Susana Joma
“Nadie ha metido las manos para defender este proyecto”, profesora de Escuela Especial del Hospital Bloom
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“Imagínese desde 2001 cuántos niños habrán sido (los que se han graduado), si hoy tenemos la población mínima. Nosotros hemos llegado a tener hasta 110 estudiantes matriculados. Hoy tenemos pocos comparados con otros años anteriores”
Marina Müller, profesora Escuela Especial Reinaldo Borjas Porras
“Hay jóvenes que ya salieron del noveno (grado) de aquí, se fueron al bachillerato y hoy son universitarios que nos han visitado. Están muy alegres de que tuvieron la oportunidad en esta escuelita”. En esa frase Marina Müller, profesora de la Escuela Especial Reynaldo Borjas Porras, que funciona en el décimo piso del Hospital de Niños Benjamín Bloom, resume el impacto que ese proyecto educativo ha tenido y tiene entre los infantes que son tratados ahí, debido a complicaciones de salud.
Ella es una de las diez docentes que laboran en esa escuela fundada en 2001 por su colega Marta Linares de Cruz, pero la única que se ha sumado a un grupo de padres de familia que llevan más de un mes pidiendo públicamente a las autoridades del Ministerio de Educación (MINED) que no recorten el servicio educativo que reciben sus hijos ahí, tal como les notificaron el pasado 9 de marzo durante una reunión convocada por la Dirección Nacional de Educación.
Müller, a escasas semanas de celebrarse el Día del Maestro, el próximo 22 de junio, reseña que la idea de crear una escuela en ese hospital de tercer nivel de atención en salud surgió en la profesora Linares de Cruz cuando esta llegaba a visitar y a dar clases a un sobrino ingresado en el área de Nefrología, así como a otros niños.
De Cruz, quien se jubiló el año antepasado, llevó la iniciativa a la ministra de ese entonces, Evelyn Jacir de Lovo, con la idea de que los niños tuvieran continuidad académica mientras estaban hospitalizados y al salir no afrontaran problemas para incorporarse a la vida normal. A ella se le trató de contactar para dar testimonio de su iniciativa, pero no se tuvo éxito.
En lo sucesivo la pionera fungió como directora varios años e hizo múltiples gestiones para que “la escuelita”, como cariñosamente le llaman los padres de familia, quedara legalizada haciendo honor al nombre de un filántropo que ayudó mucho al hospital y, que, le dio la mano para adquirir los primeros recursos, entre escritorios, sillas, pizarras, pupitres, entre otros.
“De ahí la escuela se ha ido desarrollando, fue engrandeciéndose de acuerdo a las necesidades que fueron surgiendo. El ministerio contrató más docentes. Unos trabajan en aulas estacionarias, como es mi caso, y otros en salas (del hospital). Se desplazan a las salas a ver a los niños que están ingresados y darles clases ahí, ya sea en nefrología, oncología, el área de VIH, al área donde están los pacientes quemados, todas las salas a las que el hospital les permite ingresar a un docente para poder desarrollar clases”, detalla Müller en entrevista con Disruptiva.
El servicio educativo se lleva a cabo mañana y tarde. Actualmente cuenta con 71 estudiantes matriculados, aunque Müller afirma que, años atrás, cuando De la Cruz estuvo al frente de la institución, llegaron a tener hasta 110.
Con los infantes no solo trabajan la parte académica sino también con músico terapia, algo que permite que se distraigan y olviden por un rato su dolor.
Los alumnos, al igual que los de otras escuelas públicas, actualmente son beneficiados por los programas de entrega de computadora o Tablet, paquete escolar que incluye zapatos, uniformes y cuadernos. Hay exalumnos de la institución que han recibido becas para continuar sus estudios.
Hasta la fecha la Escuela Especial Reynaldo Borjas Porras, según testimonia Müller, es el único proyecto de este tipo que funciona en un hospital salvadoreño, pero también en la región.
Se conoce que hay proyectos educativos similares y avanzados en centros hospitalarios de otras naciones, para el caso en el Hospital San Paul de Barcelona, España; en el Hospital Shriners para Niños, de Texas; así como el Centro Médico de la Universidad de Texas, de igual forma en algunos de Venezuela.
La educadora, graduada en la especialidad de Letras, llegó a trabajar a la escuela de educación especial del Hospital Bloom hace nueve años, antes dio clases en centros de enseñanza regular, pero sostiene que la experiencia que ha acumulado ahí “transformó mi panorama como docente, primero me ayudó a enriquecer mis conocimientos y en segundo lugar a identificarme con una población que no cualquier docente la puede tener, que son niños dentro del hospital carentes de muchas cosas y especialmente de salud. Muchas veces usted no va a dar una clase especialmente, sino que a veces le toca dar parte de la psicología, ayudar al estado de ánimo por la misma salud quebrantada que tienen”.
Sostiene que, laborar junto a De Cruz le permitió contagiarse de ese amor y compromiso hacia el proyecto educativo, hacia estos niños en condición de vulnerabilidad, crecer en la parte humanitaria, aprender que la labor de un docente no es solamente llenar de conocimientos académicos a los estudiantes, sino insertar en ellos valores, fortalecer su autoestima y el deseo por la vida, a dar la lucha para que vivan y sigan adelante.
Una de las cosas que le toca el corazón, “que más duele es cuando usted se va de vacaciones, regresa y le dicen fulanito falleció, porque como tenemos niños y niñas con enfermedades terminales, entonces hay niños que cuando regresamos Diosito se los ha llevado”. Sin embargo, también vive la otra parte en la que los niños superan sus enfermedades, se les da de alta del hospital y se quedan siempre en la escuela, “ya no se quieren ir porque se sienten bien acá, porque se les atiende bien aquí, pues se trabaja con profesionalismo con ellos”.
Es ese amor a la Escuela y los niños que Müller lamenta que haya intentos por parte del mismo gobierno en cuanto a cerrar las aulas estacionarias (2 por la mañana y 1 por la tarde), que es donde dan clases a niños que tienen alguna enfermedad crónica pero que no están ingresados.
“Yo por lo menos tengo niños de segundo, de cuarto, de quinto, de sexto, de octavo y de noveno grado en un solo salón. Me toca preparar diferentes guías para cada uno de los niños de acuerdo al grado en que están”, indica.
En el sitio de Forma Infancia European School, centro educativo líder y precursor en métodos de aprendizaje en línea, plantean que “el aula hospitalaria es clave para que los niños y las niñas puedan continuar con su formación durante un periodo de ingreso en centros sanitarios”, también destacan que este tipo de espacios fomenta la igualdad de oportunidades, la animación a la lectura y el acceso a la cultura.
Los padres de familia de la Escuela Especial Reinaldo Borjas Porras, en entrevista con diversos medios de comunicación, han expuesto que el cierre de las aulas se los informó en diciembre 2022, pero hasta estas últimas semanas han tratado de concretar la medida.
La profesora explicó que hasta la fecha el MINED no les ha hablado claramente sobre los cambios que quieren impulsar en la escuela, solo les han mencionado que, a la luz de la Ley Crecer Juntos y por orden de la primera dama, quieren movilizar a los niños de las aulas estacionarias hacia otras escuelas regulares.
La situación, según explica, no solo mantiene en incertidumbre a los padres y niños, sino que también plantea preguntas sobre lo que podría pasar con los profesores, muchos de los cuales cada día llegan a las salas del hospital con su maleta llena de libros para colorear, material didáctico e instrumentos musicales para pasar tiempo con los niños.
“Desmotivada, triste, por la situación que estamos pasando, porque uno está en el limbo y a la vez defraudada por mis compañeros, porque nadie ha metido las manos para defender este proyecto. Dan palabras de aliento, pero no se meten, nadie ha metido sus manos», responde al consultarle sobre su sentir por la actual situación.
Sostiene que se ha solidarizado con los padres de familia es precisamente en vista de que nadie les ha ayudado, algo que también le ha acarreado reproches de parte de la dirección escolar.
Los padres de familia han explicado públicamente, en reiteradas ocasiones, que los que tienen hijos en el turno matutino, fueron convocados a una reunión con dos representantes del Gobierno, pero que estos ocuparon la lista de asistencia que firmaron para hacer pensar que ellos estaban de acuerdo con la medida de trasladar a los alumnos que reciben clases en las aulas estacionarias a escuelas regulares que están en sus localidades de origen.
Müller, a quien en este contexto le han dicho que sería trasladada a otra escuela de la capital, aseveró en una entrevista con la radio YSUCA que muchos niños afectados por epilepsia, retraso mental y de lento aprendizaje no se han logrado adaptar a una escuela regular. Según lo expuesto por la docente, Educación había fijado el 17 de mayo para que los niños dejaran de recibir clases en la escuela.
La profesora manifestó que los padres de los estudiantes también enviaron una carta fechada 16 de marzo al director del Hospital Bloom para conocer si este había lanzado la idea de cerrar las clases en aulas estacionarias, también se reunieron con él por el mismo motivo, pero este descartó ser impulsor de esa iniciativa.
Un comunicado emitido por el MINED, con fecha 23 de mayo, da cuenta de que sostuvieron una reunión con los padres, que les informaron a estos que el centro seguirá activo con los estudiantes actuales, además de que hay planes de mejoras integrales y que tomaron un acuerdo de que los estudiantes seguirán siendo atendidos ahí. El documento incluso plantea que los padres se mostraron agradecidos con el presidente Nayib Bukele y la primera dama de la República.
Reafirmamos el funcionamiento del Centro Escolar Reinaldo Borjas Porras, el cual se encuentra al interior de las instalaciones del Hospital de Niños Benjamín Bloom en San Salvador. pic.twitter.com/tPyuFMHwmE
— Ministerio de Educación (@EducacionSV) May 24, 2023
No obstante, los padres de familia han adversado de forma reiterada que en esa reunión ellos hayan firmado acuerdo alguno, que en ese caso las firmas de asistencia fueron utilizadas de otra forma.
Müller señala que el documento no deja claro si las autoridades han desistido de la medida de cerrar las aulas estacionarias, pero además también advierte el hecho de que el escrito no tiene firma ni sello oficial.
“Lo malo es la mentira que están utilizando porque los padres de familia no han estado en ninguna reunión con ellos, no han dado esas gracias, porque ahí dicen que le dan las gracias al presidente y la primera dama; lo otro tampoco ha habido que nos hayan dicho oficialmente que va a suceder con la escuela; si solo va a ser este año que van a quedar así o van a continuar estas situaciones para el siguiente año. No sabemos porque no hay una información oficial”, puntualizó.