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 2706-5421

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PRESO-PUESTO

Luego de semanas de absoluto secretismo, los salvadoreños tuvimos acceso al Presupuesto General de la Nación (PGN) 2022. El tercer presupuesto del Gobierno Bukele. Este, que por Constitución (aunque en estos tiempos esto ya no es tan importante) debe ser presentado como fecha límite el 30 de septiembre. El presupuesto de una nación es la política pública más importante del año y debe guardar tres grandes coherencias: fiscal, político-electoral y social.  

Primero, la coherencia fiscal se resume en saber si los datos son reales, es decir, que las proyecciones de los ingresos y egresos sean los que efectivamente se obtendrán. No se vale proyectar una mayor recaudación de impuestos y ocultar deudas. Un desbalance de estas cifras genera el déficit fiscal que usualmente es cubierto con más deuda. ¿Es el presupuesto 2022 coherente fiscalmente? ¿es ejecutable? En líneas generales parece que no. El presupuesto presenta un déficit fiscal del 15% (1209 millones de dólares), lo que implica que El Salvador deberá contratar esa deuda en el exterior, no obstante, el gobierno Bukele sigue sin dar luces de alcanzar un acuerdo fiscal con los organismos internacionales (FMI y BM) y el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) no podrá seguir financiando eternamente, ante este panorama no parece fácil que estas cifras se cumplan… ¿dónde más podría obtenerse tal cantidad de dinero? La reforma de pensiones ya suena…  

Segundo, la coherencia político-electoral se verifica si el presupuesto está acorde al programa electoral aprobado. Un candidato presidencial es reo de sus palabras, de sus promesas y un presupuesto debe reflejar un cumplimiento a las promesas hechas en campaña, que fueron las que lo llevaron a Casa Presidencial. ¿Es este presupuesto coherente política y electoralmente? A falta de dos presupuestos del quinquenio Bukele (Constitucionalmente así debería ser), las mega promesas electorales aún no se asoman a los presupuestos y si no está en el presupuesto, entonces no es algo importante. Veamos algunas de esas promesas: la UES sigue teniendo el presupuesto más pequeño de las universidades centroamericanas, sigue sin construirse el nuevo Hospital Rosales, ¿el PGN 2022 incluye el financiamiento del “Tren del Pacífico”, ¿el “Aeropuerto de Oriente” ?, ¿la remodelación de 100 “centros históricos” en los municipios?, ¿la reactivación del agro?,.. 

Por último, la coherencia social tiene que ver con que si el presupuesto presentado cumple con las demandas sociales de todos los salvadoreños. Hay que recordar una vez más que el presupuesto es de todos los salvadoreños, porque todos lo financiamos. No es de ningún partido político ni de un presidente. No basta con llenar el discurso de la presentación del presupuesto con frases cliché “la inversión más grande de la historia” y por lo mismo, importan las formas y el fondo. Por esto mismo, vale hacerse las preguntas, ¿con quién se discutió el presupuesto?, ¿qué intereses se ven representados en él?, ¿el presupuesto va en dirección de saldar las deudas sociales de la población? También en esta categoría se asoma una incoherencia en el PGN 2022. El presupuesto fue escondido de los salvadoreños, fue secuestrado de la discusión pública, de las universidades, de la sociedad civil, de las comunidades, gremios sindicales y un largo etcétera. Por lo tanto, es preso de sus diseñadores.  

Estas tres coherencias deben configurar un presupuesto ejecutable y útil para resolver los problemas del país. El PGN es limitado en cualquier mundo y lo que se incluye es igual de importante que lo que no se incluye. Por eso, ante lo limitado de los recursos se debe exigir una gran responsabilidad y seriedad en los gastos, que estos vayan acorde a planes verificables de eficiencia y eficacia. En el PGN no solo importa la cantidad, es más importante la calidad de la inversión, ¿vale la pena invertir x cantidad? El presupuesto es también una herramienta de inclusión o no. 

Todos sabemos lo que viene en esta semana. A falta de discusión y parlamentarismo en la Asamblea, veremos un desfile de los funcionarios del Ejecutivo y sus demás instituciones llenando las redes sociales de frases cliché que terminarán con la aprobación en tiempo récord (apuesto) del Presupuesto 2022. 

El resto, será historia. 

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