neurociencia3

Tus hijos (y su educación…)

Los niños y niñas -parafraseando a Arno Stern- NO son seres inacabados, incompletos, imperfectos, que necesitan ser educados para lograr niveles de plenitud humana o ciudadana. Son seres humanos plenos per se…; su sólo ser y presencia, lo que son y lo que pueden llegar a ser, representa un valor sustantivo existencial; y no debemos recurrir a ciertos argumentos emocionales, a la compasión, lástima o ternura para valorar lo importante que son. Debemos “respetar” y “confiar” siempre en los niños.

Pese a lo anterior, los adultos no tomamos muy en serio a los niños; los tratamos como depósitos que se deben llenar -diría Freire-; los castigamos, les exigimos comportamiento de adulto, les prohibimos muchas cosas; no respetamos los rituales y ritmos de la infancia, y lo peor: No valoramos la importancia del juego como elemento central de su desarrollo cognitivo, emocional y físico.

Aprender y jugar, o viceversa, son aspectos fundamentales de la niñez y de su plasticidad cerebral (el juego activa el centro emocional del niño, siempre…, el “juego” es el elemento y el medio de la niñez). En la formación del símbolo, según Piaget, el juego, el juguete y la imitación son fundamentales; en efecto, los niños comienzan a aprender desde que nacen sin que nadie les explique cómo aprender, el aprendizaje simplemente ocurre; y aprenden muchísimo en la etapa más temprana de la infancia, de su medio ambiente y familiar, de sus padres, madres, hermanos; y aunque no nos demos cuenta el hogar es muy pedagógico y todo deja huella.

Muchos coinciden que cuando los niños llegan a la escuela se interrumpen cuatro procesos vitales de la niñez: 1) el asombro, 2) la emoción, 3) el juego y 4) el interés; y ya no hay espacio para esto porque se deben aprender otros elementos curriculares, memorizar, números, fonemas, reglas, fórmulas, etcétera. En este contexto forzoso, el niño se interesa por unos y rechaza otros de manera natural. Y al llegar a la escuela también aparece la odiosa comparación; grave error, no compare a su hijo con nadie; como afirmaba Mel Levine: “Mentes diferentes, aprendizajes diferentes”. La estandarización etaria propicia la comparación y es terrible, cada niño es único. Ni hablar de los sistemas de evaluación… La escuela debe recuperar –pedagógica y didácticamente hablando- el asombro, la emoción, el juego y el interés en los niños, y esto repercutirá en creatividad.

Ningún niño es nulo en nada, los condicionamos, o tenemos padres o maestros que no saben educar, que replican modelos perversos y que no estimulan las capacidades de los niños; cada niño puede llegar a ser lo que él desee si lo respetamos y sabemos guiarlo. Si no somos buenos en algo es porque no nos interesa, no por que tengamos un defecto. Para aprender se necesita interés y emoción, y aprender sin esto es una verdadera pesadilla para los niños. Cuanto más se emociona un niño con algo -y si recibe el apoyo adecuado- puede ser brillante, excepcional, especialista o simplemente muy feliz…

Existen ocho sistemas neuroevolutivos –QED Foundation-: atención, memoria, sistema lingüístico, ordenación espacial, ordenación secuencial, sistema motor, pensamiento social y pensamiento superior; y no todos somos buenos en todo, debemos conocer bien a los niños para potenciar sus capacidades desarrolladas y/o fortalecer sus áreas débiles, pero con los mecanismos y oportunidades adecuadas.

Publicamos, en conjunto con UFG Editores, el libro La Curva del Aprendizaje; esperamos que sea una herramienta fundamental para docentes, padres y madres. Para conocer más, visite: www.iiasv.org

PD: A mis hijos les debo unas disculpas, pude haber sido mejor educador con ellos.

A propósito: Tocar a los niños SÍ es delito…

Comparte disruptiva

Compartir en facebook
Compartir en twitter
Compartir en linkedin
Compartir en whatsapp
Compartir en pinterest
Compartir en print
Compartir en email