Paulo Freire: 100 años y su paso por El Salvador

“Yo creo que no podemos existir humanamente sin sueños, sin utopías. Nosotros, somos seres en la historia que no prescindimos del mañana, somos seres en busca del mañana”

Este 19 de septiembre se conmemoró el 100 aniversario del natalicio de Paulo Freire y, como es lógico en una figura tan importante, en el mundo se desarrollan distintos homenajes al patrono de la educación brasileña. Claro, resumir en una columna el pensamiento de Paulo Freire es imposible, pero quiero en estos párrafos invitarles a que reflexionemos con Freire en algunas de sus ideas. 

Pensar en la pedagogía freireana es asumir que  el ser humano es incompleto. Somos seres en constante aprendizaje. Esta concepción también significa repensar el papel docente en su propia formación, abandonando la idea de una formación “completa y definitiva”. Esto Freire lo deja claro en el ensayo titulado “Nadie nace hecho: es experimentándonos en el mundo que nos hacemos”, del libro Política y Educación, en donde narra en pocas palabras cómo surgió Paulo Freire, el educador. 

No se puede hablar de la pedagogía freireana sin mencionar su más importante libro: Pedagogía del Oprimido. En dicho libro, escrito en el exilio luego del golpe de estado de 1964 en Brasil, Freire introduce los conceptos de: educación bancaria, educación libertadora, profesor bancario, profesor libertador, currículo bancario y currículo libertador, escuela bancaria, escuela libertadora. 

Asumir la pedagogía de Freire también significa tener claro que educar es un acto político, ¿qué significa esto? Significa preguntarse: ¿para quién y contra quién es esta propuesta o política educativa? Hacer política educativa es tomar un bando, un lado. Es estar con los oprimidos, no con los opresores. 

Pensar en una pedagogía freireana es repensar otros conceptos, mirar desde otra perspectiva al educador y al educando y verlos como una relación de igualdad y no de subordinación; es aprender que la enseñanza y el aprendizaje se dan con interacción con el mundo, con los demás.  

Otro concepto importante de la pedagogía de Freire es la lectura del mundo y cómo esta precede a la lectura de la palabra. Esto quiere decir que se debe asumir que cuando el niño o la niña llegan a la clase por primera vez, ellos no llegan como recipientes vacíos, sino que traen consigo su lectura y su experiencia del y con el mundo y que estas deben estar en función de su aprendizaje. Es por ello que Freire invita a los docentes a vincular su enseñanza a las experiencias de los estudiantes y sus actividades requieren una perspectiva fuera del texto, de los libros y de los cuadernos. No obstante, esta lectura no puede quedar simplemente en la comprensión de la realidad, sino que debe motivarse una lectura crítica del mundo. Esto significa que el aprendizaje debe buscar transformar el mundo que vivimos. 

Ahora quiero retomar la frase inicial de Freire en la que habla de sueños, de ilusiones, de utopías. La utopía freireana no significa tener sueño ideal o inalcanzable que empuja al ser humano a lo irrealizable, sino que significa reflexionar y preguntarnos: ¿qué es posible hacer ahora?, ¿qué no podremos hacer?; pero en especial, ¿qué vamos a hacer? No con lamentos o resignación, sino con la esperanza que hasta donde podamos llegar será el inicio de la lucha de las siguientes generaciones y ellos lo agradecerán. 

Por último, quisiera compartir el discurso ofrecido por Paulo Freire en ocasión de la entrega del doctorado “Honoris Causa” por la Universidad de El Salvador en julio de 1992, que, a pesar de venir a El Salvador a recibir este reconocimiento, lo aprovechó para estar unos días con grupos de alfabetización popular con quienes compartieron jornadas de trabajo basado en su “método”. El texto íntegro de ese discurso está a continuación: 

En esta asamblea Universitaria saludo a los presentes, tal vez sea un poco arrogante de mi parte, decir a ustedes que esta es la vigésima segunda vez que recibo un nombramiento “Honoris Causa” (como este). Pero ésta… está siendo una oportunidad en que yo casi no puedo hablar, nunca ni siquiera en mi país, o en el resto del mundo, nunca me sentí como ahora, tiene realmente algo en su interioridad, que tiene que ver conmigo, esta solidaridad traspasa los límites de la academia, porque está mojada de historia, de acción, de suelos, que tiene que ver con mi vida.  

Yo soy un académico, como ustedes son; pero además de académicos, estamos siendo aquí, seres históricos, políticos que encarnan un cierto momento y un cierto ideal. 

El discurso del rector ha sido magnífico, es más que una pieza académica, un manifiesto político, pedagógico, histórico, lleno de llamamientos y verdades. Me gustaría decir, que yo espero estar un largo tiempo en el mundo y prometo a los estudiantes de esta casa, a los hombres y mujeres de este país que yo voy a ser fiel a la segunda hipótesis de Educación para la Libertad y Solidaridad. 

La infidelidad a la hipótesis es la traición a los pueblos que necesitan de mi ser. Esta es la razón por la cual, esta fiesta de hoy, con tanta gente, es algo más que otras fiesta que también han sido bonitas, rigurosamente académicas con proposiciones internas, con becas universitarias, en las que tengo que usar una toga y birretes prestados a veces… en Bélgica, por ejemplo, los belgas en Europa son muy grandes – y yo me siento una figura extraña – con togas que caen y el birrete que me queda grande, son muy académicos… en ésta… hay algo que nos emocionó es esta cosa que nosotros ya sabemos de experiencia echa, pero que es muy bueno escuchar, que nosotros no solo somos brasileños, que somos del continente. 

Yo salgo de aquí con dos títulos: el título de Doctor de la Universidad de El Salvador; y el título de Ciudadano de este país. 

Me gustaría decires: la festa con la que yo fui recibido por los educadores populares, campesinos; que fueron a aeropuerto con carteles para mí, con flores… de una forma muy democrática me daban también un doctorado “Honoris Causa” antes de este. Hoy por la mañana, trabajamos: mi señora y yo, por más de tres horas con un excelente grupo de educadores populares de Ciazo, que fundando su práctica en algunas sugerencias teóricas que yo vengo haciendo hace tanto tiempo, no me desfiguran. 

Me gustaría decirles que yo puedo hablar conmigo mismo hoy, escuchándolos, hablando sobre mí; y ahora el permiso simbólico que yo pido a la Universidad, y aunque yo llevo con Ana María y conmigo este rico diploma, yo digo que el título de Doctor también debe pertenecer a ellos y ellas. 

Gracias. 

Paulo Freire. 

San Salvador, julo 3 de 1992. 

La visita de Freire al Pulgarcito de América se dio en un contexto muy importante del país. Recientemente habían sido firmados los (hoy vilipendiados) Acuerdos de Paz que pusieron fin a una guerra que duró 12 años y costó más de 70,000 muertos. Era pues ese año, el año de la paz, de la esperanza y del amor. Esos valores humanos no son nada extraños en la pedagogía freireana y es que, no se puede hablar de los aportes a la humanidad del profesor Freire, sin hacer referencia a la paz, a la esperanza y al amor. Una pedagogía freireana está impregnada de estos valores.

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