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Óscar Picardo

Óscar Picardo

Política, Poder, Prensa

No hay izquierdas ni derechas, las nuevas ideologías del poder son el dinero y las redes sociales; la política ha cambiado, el populismo reina y las minorías se siguen diversificando; vivimos en sociedades cada vez más fractales y digitales. Pero el poder está allí, como un recurso esencial para mover los hilos de las incertidumbres nacionales.

Los partidos políticos y sus actores defraudaron a los ciudadanos; mintieron, robaron, se auto protegieron, pero al final fracasaron y se agotaron. Los nuevos movimientos políticos son iguales, sólo que se maquillaron y enarbolaron un nuevo discurso más fresco y digital, diseñado para responder a lo que la gente quiere oír.

El objetivo de los políticos es llegar al poder…; la lógica del poder supone el ejercicio de las funciones gubernamentales a través de un cargo representativo; en sociedades más primitivas y poco educadas, coerción y coacción suelen ser herramientas usuales de los procesos de disciplinamiento social para ejercer el poder.

La escenificación del poder se manifiesta en el diseño de políticas, programas u ocurrencias, a través de las cuales se dirigen los destinos de una nación. Pero siempre suele haber un antes y un después; una cosa es lo que prometen en campaña, y otra cosa muy distinta es lo que sucede una vez que llegan al poder.

Algunos teóricos dicen que el poder enloquece a los políticos; otros, en cambio, señalan que el poder revela lo que realmente son; como sea, en ambos casos, los ciudadanos que ostentan el poder suelen tener sistemas inmunológicos éticos muy débiles, y en nuestra cultura política los “candidatos” suelen ser lo peor de la sociedad.

Friedrich Nietzsche señalaba: “Todas las cosas están sujetas a interpretación, la interpretación que prevalezca en un momento dado es una función del poder y no de la verdad”; en efecto, es la narrativa del poder de turno la que marca la pauta de los destinos inmediatos, al margen de la racionalidad y del sentido común.

Centroamérica es un laboratorio perverso de corrupción, despotismo, narcotráfico, nepotismo e impunidad. Siempre la gente vota engañada por el menos peor, y al final se derrumban las promesas y se activa una maquinaria sofisticada para robar y para ayudar a los amigos y parientes a que roben, y así, en cinco años o más se les resuelva la vida.

No ha habido en los últimos treinta años, tan sólo un expresidente del cual nos podamos sentir orgullosos en todo el istmo centroamericano; tampoco un tan sólo un expresidente decente, honesto o ético, quien no está huyendo o preso, o se haya blindado con un sistema legal y deambula entre los rumores de la corruptela cultural de la partidocracia local.

Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua son una fábrica de migrantes, pobres y analfabetas; y ahora parece que se suma Costa Rica…; mientras las mayorías empobrecidas siguen en su espiral de miserias y desgracias, su clase política disfruta los privilegios y lujos de la institucionalidad democrática, mientras roban a manos llenas.

Los actuales presidentes de Centroamérica, cada vez tienen más cosas en común y su nueva visión morazánica es odiar y perseguir al periodismo…

Estamos frente a un grave problema “ético”…; todos tienen un precio y no hay meritocracia. Centroamérica es gobernada por un claustro de gánsteres, profesionales del cinismo y de la mentira, quienes cuentan con un aparato de propaganda descomunal.

Los sistemas de transparencia y contraloría tienen demasiadas grietas, fisuras y atajos; y al final con más leyes que gente se sigue robando porque la clave de las licitaciones públicas para hacer favores está en la información.

Un puñado de periodistas, cada vez más solos y más asediados, son los que desafían la poderosa maquinaria gubernamental, investigan, hacen preguntas incómodas o reciben documentos filtrados, para revelar la verdad. Las iglesias, universidades y empresarios tienen miedo…; las organizaciones de la sociedad civil están agotadas, fragmentadas y desgastadas; y la maquinaria del poder gubernamental es imponente. Dicen que nada fortalece más a la autoridad que el silencio…

El principio de la simbolización de las diferencias entre gobernante (autoridad) y gobernados (sumisos) se antagoniza con el uso de las fuerzas públicas del orden, de las fuerzas armadas y del aparato judicial; o estás conmigo o estás contra mí, no hay medias tintas ni tolerancia.

La heurística política es: robar la mayor cantidad de recursos en el menor tiempo posible; premiar la lealtad; ayudar a mis familiares, amigos y correligionarios. Aprovechar el momento único e irrepetible.

Al final, todos los políticos tienen la “cola pateada” o “techo de vidrio” y “chucho no come chucho…”; en efecto, hay un ethos y un pathos que configura todo el paisaje democrático contemporáneo, calzado por la desinformación, la propaganda y el uso del aparato de gobierno para atacar o proteger a “los mismos de siempre”.

En la actualidad, ya casi sin ideologías de por medio, vivimos momentos de un populismo pragmático; esto ha facilitado el cambio de colores y símbolos partidarios; todo es marketing digital, es más fácil, más práctico y a la vez más destructivo. Una legión de idiotas, con limitada educación respalda y replica los mensajes.

Sobre la mesa democrática contemporánea están el clúster de los poderosos, las masas débiles y fragmentadas y una minoría subversiva; las nuevas reglas del orden geopolítico son menos invasivas y más diplomáticas.

Este es el parte meteorológico, ¿Qué sigue…? No lo tenemos muy claro; un desgaste natural, una crisis macroeconómica, nuevas primaveras de frustrados; parece que sólo nos queda esperar. El parte meteorológico es poco esperanzador.

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

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