Sergio Rivero
Estudiante del Doctorado en Gestión Pública y Ciencias Empresariales (ICAP)
Centroamérica ante al ímpetu del dragón
El surgimiento de la República Popular China como la segunda potencia económica mundial ha llevado a una reconfiguración del sistema económico global y es bajo esta coyuntura multipolar que las relaciones económicas han tomado un papel preponderante para los países en desarrollo, incluidos los países centroamericanos.
Según el Centro de Investigación Económica y Empresarial (CEBR por sus siglas en inglés) con sede en el Reino Unido, China superará a los Estados Unidos como la mayor economía mundial en 2028. El estudio predice que China ocupará el primer lugar cinco años antes de lo estimado, en gran parte debido a la pandemia de COVID-19.
No es de extrañar que, en Centroamérica, una región altamente dependiente del comercio con Estados Unidos y polarizada respecto al reconocimiento diplomático de la República Popular China, las relaciones económicas con Beijing se han acelerado y expandido rápidamente en la última década.
Según datos del Sistema de Estadísticas de Comercio de Centroamérica (SEC), para el año 2020 el 20,2% de las exportaciones de la región a Asia fueron a China, mientras que 8,8% a Taiwán. Por otra parte, 58% de las importaciones desde Asia procedieron de China y solamente un 3% de Taiwán. Es más, en época de pandemia, entre 2020 y 2021, las exportaciones centroamericanas a China crecieron un 123,75%. Estos datos apuntan a una mayor importancia relativa de China en nuestro comercio extrarregional.
La teoría de los estados pequeños en las relaciones internacionales postula que las economías pequeñas tienden a estar más abiertas al comercio y la inversión extranjera. Esta teoría se basa en la premisa de que las economías pequeñas son más ágiles y adaptables que las economías grandes y, por lo tanto, pueden aprovechar mejor las oportunidades en el mercado global.
Para superar la desventaja que presenta el tamaño de su economía, los países pequeños han buscado activamente acceder a los mercados internacionales. De hecho, la mayoría de los países industrializados pequeños pueden caracterizarse como pequeñas economías abiertas con una alta proporción de comercio exterior como parte del PIB, así como una concentración de las industrias de exportación en unas pocas ramas (especialización).
Sin embargo, la especialización aumenta la sensibilidad de la economía a shocks externos de diversa índole. Los shocks que tienen un fuerte impacto en algún sector de exportación principal de una economía pequeña pueden trastornar todo su tejido económico. Para evitar esto, las pequeñas economías abiertas tienen que ser flexibles y diversificar sus mercados.
Además, las reglas del juego geopolítico en el conflicto China-Taiwán han cambiado recientemente por lo que el gobierno de Xi Jinping ha puesto en marcha una intensa campaña para acorralar a Taipéi en el escenario internacional y Centroamérica es actualmente su campo de batalla diplomático. China está enviando una clara señal a los gobiernos nacionales, organizaciones no gubernamentales e incluso empresas privadas que deben adherirse a la política de ¨Una sola China¨ si desean seguir aprovechando los beneficios de un mercado de 1.3 mil millones de consumidores.
Como un efecto dominó, a finales de 2021 Nicaragua se sumó a Costa Rica, Panamá y El Salvador en reconocer la política de ¨Una sola China¨, al igual que la hermana República Dominicana. Ante su realidad como estados pequeños con economías abiertas, la creciente incertidumbre económica mundial y las presiones geopolíticas internacionales, cabe preguntarse: ¿seguirán Guatemala y Honduras esta tendencia?