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Back to school post COVID 19: algunas posibilidades

Han pasado casi dos meses desde que en el Plan Maestro se decidió la suspensión, presencial, de las clases en todos los centros escolares públicos y privados en El Salvador ha causa de la crisis sanitaria producida por el COVID 19. Desde entonces se ha venido discutiendo las condiciones en las que se puede volver a la nueva normalidad. 

Antes de avanzar, debemos reconocer que en el manejo pedagogico-administrativo de la crisis de parte del MINED ha tenido aciertos y desaciertos. La suspensión de clases, el dar una continuidad al proceso educativo por distintos medios y la activación de programas de formación en TIC´s a los docentes pueden considerarse medidas acertadas. Asumir que todos los estudiantes tienen acceso a internet y a computadoras, no brindar apoyo pedagógico (más que unos tutoriales en YouTube) a los docentes y que fuera el Ministro de Hacienda, y no la Ministra de Educación, que mencionaran la posibilidad de la no vuelta a clases presenciales por el resto del año se podrían señalar como errores de la gestión del MINED en esta pandemia. 

Sin embargo, debemos reconocer que pocos sistemas educativos estaban preparados para esta situación. Las consecuencias del COVID en distintas aristas aun son dificiles de predecir y por lo tanto, exigir un alto grado de efiencia en nuestro sistema educativo es poco realista. Las deficiencias del sistema quedaron evidentes: la distancia tecnológica entre docentes y estudiantes; la falta de coordinación entre la escuela-casa (ya abordada por la especialista Carolina Bodewig); el poco apoyo a los docentes en esta etapa, entre otras. No obstante, una conclusión que podemos rescatar de esta situación es que ha quedado demostrado el necesario y vigente rol del docente en el proceso educativo. Recuerdo que en una plática que tuve hace unos meses con un docente universitario me afirmaba que los libros diseñados por el MINED para matemática eran tan buenos que un estudiante dedicado podría precindir del docente, esto claramente ha quedado desmentido. 

Con esto como marco, y en diálogo con docentes e investigadores han surgido muchas dudas, entre ellas: ¿cuándo vamos a volver al aula?, ¿qué condiciones debemos preparar para esa vuelta?, y en especial ¿debemos volver a las clases presenciales? Empiezo por esta última. Cabe resaltar que la discusión en adelatne es desde la perspectiva de la Educación Básica y Media, aunque algunas bien pueden ser consideradas para la Educación Superior 

En un anuncio que nos sorprendió, el ministro de Hacienda, y no la Ministra de Educación, informaba que el año escolar 2020 podría terminarse de forma virtual. Este hecho desconcertó a muchos docentes, estudiantes, padres y madres de familia. De forma personal, me pareció un anuncio muy apresurado del ministro, de hecho la ministra Varela, sutilmente lo reconció días después. Terminar el año escolar de forma virtual tiene muchos argumentos en contra, que los discuto en los siguientes párrafos. 

En primer lugar, es evidente que las condiciones técnicas no están dadas para esta situación. El acceso a internet para los salvadoreños aún es muy reducido, uno de cada tres Centros Escolares tienen acceso a internet según el Observatorio MINED 2018 y según la Digestyc menos del 20 % de los hogares tienen acceso a internet (17 %). Debemos reconcer que no es lo mismo conectarse a redes sociales, que hoy la mayoría de telefonías ofrecen planes bastante accesibles que incluyen acceso ilimitado a mensajeria, que conectarse a plataformas virtuales con alto consumo de datos. Hablar de terminar el año escolar de forma virtual, dadas las actuales condiciones de acceso a internet (sin incluir el poco acceso a computadoras en el hogar) es bastante irreal. 

Pero no solo es una cuestión de acceso a internet. En segundo lugar, en muchas ocasiones la continuidad escolar se ha limitado a una transferencia de actividades del docente al estudiante con poca intermediación pedagógica. Claro, debo hacer mi reconocimiento al enorme esfuerzo de los docentes que, de un día a otro, han intentado mantener sus clases funcionando y que con enormes sacrificios personales y económicos, han dado seguimiento de forma creativa a los estudiantes. Sin embargo, no se puede negar que ha hecho falta mucha de la invervensión pedagógica del docente en el proceso y que aun no hemos encontrado la solución. 

Ahora bien, no bastando con estas dificultades tecnológicas y pedagógicas existen otras más bien prácticas. Tarde o temprano las empresas tendrán que abrir nuevamente, el sector informal a reactivarse y, ¿podrá seguirse el año escolar con los padres trabajando y los hijos solos en casa?, si ahora con muchas dificultades los padres y madres intentan apoyar a sus hijos en el cumplimiento de sus tareas (la escolaridad promedio es de 7 años), cuánto más le será difícil a los niños y niñas hacer sus tareas solos, sin la observación de un adulto. Ya la maestra Pauline Martin nos habla del asunto en su artículo. Por estas razones, la finalización del año escolar en Educación Básica y Media de forma virtual debe ser descartada. 

Entonces, descartada la finalización del año escolar en educación básica y media de forma virtual, ¿cómo debe ser la vuelta a clases de forma presencial? En un primer momento, se deben garantizar las condiciones mínimas de salubridad en los Centros Escolares. Para ello el MINED, con apoyo la comunidad educativa, directores, docentes, padres y madres de familia, y en coordinación de las alcaldías, deberían intervenir (o ya deberían estar interviniendo) las instalaciones escolares, reparándolas y adecuandolas. Techos, paredes, baños, pisos y portones de seguridad en primer lugar. Hay 600 millones de razones por las cuales las alcaldías deben colaborar en esta causa. Esto también podría ayudar a reactivar la economía en los sectores informales. 

Asímismo, debe diseñarse un protocolo de actuación con las medidas claras para padres, madres, estudiantes, docentes y directores que impidan la discrecionalidad y la improvisación: recreos escalonados, indicaciones del uso de instalaciones, señalización, etc. Además, debe incluirse normas claras para la familia y para las autoridades educativas que permitan que las familias puedan, preventivamente, no enviar a un estudiante si hay sospechas de ntomas de COVID 19 y formas de actuación para casos sospechosos de estudiantes y docentes detectados en el propio centro escolar.  

En ambos casos, debe haber un reporte a las autoridades comunitarias de salud para su intervensión a tiempo (incluso se pueden incluir visitas preventivas de personal de Salud). Las inasistencias deben ser consideradas como justificadas para ambos actores y estas no deben generar prejuicios económicos ni académicos. Este protocolo debe ir acompañado de material sanitario para todos los estudiantes, docentes y personal administrativo, mascarrillas, termómetros, guantes, etc. 

Una vez se tengan las condiciones físicas se puede diseñar un plan de continuidad académica. Países de Europa que decidieron no terminar el año escolar (el año escolar en Europa termina en junio) han decidido que sus aulas funcionen a la mitad de la capacidad. Obviamente, El Salvador no tiene las condiciones para ello. Una solución bien podría ser dividir las secciones en dos grupos y que estos asistan de manera alternada a clases presenciales. Mientras el grupo A asiste presencialmente, el grupo B podrá continuar sus clases en sus casas. Esto requerirá una revisión en los horarios de clases y una mayor conciencia de estudiantes y docentes en aprovechar las clases presenciales que deberán tener un tono preferentemente consultivo de estudiantes a los docentes de las temáticas abordadas. Las clases presenciales, de una vez y para siempre, no pueden ser más para ir a dictar o copiar un texto largo del libro. Por lo que podríamos estar hablando que el año escolar terminará con un sistema mixto de educación o modelo semipresencial.  

A nivel macro, el Ministerio de Educación debe(ría) garantizar, al menos, la matrícula inicial del año 2020. Esto es de suma importancia. Ya el Dr. Óscar Picardo nos informaba de las cifras horrorosas de deserción escolar que se detectaron este año en comparación del año 2019, arriba de 200,000 estudiantes menos. Una cifra de escándalo sutilmente escondida gracias a la crisis del COVID 19 y a la falta de transparencia en las estadísticas del MINED, pero eso es para otro artículo. 

Entonces, ¿cómo podemos garantizar que retengamos al menos la matrícula inicial? El gobierno salvadoreño debe generar una política de incentivo a las familias para que manden a sus hijos al aula. Este bien puede ser por medio de un bono o de la entrega de viveres a las familias que en situación de pobreza no pueden enviar a sus hijos e hijas. Quiero reiterar. Esto debe ser una medida fundamental para evitar una crisis educativa sin precedentes en el país. Ni un estudiante menos por causa del COVID. Ni uno. Esa debe ser nuestra consigna. 

Otras medidas son un poco más sencillas de tomar. El MINED debe suspender la aplicación de la PAES o, de llevarse a cabo, esta debe considerar que no ha existido condiciones suficientes para los estudiantes y que sus resultados podrían acrecentar la brecha entre sector público y privado que no sería justo validar. Añadido a esto, los especialistas del MINED, junto con los estudiantes, deberían hacer una revisión de los contenidos a modo de priorizar temáticas. En el caso de la evaluación, más que aplicarse para descartar estudiantes, este año debería utilizarse como insumos para atacar las debilidades académicas detectadas en el proceso educativo.  

Estas dos últimas medidas deben ser consideradas para diseñar un módulo especial que pueda ser tomado al inicio el año escolar 2021 si se decide no alargar el año escolar. Pues, si terminarmos con un 60 % de los contenidos de este año, ¿quién dice que no se pueden adicionar los restantes el próximo año escolar pudiendo allí prepararnos mejor? 

También, quisiera rescatar un valioso análisis que hace la ministra Varela. Antes de planificar aspectos didáctico pedagógicos, es necesario hacer un análisis de la salud mental y emocional del estudiante de nuestros estudiantes (y yo añadiría a los docentes). ¿Qué piensan de esto que estamos pasando?, ¿qué dificultades han pasado?, ¿qué puede hacer la escuela para ayudarles? Debemos recordar que antes de ser estudiantes, son personas, niños y niñas que viven momentos que, esperemos, no vuelvan a vivir. 

Por último, queda por despejar la última variable, ¿cuándo se debería volver a la escuela? Esta decisión es muy difícil y requiere de todo nuestro apoyo a las autoridades gubernamentales. No es correcto especular con fechas. Eso sí, esta comprensión a la decisión gubernamental no implica renunciar a exigir una decisión tomada con criterios científicos, en coordinación con los demás agentes y tomada con sobriedad que da la ciencia. El Centro de Modelaje Matemático de la Universidad Francisco Gavidia en distintas publicaciones ha aportado datos para esta decisión, esperemos, por el bien de todos, que estos criterios sean considerados para abrir, con seguridad, las puertas de la escuela. 

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