 20% de ellos (unos 100 centros escolares solamente). Se menciona específicamente al proyecto “Mi Nueva Escuela” en el mejoramiento integral del 4.79% de centros escolares con daños severos en su infraestructura (16 centros escolares solamente) Pero no queda claro si estos serán 16 centros escolares serán construidos desde cero emulando el proyecto piloto de la Hacienda El Carmen o simplemente serán centros escolares ya existentes que serán “renovados”. 

En caso de cumplirse estas metas, evidentemente aportarían un gran beneficio a muchos alumnos y padres de familia, pero haciendo una comparativa entre los datos publicados por el MINEDUCYT en el 2019 y las metas del Plan Torogoz en el contexto del programa “Mi Nueva Escuela”, nos percatamos que unos 3,952 centros escolares públicos (casi el 77%) no serán intervenidos o reparados de forma significativa durante el tiempo que queda del período 2019-2024 del presidente Bukele. Teniendo todo esto en cuenta, vale la pena preguntarse: ¿una política educativa que costará un endeudamiento de USD 550 millones, que no tiene bases pedagógicas ni científicas, con un financiamiento oscurecido por la reserva de información y que solo beneficiará al 23% de centros escolares públicos es una inversión inteligente? Sinceramente, no lo creo. 

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