Número ISSN |
 2706-5421

Picardo-Nuevo-1-min

República de los Criteriados…

La impunidad sigue galopante. Quienes no somos abogados vemos la siguiente fotografía: a) Hay muchos políticos que han cometido significativos actos de corrupción; b) la mayoría de corruptos e implicados siguen huyendo; c) la Interpol por alguna razón no funciona; d) los condenados logran penas risibles; e) todo el meollo jurídico se basa en criteriados; f) los criteriados son parte del aparato de corrupción pero por brindar testimonio logran beneficios increíbles; g) por robar gallinas se va a la cárcel y por robar millones arresto domiciliario; h) quien no tiene para pagar abogados va a la cárcel y quien los tiene sale del país de forma misteriosa o evade la justicia con facilidad; i) no hay prueba científica o documental rigurosa, sino criteriados; j) quienes tienen contactos y conectes políticos les avisan con antelación que van tras ellos y huyen; k) es raro cuando cae un gran evasor, pese a que se tienen toda la información en el Ministerio de Hacienda (o las leyes están hechas para legitimar la evasión y elusión); l) Los periodistas de investigación hacen mejor trabajo que la Fiscalía y que la policía, pero poca gente lee y, los que medio leen, dudan y creen que todo está politizado; m) muchos testigos criteriados –de verdad- no tienen seguridad y son asesinados; n) no hay confianza ni certeza en las estadísticas sobre violencia, suben y bajan sin responder a las tendencias normales; o) los centros penales no reeducan a casi nadie, son lugares escalofriantes; p) el control territorial y el pago de la renta es una realidad innegable; q) la gente no confía en el sistema judicial ni en las autoridades; r) gran parte de la migración se debe a la inseguridad y falta de institucionalidad; s) los sistemas de regulación y normatividad social no se respetan –por ejemplo esquelas de tránsito-; t) los funcionarios no declaran su patrimonio, y cuando lo hacen –generalmente de forma anómala o fraudulenta- afirman que se equivocaron y corrigen sin consecuencias; u) muchos de los delitos graves se concilian atropellando el marco legal; v) hay mucha gente en centros penales sin sentencia y en condiciones infrahumanas; w) un alto porcentaje de los casos que se denuncian a la Fiscalía no se judicializan; y) eventualmente se utilizan casos de bajo calibre o de personas sin capacidad económica para realizar demostraciones de fortaleza judicial; z) hay un descontrol armamentístico social sin que suceda nada, y la mayoría de homicidios son con armas de fuego; Y nos agotamos el abecedario…  

¿Hasta cuándo señor Fiscal General de la República se va a poner serio y a cambiar ese escenario vergonzoso, burlesco e insultante para la ciudadanía? 

Debido a la falta de seriedad judicial y a la débil institucionalidad ahora emerge la idea de una Comisión Internacional contra la Impunidad en El Salvador (CICIES), entidad que competirá o complementará la investigación de los delitos de corrupción e impunidad. Pero lamentablemente esta nueva entidad se enfrentará a: a) un marco legal ineficiente; b) policías corruptos; c) amiguismo y clientelismo político; d) una Fiscalía torpe; y e) una Corte Suprema de Justicia que da lástima. ¿Podrá la CICIES con todo este lastre? 

En nuestro medio quien ostenta el poder gubernamental está blindado por cinco años, nada de lo que haga o diga tiene efecto jurídico; tienen permiso para violar la ley y delinquir cubriéndose con el manto de la persecución política. Además, cuentan con un ejército de alcahuetes –disfrazados de autoridad militar, policial y comunicacional- que ayudan a llevar a la normalidad todas las torpezas, estupideces e idioteces que haga (incluyendo accidentes de tránsito). 

¿Quién nos va a tomar en serio…?, ¿quién querrá invertir o apostar por nuestros jóvenes?, sino enderezamos el sistema judicial, sino garantizamos un mínimo espacio de seguridad jurídica no vamos para ningún lado. 

¿Cómo es posible que un oficial de policía asesine a una compañera y no sepamos para dónde se fue el homicida?, ¿cómo es posible que se manipule descaradamente toda la escena del crimen de un delito de homicidio de una niña y no pase nada?, ¿cómo es que una red de corruptos ayude a robar y a lavar cientos de millones de dólares y esté tranquilos en su casa por colaborar con sus testimonios de dudosa reputación?, ¿cómo nos explican que gran parte de los corruptos y ladrones tengan visa de Estados Unidos y esté huyendo en este país –que tiene alta capacidad investigativa- y no los puedan capturar?, ¿a cuenta de qué, cómplices de la corrupción siguen haciendo negocios u ostenten cargos diplomáticos en el gobierno?.  

Podríamos llenar unas cuatro cuartillas de preguntas, pero estas cinco interrogantes dejan al descubierto lo mal que estamos en materia de eficiencia judicial, la cual, dicho sea de paso, nos cuesta decenas de millones de dólares que pagamos con nuestros impuestos. 

Y ahí andan las máximas autoridades de la investigación del delito y del sistema judicial con autos de lujo, escoltas y todo pagado. Son una vergüenza, una infamia. ¿Cómo se atreven desplegar shows mediáticos sobre corrupción si después para acusar se basan en chambres y criteriados?, ¿primero criminalizan a inocentes, les hacen juicios comunicacionales y después no saben cómo judicializar?, ¿en dónde estamos parados?  

¡Sean más serios por favor! 

Necesitamos posicionar al país a nivel competitivo y productivo, además necesitamos elevar la eficacia del sistema educativo, pero sobre todo es urgente una dosis de “ética” e instaurar el imperio de la ley, pero de un marco legal coherente, justo, que proteja al inocente y castigue al culpable en base a criterios científicos. Debemos, además, recuperar la independencia de poderes y nos urge una Sala Constitucional sin ataduras ideológicas, firme, racional, incorruptible. Si el aparato de justicia no se recompone, todo lo demás no funcionará. La justicia es la plataforma de la democracia, y recuperar la confianza en el sistema es una condición básica para salir de la pobreza y del subdesarrollo, para que otras naciones crean en nosotros y nos ayuden, y sobre todo para recuperar la autoestima y evitar la migración. Mucha gente se va del país porque se siente desprotegida, porque no confía, porque teme por su familia. 

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