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 2706-5421

Happy children are reading book on the floor with group of books around them
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Patricia Driottez

Profesora de Educación Básica, estudiante de la Maestría en Política y Evaluación Educativa de la Universidad José Simeón Cañas (UCA), El Salvador.

Ya no estamos en Kansas… (Reflexiones sobre los retos de educar a nuestros y niñas en los tiempos de pandemia)

¿Nos parece que estamos en otro mundo, distinto al que conocíamos tan bien con sus rutinas y hábitos cotidianos? ¿Tenemos la ilusión de que existe el camino amarillo que nos lleva a encontrar la solución para seguir educando en estos tiempos, después del tornado del coronavirus? ¿La tecnología que parece tan accesible y común, nos llevará a tener éxito en esta jornada lejos de la escuela y dentro de casa? ¿Hasta qué punto un maestro frente a su aula es sustituible por una pantalla?  

Acostumbrados a la relación cercana y diaria con los niños, era difícil imaginar un año escolar sin abrazos, apretones de mano, chistes en clase y la bulla del recreo. Ahora la dinámica ha cambiado radicalmente. No se trata solamente de encontrar un medio para hacer llegar la información, sino de hacer sentir el acompañamiento en el proceso y de calmar los ánimos en un tiempo estresante. 

La pandemia del covid-19 ha representado un reto para los gobiernos, alrededor del mundo, principalmente en cuanto a Salud y Economía y así también en otras áreas como la Educación, que no está directamente relacionada con el impacto de la enfermedad, pero sí con las medidas preventivas y de conducir la sociedad con normalidad 

A medida que se han ido imponiendo más restricciones a la movilidad de los ciudadanos, se vuelve difícil orientar los procesos virtuales con las clases, guías o videos subidos a plataformas, videoconferencias (clases en vivo) porque la mayoría de las personas en El Salvador no está familiarizada con estos métodos y homeschooling” o la educación en casa no forma parte de la cultura salvadoreña. Además, solo el 13.56 % de hogares salvadoreños tiene una computadora en el hogar según un estudio de expertos en Ciencias de la Computación y, de acuerdo con datos del Banco Mundial, solo el 33.8 % de la población de El Salvador tiene acceso a internet, en contraste con Australia donde el 86.5 % lo posee y en Estados Unidos sube hasta el 87.3 %. 

Además del acceso a internet y la tenencia de computadora es importante considerar las competencias en informática que han desarrollado los individuos. Según la OECD en Australia y Estados Unidos, 2 de cada 3 trabajadores (67 % o más) reciben apoyo del empleador para proseguir su aprendizaje con altas competencias en Tecnologías de Información y Comunicación (TICS) y resolución de problemas, situación que es muy diferente en El Salvador; en el Índice Global de Tecnología de la Información 2015, del Foro Económico Mundial, El Salvador ocupa la posición 80 entre 143 países evaluados. El acceso a computadoras e internet es también bastante bajo en las escuelas del país. Según el Observatorio 2018 del Ministerio de Educación, el 85.30 % de escuelas poseen un total de 117,130 computadoras para 1,204,624 estudiantes, es decir, 9.72 % de la población estudiantil tendría acceso a computadoras, en el caso que todas fueran para uso didáctico. Lastimosamente, sólo el 34.53 % de estos centros escolares tiene conexión con internet y el 59.39 % no poseen aula de informática o centro de cómputo. Por lo tanto, nuestro sistema educativo no tiene la capacidad para desarrollar competencias en informática en los estudiantes. Estos datos también nos traen a la realidad salvadoreña, una situación que no podemos ignorar.  

Considerando lo anterior, debe tomarse en cuenta que continuar las clases únicamente de manera digital, por medio de plataformas educativas en nuestro país no es lo más adecuado y podría aumentar la brecha educativa entre los que tienen acceso a la tecnología y los que no, por lo que es importante considerar alternativas a la educación digital para garantizar inclusión. El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología ha dado un paso al imprimir guías y comenzar a desarrollar contenidos para televisión, para estudiantes sin acceso a internet o sin una computadora. Puede tomarse como ejemplo también las experiencias de otros países como Costa Rica, Perú y otros donde han combinado redes sociales, radio y televisión; Chile y Bahamas también nos pueden servir de ejemplos, ahí imprimieron fascículos para los estudiantes sin acceso a tecnología. Italia, España y China son ejemplos de la colaboración con otros actores públicos y privados, y acuerdos con la televisión pública para cambiar la programación. Otro ejemplo es  Ecuador, en donde el 80 % de los contenidos educativos se cubrirá con radio y televisión 

Aquí en El Salvador, se cuenta con un canal público que cumplió funciones de Televisión Educativa y pueden establecerse colaboraciones con otros canales nacionales de televisión y radio para programar franjas educativas dirigidas a los diferentes niveles educativos. Para esto no es necesario capacitar a todos los docentes de El Salvador, sino comenzar con un grupo de 20 a 30 docentes de diferentes áreas, que puedan desarrollar contenidos para todos los niveles educativos. Otra sugerencia es aprovechar a todos los estudiantes de educación que están en procesos de práctica docente y de servicio social, para crear una “red nacional de consulta con un banco de personas con preparación universitaria en educación que tengan registrados sus numéricos telefónicos en el MINEDUCYT y sean autorizados para solventar consultas a estudiantes y padres de familia, por medio de llamadas sin costo. De igual manera, debería plantearse la opción de un regreso escalonado a clases, es decir, un tercio de los estudiantes, uno o dos días a la semana practicando lavado de manos y distanciamiento social. Contar con un par de horas a la semana que permitan orientación personal y apoyo emocional. 

A pesar de todos los esfuerzos que se hagan, se debe tener en cuenta que seguramente el “estrés-educativo” causado por la emergencia, tenga impactos negativos sobre los niveles de aprendizaje, considerando que ningún país se encuentra adecuadamente preparado para masificar la educación virtual de manera que reemplace la presencial. Necesitamos empezar a pensar cómo afrontar los impactos negativos cuando volvamos a la normalidad.   

La Educación Emocional es prioritaria en estos tiempos de cambio, confusión y caos mundial. Debemos encontrar el equilibrio entre la razón, qué nos dice la escuela, y si se debe seguir por los medios disponibles y el sentimiento sobre cómo incluir a todos y no dejar a nadie atrás.  

Desde la trinchera… 

Finalmente, propongo una serie de sugerencias y aspectos para tomar en cuenta, desde mi perspectiva como profesional de la enseñanza y maestra que se enfrenta a los retos tratando de salir adelante con lo que, hasta este momento, ha representado esta emergencia sanitaria para la educación: 

  1. Hay que recordar que clases a distancia no es igual que dar clases presenciales de lejos: estás frente a un grupo y no puedes ver las reacciones, que en el aula te indican si vas por buen camino o es hora de cambiar de metodología. 
  2. Los niños necesitan, además de la explicación y la corrección, la palmadita en la espalda, escuchar tu tono de voz y otros aspectos que hacen la clase más humana. 
  3. Los padres no son maestros, no están preparados para tratar a sus hijos como alumnos y se debe tomar en cuenta esto al planificar tu clase online. Es importante simplificar las indicaciones. 
  4. No se debe “tecnologizar” la educación, sino humanizar la tecnología. Recuerda saludar como hacías en clase, hacer algún chiste, hacer sentir a los alumnos que los recuerdas y extrañas. 
  5. El uso de la tecnología no es el objetivo, sino el medio. La tecnología es un medio que debe facilitar el acceso a la educación, no complicarlo. No se está evaluando las competencias en tecnología de la información. Estás enseñando matemáticas, lenguaje, sociales, música, etc. 
  6. El trabajo de los maestros puede pasar desapercibido, volverse invisible porque los padres solo ven el producto final. Un video de cinco o 15 minutos puede implicar hasta dos horas de trabajo de planificación. Buscando fuentes, haciendo presentaciones, grabando una, dos, tres veces, subiendo el video.  
  7. Todos estamos aprendiendo: docentes, padres de familia y estudiantes. La empatía es el valor a practicar. 
  8. De esta experiencia, debemos salir mejores personas y valorar las experiencias diarias de la vida. 
  9. Hace poco leí: “La escuela está abierta, lo que está cerrado es el edificio”. Donde hay alguien que aprende y otro que enseña, ahí está la escuela. 
  10. Agradezcamos el tiempo, el consejo, el esfuerzo, la atención, la paciencia, la ayuda porque en suma valen más que el resultado plasmado en una tarea o prueba online. 
  11. La figura del docente es clave para generar seguridad y confianza en los padres de familia y en los estudiantes. 

Igual que Dorothy, nos volteamos a ver quién está a la par, nuestro Toto, y exclamamos con asombro: ‘Ya no estamos en Kansas’. Seguimos el camino de ladrillo amarillo para encontrar una solución, porque la educación no puede parar.  

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