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Óscar Picardo

Óscar Picardo

Director del ICTI.

Universidad Francisco Gavidia, 38 años y su gente…

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La historia de las universidades es, definitivamente, la suma de experiencias de la gente que la ha dirigido o trabaja en ella; hablamos de organismos vivos, de dinámicas, de relaciones, de desafíos y conflictos, y sobre todo de decisiones. Desde finales de los 80 a la fecha, hay universidades que han crecido, otras se han mantenido estáticas y otras han desaparecido. Los cambios de las reformas educativas y las exigencias del entorno tecnológico han sido cruciales para definir el rumbo de la historia.

Nuestro escenario es complejo, estos 38 años no han sido una tarea sencilla, sobre todo porque la UFG no ha sido una institución “apadrinada” por nadie; ni por políticos, ni por iglesias, ni por organizaciones; la UFG es lo que es, gracias a los fundadores, a las autoridades del Consejo Directivo y a su personal de dirección y gestión. Pero sobre todo, la UFG es una institución pensada y diseñada que se ha desarrollado gracias a las grandes decisiones.

¿Cuáles han sido estas decisiones?

La construcción de nuevos edificios, asumir créditos de inversión, decidir y apostar a las tecnologías, entre muchas otras; pero también, y sobre todo, trabajar con gente comprometida que crea e impulse el proyecto.

Muchos de nosotros hemos crecido profesionalmente con la UFG, y le debemos a la universidad parte de nuestra carrera profesional; recuerdo cuando llegué a la UFG a mediados de los 90 y conocí a gente muy comprometida: al Consejo Directivo liderado por el rector Mario Ruiz, Teresa de Mendoza, Rosario Melgar de Varela, Consuelo de Linki, Juan Portillo Hidalgo, Hilda Navas, Leticia Andino de Rivera; autoridades como José María Melgar Callejas, Roberto Castellón, Luis Martínez Perdomo, Roxana Mendoza, Rolando Balmore Pacheco, Sonia Amaya, Olinda López y, funcionarios, profesores o personal como Ladislao Reyes, Jorge González Vides, Mario Pleitéz, Danilo Leiva, Mercedes Seligman, Rafael Lozano, Magdalena de Viches, María Ester Escalante, Ángela Martínez de Morán, Luis Escobar, Mario Castro, Margarita Cóbar, Haydee de Figueroa, Leonor Fernández, entre muchos otros que son parte de la historia; nombrarlos a todos es difícil.

Ayer en una reunión nos comentaba el Ing. Castellón que, por acuerdo del Consejo Directivo, el 7 de marzo es un día que debe celebrarse en la UFG; nuestra agenda intensa de actividades, auditorías, informes, etcétera, en no pocos casos hace que estas fechas la pasemos por alto, y quise compartir estas líneas para que reflexionemos y no perdamos de vista que somos parte de esta historia de desafíos de la UFG, que inició efectivamente el 7 de marzo de 1981.

La saga de la UFG inició en una casa en una época difícil de conflicto e incertidumbre, pasaron 10 años de gestación formando profesionales, sobre todo maestros y acompañando al Ministerio de Educación en muchos procesos de prereforma; luego de los Acuerdos de Paz (1992) la UFG comenzó a ser un socio estratégico del MINED para la reforma educativa de 1995; posteriormente se construyeron los edificios de aulas; luego se decidió la apuesta tecnológica justo cuando nacía internet, toda la infraestructura se cableó con fibra óptica y se ubicaron computadoras en pasillos. Siguió la alianza con la University of Louisville gracias al Dr. Everett Egginton y las dos maestrías claves que nos formaron a muchos –MBA y MEd-; finalmente muchas decisiones en materia de calidad, acreditación y certificaciones; la historia sigue…

Hoy la UFG se proyecta como una de las principales casa de estudios superiores llamada a diseñar soluciones para resolver los problemas del país. Efectivamente, trabajamos con orgullo en una de las más importantes organizaciones del El Salvador, y hemos formado en estos 38 años a miles de profesionales que dirigen –y dirigirán- el futuro del país.

¿Qué sigue? Como dice el slogan de mercadeo: Un Futuro Grande, y esto depende de nosotros, de los que hacemos que la Universidad Francisco Gavidia sea lo que es y lo que debe ser. Apostamos al modelo STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts y Mathematics), a la acreditación de carreras y a modelos de acreditación internacional, a nuevos programas, a lo virtual, a la inteligencia artificial, al Big Data, a la Nanotecnología, a la robótica y automatización y sobre todo a formar ciudadanos más competentes y honestos para El Salvador.